jueves, 19 de febrero de 2015

EL CAMINO DE CUARESMA - 2015 - INTENCIONES DIARIAS


IMÁGENES DEL MIÉRCOLES DE CENIZA, PROCESIÓN PENITENCIAL Y MISA DEL PAPA FRANCISCO 2015



IMÁGENES DEL MIÉRCOLES DE CENIZA: 
PROCESIÓN PENITENCIAL Y MISA DEL PAPA FRANCISCO

Miércoles 18 de Febrero del 2015



Queridos amigos, ayer, Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco presidió la tradicional procesión penitencial desde la Iglesia de San Anselmo del Aventino hasta la basílica de Santa Sabina, en la misma colina romana.

Tomaron parte en ella numerosos cardenales, arzobispos y obispos, así como los monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y los fieles.

Tras la procesión, el Papa presidió la celebración eucarística con el rito de la bendición y la imposición de la ceniza. El Papa la recibió de manos del cardenal Josef Tomko, titular de la basílica, y seguidamente la impuso a los cardenales y a algunos monjes, religiosos y fieles.


















EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 19 DE FEBRERO DEL 2015


Si alguno quiere venir en pos de mí

Cuaresma y Semana Santa


Lucas 9, 22-25. Cuaresma. Es la Cruz, siempre la Cruz con Cristo, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. 



Por: Miguel Esponda | Fuente: Catholic.net




Del santo evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día". Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?".

Oración introductoria
Jesús, se nota que lo que tú querías no era -ni ha sido nunca- ganarte un buen número de seguidores que quisieran ir en pos de ti para hacer milagros, o para adquirir mucha fama entre la gente, o incluso para vivir un evangelio diseñado a su comodidad. Por eso, desde que predicaste tu mensaje, dejaste bien claro que implicaba necesariamente la cruz, renunciar a sí mismo, perder la vida por ti. Ese es el camino para seguirte, para acercarnos al misterio tan gigante de tu persona y para encontrar en ti la verdadera vida.

Petición
Jesús mío, dame mucha fe y amor para llevar la cruz que tú me has dado, pues es el camino por donde has querido que te encuentre y llegue hasta ti.

Meditación del PapFrancisco
El segundo punto de referencia de la misión es la cruz de Cristo. San Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Y habla de las “marcas”, es decir, de las llagas de Cristo Crucificado, como el cuño, la señal distintiva de su existencia de Apóstol del Evangelio. En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación. He aquí el misterio pascual de Jesús: misterio de muerte y resurrección. Y precisamente haberse dejado conformar con la muerte de Jesús ha hecho a San Pablo participar en su resurrección, en su victoria. En la hora de la oscuridad, en la hora de la prueba está ya presente y activa el alba de la luz y de la salvación. ¡El misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos. La fecundidad pastoral, la fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz –siempre la Cruz con Cristo, porque a veces nos ofrecen la cruz sin Cristo: ésa no sirve–. Es la Cruz, siempre la Cruz con Cristo, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como “criatura nueva”» (Cf Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2013).

Reflexión 
El camino que Cristo propone es difícil. Pero ¿qué es aquello que ha movido a tantos hombres y mujeres a seguir a alguien que predica todo lo contrario que el mundo de hoy ofrece? Es cierto, que hay algo de locura en esto. Una locura que experimentan sólo quienes han conocido a Cristo y, por consiguiente, le han experimentado vivo y enérgicamente atractivo. Por algo el Papa Juan Pablo II gritaba con ardor en sus labios: "¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! ¿Qué teméis? Tened confianza en él. Arriesgaos a seguirlo. Esto exige, evidentemente, que salgáis de vosotros mismos, de vuestros razonamientos, de vuestra «prudencia», de vuestra indiferencia, de vuestra suficiencia, de vuestras costumbres no cristianas que quizá habéis adquirido. Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad y la vida. Dejad que sea vuestra salvación y vuestra felicidad."

Propósito
Sobrellevaré con gozo las contrariedades y dificultades que forman mi cruz de este día.

Diálogo con Cristo
Jesucristo, estoy dispuesto a seguirte por este camino hermosísimo de ser cristiano. Ante todo lo que tú has hecho por mí, no encuentro otro camino para corresponderte que rendirme a tus pies para aprender de ti, para vivir lo que tú viviste. Sé que este camino entraña abnegación y sacrificio, y será fecundo sin comparaciones si busco encontrarte.

"Pon amor donde no hay amor, y sacarás amor" (San Juan de la Cruz).

