lunes, 17 de septiembre de 2012

CALMA...


Calma...


        Si usted está apunto de estallar mentalmente, silencie algunos instantes pensar.

        Si el motivo es alguna molestia en su cuerpo, la intranquilidad la empeora.

        Si la razón es la enfermedad en un ser querido, su descontrol es factor agravante.

        Si usted sufrió perjuicios materiales, la actitud de reclamo es como bomba retardada.

        Si perdió algún afecto, la queja hará de usted una persona menos simpática entre sus amigos.

        Si perdió alguna oportunidad valiosa tiempo atrás,  la inquietud es desperdicio de tiempo.

        Si aparecen contrariedades, el acto de irritarse apartará de usted la asistencia espontánea.

        Si usted cometió un error, la desesperación es puerta abierta para fallas mayores.

        Si usted no alcanzó lo que deseaba, la impaciencia hará más larga la distancia entre usted y el objetivo a alcanzar.

        Sea cual fuere la dificultad, conserve la calma; porque en todo problema, la serenidad es el techo del alma pidiendo el servicio como solución.

OFENSAS ENTERRADAS


Ofensas enterradas
Autor: Carol Parrott

        Un buen día yo enterré una ofensa que dolía.
        Creí que podría olvidarla si la dejaba escondida.
        El agravio iba creciendo.
        Cada día lo tapaba.
        No logré dejarlo atrás.
        Mucho, mucho me costaba.
        La alegría me abandonó, no conocí sino penas.
        Incapaz era de amar, tenía el alma en cadenas.
        A la vera de aquel hoyo clamé con el alma a Dios:
        «Sana esta herida profunda,
        Tú que eres el Dios de amor».

        Sentí entonces Su presencia; en Sus brazos me sentí.
        Enjugó mis agrias lágrimas, hizo azul el cielo gris.
        Sincerándome con Él, le expliqué mi gran afrenta.
        Me prestó Su atento oído mientras yo le daba cuenta.
        Cavé, ahondé y arranqué la afrenta que me oprimía,
        y entregándola el Maestro libre al fin quedé aquel día.

        Así fue como Él quitó la negrura de mi alma
        y algo hermoso fue a nacer;
        donde había estado la llaga.

        Cuando vi en qué convirtió mi tormento y mi pesar,
        aprendí a dárselo a Él y no enterrarlo jamás.

UN RATO DE LIBERTAD...

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Un rato de libertad
Tal vez sea difícil encontrar momentos así, disponibles para llevar a cabo lo que más anhelo...
 
Un rato de libertad

Las prisas cubren nuestras vidas. Tenemos mil cosas que hacer en cada instante. Sentimos por momentos agobios que asfixian. Buscamos entonces pequeños oasis de libertad para serenar el alma.

En otras ocasiones vivimos más serenos, tocamos instantes de paz. Nadie nos pide acciones urgentes. Nadie nos interpela sobre lo que hagamos o dejemos de hacer. Tenemos ante nosotros tiempo disponible para ocuparlo solo en aquello que deseamos desde lo más íntimo del alma.

Si encuentro un rato de libertad, ¿qué viene a mi mente y a mi corazón? ¿Qué escojo si la decisión de lo que voy a hacer depende por completo de mí?

Habrá quien tome un libro y empiece a leer una novela tantas veces programada y dejada una y otra vez para más tarde. Otro buscará en Internet una música que le hará volver a su infancia. Otro abrirá el armario de los recuerdos y releerá cartas y cartas de familiares y amigos. En la era electrónica, más de uno buceará en la famosa carpeta de “asuntos pendientes” que lleva demasiado tiempo sin ser "desempolvada".

Un cristiano, un seguidor de Jesucristo, ¿qué desearía hacer si contase con un rato de libertad? Sería hermoso que pensase en su Amigo, que dedicase algo de tiempo a la oración, que abriese una Biblia y pudiera releer palabras que Dios ofrece a los hombres. De este modo, recordaría "lo único necesario", lo que vale la pena más allá de las prisas de nuestro mundo desquiciado.

También sería "lógico" que un cristiano, en un rato de libertad, mirase a su alrededor y dedicase lo mejor de esos instantes "libres" para ayudar al hambriento, al sediento, a quien busca un poco de consuelo y de esperanza.

Yo, ¿qué haría si se me concediese ahora un poco de tiempo libre? ¿Qué ideas ocuparían mi mente inquieta? ¿Qué deseos surgirían en mi corazón? ¿Qué planes y proyectos nacerían desde mi voluntad?

Si tuviese un rato de libertad... Tal vez sea difícil encontrar momentos así, disponibles para llevar a cabo lo que más anhela mi alma. Pero si llegase un momento así, desvelaría dimensiones profundas de mi vida que no aparecen por culpa de las prisas que me agobian.

Sería triste si un rato de libertad me hiciera descubrir que vivo de modo egoísta, sin dejar espacio ni a Dios ni a mis hermanos. Sería hermoso si un momento así desvelase que en mi existencia Cristo no es sólo un nombre del pasado, sino un Amigo que me indica el Camino y que me invita a avanzar hacia la fe y hacia el amor sincero a los hermanos.




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  • P. Fernando Pascual LC

    FELIZ LUNES


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