miércoles, 15 de junio de 2011

CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.


CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA.

Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.

Conocemos que el ejemplo bello
de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener, con Vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que Os disteis.

Qué nuestro hogar sea lleno de gozo.
Qué el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.

Qué nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.

Y qué siempre estemos cerca de los sacramentos.

Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tantos los difuntos como los vivientes;
qué la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
conceded la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.

Mantened nuestras familias cerca
de Vuestros Corazones;
qué Vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.

Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.
Amen

 

OCHO REGALOS QUE NO CUESTAN UN CENTAVO



Ocho regalos que no cuestan un centavo


1.- El regalo de Escuchar.Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar, o criticar. Sólo escuchar.

2.- El regalo del Cariño. Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos, estas pequeñas acciones demuestra el cariño por tu familia y amigos.

3.- El regalo de la sonrisa. Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos, caricaturas y tu regalo dirá: "me gusta reír contigo"

4.- El regalo de las notas escritas. Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme", un detalle como estos puede ser recordado de por vida Y TAL VEZ CAMBIARLA.

5.- El regalo de un cumplido.Un simple y sincero "te ves genial de rojo", "has hecho un gran
trabajo" o "fue una estupenda comida" puede hacer especial un día.

6.- El regalo del favor.Todos los días procura hacer un favor.

7.- El regalo de la soledad. Hay días que no hay nada mejor que estar solo. Sé sensible a aquellos  días y da este regalo o solicítalo a los demás.

8.- El regalo de la disposición a la gratitud. La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola" y "Muchas Gracias".

Los amigos son raras joyas, que pueden hacerte enojar y sonreír, que  poco a poco aprenden a escuchar, a alentarte y ellos siempre abrirán su  corazón a nosotros. Demuéstrale a tus amigos lo mucho que los estimas regalándoles este mensaje.

Mañana será otro dia

Mañana será otro dia


Todos tenemos días muy difíciles:
unos están llenos de cansancio,
otros de problemas, otros de tristezas.
Pero así como esta realidad debe ser,
aceptemos una cosa...
que tal vez nos servirá de consuelo...
Mañana será otro día.

Cuántas veces nuestro panorama
se ve triste, desalentador y agobiante,
y súbitamente algo pasa y
encontramos solución a nuestros problemas
y algo que parecía no tener solución,
se resuelve fácilmente.

El tiempo cierra heridas
y suaviza resentimientos.
Cuando nos sintamos agobiados por los problemas,
el cansancio o el dolor, digamos con firmeza:
Mañana será otro día, y tengamos la seguridad
que ¡ese día será mejor !

Me preguntan cómo reza el Papa...

Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Cruzando el Umbral de la Esperanza
Me preguntan cómo reza el Papa...
El hombre alcanza la plenitud de la oración no cuando se expresa a sí mismo, sino cuando permite que en ella se haga presente el propio Dios.
 
Me preguntan cómo reza el Papa...

Me preguntan cómo reza el Papa (Juan Pablo II). Se los agradezco. Quizá convenga iniciar la contestación con lo que san Pablo escribe en la Carta a los Romanos. El apóstol entra directamente cuando dice: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque ni siquiera sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede con insistencia por nosotros, con gemidos inefables» (8,26).

¿Qué es la oración? Comúnmente se considera una conversación. En una conversación hay siempre un «yo» y un «tú». En este caso un Tú con la T mayúscula. La experiencia de la oración enseña que si inicialmente el «yo» parece el elemento más importante, uno se da cuenta luego de que en realidad las cosas son de otro modo.

Más importante es el Tú, porque nuestra oración parte de la iniciativa de Dios. San Pablo en la Carta a los Romanos enseña exactamente esto. Según el apóstol, la oración refleja toda la realidad creada, tiene en cierto sentido una función cósmica.

El hombre es sacerdote de toda la creación, habla en nombre de ella, pero en cuanto guiado por el Espíritu. Se debería meditar detenidamente sobre este pasaje de la Carta a los Romanos para entrar en el profundo centro de lo que es la oración. Leamos: «La creación misma espera con impaciencia la revelación de los hijos de Dios; pues fue sometida a la caducidad -no por su voluntad, sino por el querer de aquel que la ha sometido-, y fomenta la esperanza de ser también ella liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios.


En la oración, pues, el verdadero protagonista es Dios. El protagonista es Cristo, que constantemente libera la criatura de la esclavitud de la corrupción y la conduce hacia la libertad, para la gloria de los hijos de Dios.

Protagonista es el Espfiritu Santo, que «viene en ayuda de nuestra debilidad». Nosotros empezamos a rezar con la impresión de que es una iniciativa nuestra; en cambio, es siempre una iniciativa de Dios en nosotros. Es exactamente así, como escribe san Pablo. Esta iniciativa nos reintegra en nuestra verdadera humanidad, nos reintegra en nuestra especial dignidad. Sí, nos introduce en la superior dignidad de los hijos de Dios, hijos de Dios que son lo que toda la creación espera.

Se puede y se debe rezar de varios modos, como la Biblia nos enseña con abundantes ejemplos. El Libro de los Salmos es insustituible.

  • Hay que rezar con «gemidos inefables» para entrar en el ritmo de las súplicas del Espíritu mismo.
  • Hay que implorar para obtener el perdón, integrándose en el profundo grito de Cristo Redentor (cfr. Hebreos 5,7).
  • Y a través de todo esto hay que proclamar la gloria. La oración siempre es un opus gloriae (obra, trabajo de gloria).

    El hombre es sacerdote de la creación. Cristo ha confirmado para él una vocación y dignidad tales. La criatura realiza su opus gloriae por el mero hecho de ser lo que es, y por medio del esfuerzo de llegar a ser lo que debe ser.

    También la ciencia y la técnica sirven en cierto modo al mismo fin. Sin embargo, en cuanto obras del hombre, pueden desviarse de este fin. Ese riesgo está particularmente presente en nuestra civilización que, por eso, encuentra tan difícil ser la civilización de la vida y del amor. Falta en ella el opus gloriae, que es el destino fundamental de toda criatura, y sobre todo del hombre, el cual ha sido creado para llegar a ser, en Cristo, sacerdote, profeta y rey de toda terrena criatura.

    Sobre la oración se ha escrito muchísimo y, aún más, se ha experimentado en la historia del género humano, de modo especial en la historia de Israel y en la del cristianismo. El hombre alcanza la plenitud de la oración no cuando se expresa principalmente a sí mismo, sino cuando permite que en ella se haga más plenamente presente el propio Dios. Lo testimonia la historia de la oración mística en Oriente y en Occidente: san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola y, en Oriente, por ejemplo, san Serafín de Sarov y muchos otros.
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