Preguntas o comentarios al autor  Miguel Esponda


EL DESPRENDIMIENTO: LA DICHA DE ANDAR LIGERO DE EQUIPAJE


El desprendimiento: la dicha de andar ligero de equipaje
El desprendimiento ayuda al ser humano a superar el egoísmo y a salir de la esfera de cristal que ocasiona la indiferencia




El valor del desprendimiento facilita la capacidad de discernir cuándo un bien es necesario o no, de modo que se realicen adquisiciones racionales que tengan de por medio un verdadero requerimiento

El dinero es buen servidor pero mal amo, dice el refrán, pues en ocasiones puede despertar apegos. El desprendimiento es por consiguiente, el antídoto contra la fijación extrema a los bienes, es el camino para librarse de dichas ataduras y vivir de forma plena y libre, además nos aparta de la avaricia.

El valor del desprendimiento consiste en utilizar correctamente los recursos sin apegarse a éstos e invita a poner los bienes propios al servicio de los demás. El desprendimiento ayuda al ser humano a superar el egoísmo y a salir de la esfera de cristal que ocasiona la indiferencia. Es un valor que promete paz interior, lo que hace vivir en un estado apacible sin basar la propia felicidad en lo que se tiene o no se tiene: “el valor del desprendimiento nos enseña a poner el corazón en las personas, y no en las cosas”.

Adicional a esto, el desprendimiento permite ver las penurias de los otros −el apego nubla la realidad− y provee la sensibilidad para reconocer que siempre habrá alguien con más carencias, no necesariamente materiales. “El desprendimiento no se enfoca únicamente en objetos, sino que abarca incluso recursos que no se pueden tocar, como conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición de las personas, porque toca nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades. Esta actitud de vida nos exige una revisión constante para dejar de ser el centro de nuestras atenciones y poner a los demás en él”[1].

Es aquí donde decimos que este valor se ocupa de demoler el individualismo en la humanidad. Desde luego es necesario el sustento económico para sacar adelante la familia, para trabajar con eficacia, para llevar una vida digna y construir un futuro estable. La dificultad surge cuando se hace del dinero y de las cosas que se poseen, un ídolo a quien adorar.

¿Cuánto se necesita para vivir?

En realidad se necesita de poca cosa para vivir, pero el mundo cada vez nos entrega más y más, instaurando dependencias que subyugan al hombre.

“En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese compás, sin embargo, si no tenemos cuidado, puede llegar el momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior”[2].

Asimismo, el autor citado con anterioridad añade: “Al observar tantas cosas que nos ofrece el mundo, notamos que somos felices sin muchas de ellas. No se trata de despreciar las bondades y maravillas del progreso, sino de ubicarlas en su justo contexto, para no esclavizarse a ellas. Una revisión constante de nuestras prioridades a la luz del valor del desprendimiento, nos regalará una idea de cuán libres somos ante nuestros bienes y recursos evitando los apegos”[3].

El valor del desprendimiento facilita la capacidad de discernir cuándo un bien es necesario o no, de modo que se realicen adquisiciones racionales que tengan de por medio un verdadero requerimiento.

En resumidas cuentas, cuando se pasa por la vida “ligero de equipaje” se disfruta de los pequeños detalles, de la auténtica felicidad, del amor como el sentimiento más puro y bello, de la armonía en las relaciones humanas, de la paz interior y de la fortaleza espiritual que tanto enriquece al hombre.


Cómo vivir el desprendimiento

El desprendimiento −como todos los propósitos en la vida− es una decisión que se origina en el propio ser. Las siguientes son algunas ideas, aunque hay muchas otras que seguramente partirán del ingenio de quien quiera vivir este valor:

● La caridad empieza por casa. Alrededor nuestro suelen haber personas que necesitan algo de nosotros (consejo, compañía, protección, afecto, esparcimiento, colaboración, ayuda material, alimento…) y tal vez han pasado desapercibidas a lo largo del tiempo.

● No comprar por comprar, ni acumular bienes sin sentido. Un buen ejercicio, es inspeccionar en casa qué no necesitamos y a quién le podrían convenir esos objetos.

● La donación de tiempo y esfuerzo es igual o tal vez más valiosa que la monetaria. Ser voluntario en una entidad sin fines de lucro o institución que persiga un propósito social, es una forma estupenda de vivir el desprendimiento.

● Brindar una ayuda económica, según las posibilidades de cada uno, es otra opción que siempre caerá bien tanto a quien lo ofrece como a quien lo recibe.

● Transmitir a otros nuestro conocimiento, de forma que en un futuro, sean autónomos y puedan realizarlo sin nuestra ayuda.

● Regalar o donar un bien al que se sienta que se ha apegado.

● Procurar decir más veces “sí” cuando le pidan algo prestado sin poner pretextos de por medio.

