lunes, 14 de mayo de 2012

ORACIÓN A SANTA GEMA GALGANI


BIENAVENTURANZAS DE LA AMISTAD


Bienaventuranzas de la amistad



1.  Felices los amigos que son pobres de espíritu y siempre están abiertos a dar y recibir.

2. Felices los amigos que aún en el dolor se dan con alegría.

3. Felices los amigos que esperan con paciencia el crecimiento del amigo.

4. Felices los amigos que juntos fomentan y viven la justicia y el amor.

5. Felices los amigos que son compasivos y misericordiosos.

6. Felices los amigos que promueven la paz y defienden la vida.

7. Felices los amigos que temen la persecución por defender la verdad, la justicia y el amor.

8. Felices los amigos que cantan su fe y la manifiestan con valor y esperanza.

EL ERROR

  

El error...



"El error más grande lo cometes cuando,
por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar
en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar
una montaña en su camino,
retrocede para seguir avanzando hacia el mar;
se equivoca el agua que por temor a equivocarse,
se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando
muere en el surco para hacerse planta;
se equivoca la que por no morir bajo la tierra,
renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos
caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor
a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando
el primer vuelo cae al suelo,
se equivoca aquel que por temor a caerse
renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan
que ser hombre es buscarse así mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

Creo que al final del camino no te premiarán
por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente."

María, madre del silencio


  
María, madre del silencio
J. M. Márquez


Madre de nuestro silencio,
tesoro de calma y serenidad,
te amamos por tu rostro lleno de luz,
por tu mirada llena de ternura,
por lo profundo de tus palabras silenciosas,
por tu transparente disponibilidad.

Que en nuestras tareas cotidianas
nos abras a lo profundo de las cosas que no se ven,
nos ilumines con tu luz transparente,
nos ensanches el corazón con el amor
y la verdad de lo que es importante,
nos contagies tu disponibilidad
ante las sorpresas de Dios.

Madre del silencio,
enséñanos a callar...
enséñanos a contemplar...

CRISTO NOS INVITA... DESDE LA MONTAÑA

Autor: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net
Cristo nos invita... desde la montaña.
Si quieres ser feliz, siembra hoy para cosechar mañana; lucha hoy, para triunfar en el futuro; sacrifícate ahora para recibir los frutos después.
 
Cristo nos invita... desde la montaña.

En el Sermón de la Montaña, Cristo desborda su corazón, revela los misterios del Reino. Nos da a conocer la sabiduría de Dios y la clave de la felicidad: sembrar con paciencia para recoger los frutos llegado el tiempo, pagar el precio justo.

Es impresionante cómo ha ido cambiando nuestro mundo y con qué rapidez. Para los hombres de hace medio siglo, sería una verdadera fantasía el pensar en la informática, tan avanzada y al alcance de todos. Nuestros bisabuelos nunca se imaginaron los nuevos artefactos de guerra tan sofisticados, tan precisos. Jamás soñaron con nuestros medios de transporte tan seguros y veloces...

Los hombres de hace cincuenta o sesenta años sabían que si alguien quería una buena cosecha, tendría que trabajar muy duro durante todo el otoño y pasarse la primavera escardando sus campos. El alfarero, el zapatero, el herrero, todos ellos tenían muy bien sabido que si querían producir más, les hacían falta más horas de trabajo, más mano de obra...

Nosotros, con nuestra tecnología, nos hemos acostumbrado a lo automático, a lo fácil, lo cómodo. A encender la televisión desde la cama con un botón, a abrir la puerta de casa desde el coche, a viajar cómodamente con la visa... pagando después.

A la gente de nuestra época se le atrae así. Si quieren vendernos algo, que sea rápidamente y sin complicaciones.

Si algo ha de producirnos comodidad, alegría, felicidad, placer, tiene que ser al instante, sin tardar. Si se oprime el botón, es para que el trabajo quede listo en un momento. No queremos trabajos sin frutos inmediatos. Queremos la mayor cantidad de bienes con el menor esfuerzo. Es la moda.

Y sin embargo, Cristo, desde la montaña, usa un vocabulario completamente opuesto: Si quieres ser feliz, siembra hoy para cosechar mañana; lucha hoy, para triunfar en el futuro; sacrifícate ahora para recibir los frutos después.

Cristo nos propone abandonarnos a nosotros mismos para seguir su Evangelio. No consentir a las pasiones. No ser tan delicados. Aguantar y ser firmes ante el sufrimiento. Ser generosos y aceptar el dolor por amor a Él, como un medio seguro para conseguir la ansiada felicidad. El Reino de los cielos no se consigue con palancas y botones sino con sacrificio y amor a Cristo.

Nuestra misma sociedad puede explicarnos muy bien lo que Cristo nos invita a hacer desde la montaña. La vida actualmente es muy cara, muy difícil. Hay que pagar por todo. Nada se regala. También nuestra felicidad tiene un precio: pisar las mismas huellas de Cristo. Aunque más de una vez nuestros pies sangren.

Señor, quiero desde hoy trabajar con paciencia y generosidad, sembrar sin prisas, para alcanzar con mi sacrificio la verdadera felicidad.


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