“El desprendimiento es una actitud que enriquece, al contrario que apegarse al dinero y a las riquezas, que desola el corazón del hombre”

35 FRASES DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA CUARESMA 2015



35 frases del mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015: “Fortaleced vuestros corazones”
Mensajes del Papa Francisco para la Cuaresma 2015


Por: Revista Ecclesia | Fuente: Revista Ecclesia




La Cuaresma 2015 comienza el 18 de febrero, miércoles de ceniza. 35 frases del mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2015: “Fortaleced vuestros corazones”:



1.- La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero, sobre todo, es un ”tiempo de gracia” (2 Co 6,2).

2.- Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: “Nosotros amemos al Señor porque Él nos amó primero” (1 Jn 4,19).

3.- Él (Dios) no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede.

4.- (Sin embargo, nosotros) cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia.

5.- Esa actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de globalización de la indiferencia.

6.- Uno de los desafíos más urgentes sobre lo que quiere detenerme en este mensaje es el de la globalización de la indiferencia.

7.- La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.

8.- Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su propio Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y en la resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.

9.- Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf Ga 5, 6).

10.- Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo entra en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.

11.- El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo.

“Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1 Co 12,26)- La Iglesia

12.- La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, solo se puede testimoniar lo que antes de ha experimentado.

13.- El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y de su misericordia, que lo revista de Cristo para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres.

14.- La Cuaresma es un tiempo oportuno para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular, la eucaristía. En ella, nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo

15.- Quien es de Cristo pertenece a uno solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás.

16.- En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee solo para sí mismo, sino que lo es tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos.

“¿Dónde está tu hermano?” (Gn 4, 9) – Las parroquias y las comunidades

17.- Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades.

18.- En estas realidades eclesiales, ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo?, ¿un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar?, ¿un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, más pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos?, ¿o nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16, 19-31).

19.- Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence a la indiferencia.

20.- La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias que, con la muerte y resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza del corazón y el odio.

21.- Santa Teresita de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: “Cuanto mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas”.

22.- Toda la comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.

23.- La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8).

24.- ¡Cuánto deseo que los lugares en los que manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio de la indiferencia!

“¡Fortaleced vuestros corazones!” (St 5, 8)- La persona creyente

25.- También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir.

26.- ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?

b- En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia –también a nivel diocesano-, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

28.- En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia.

29.- La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar el interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.

30.- En tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye una llamada a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, la dependencia de Dios y de los hermanos.

31.- Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

32.- Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos en este tiempo de Cuaresma sed viva como una formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Deus caritas est, 31).

33.- Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y a las hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

34.- Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con vosotros a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús).

35.- De este modo, tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.

LA CONVERSIÓN DE CORAZÓN


La conversión del corazón
Jueves después de Ceniza. ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




Reflexionar es una conversión que no debe ser solamente una conversión exterior, sino que debe ir sobre todo hacia la conversión del corazón. La conversión del corazón que viene a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista por la Escritura, como un momento de elección por parte del hombre que debe dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la Iglesia nos invita a reflexionar más profundamente tenemos que preguntarnos: ¿Hacia dónde voy yo?

En la primera lectura Dios pone delante del pueblo de Israel el bien y el mal, diciéndole que puede elegir, decir a quién quiere servir, qué quiere hacer de su vida. Tú también vas a decidir si quieres vivir tu vida amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a Él, o vas a tener un corazón que se resiste. Es en lo profundo de nuestra intimidad donde acabamos descubriendo hacia quién estamos orientando nuestra vida.

La Escritura nos habla por un lado de un corazón que se resiste a Dios y por otro lado de un corazón que se adhiere a Dios. Mi corazón se resiste a Dios cuando no quiero ver su gracia, cuando no quiero ver su obra en mi vida, cuando no quiero ver su camino sobre mi existencia. Mi corazón se adhiere a Dios, cuando en medio de mil inquietudes, vicisitudes, en medio de mil circunstancias yo voy siendo capaz de descubrir, de encontrar, de amar, de ponerme de delante de Él y decirle: "aquí estoy, cuenta conmigo".

Jesús en el Evangelio nos presenta esta elección, entre resistencia del corazón y la adhesión del corazón como una adhesión por Él o contra Él: "El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue su cruz cada día y se venga conmigo." Una conversión que no es solamente el cambiar el comportamiento; una conversión que no es simplemente el tener una doctrina diferente; una conversión que no es buscarse a sí mismo, sino seguir a Jesucristo. Esta es la auténtica conversión del corazón.

Jesús pone como polo opuesto, como manifestación de la resistencia del corazón el querer ganar todo el mundo. ¿Qué prefieres tú? ¿Cuál es la opción de tu vida, cuál es el camino por el cual tu vida se orienta, ganar todo el mundo si no te ganas a ti mismo?, pero si has perdido a base de la resistencia de tu corazón lo más importante que eres tú mismo, ¿cómo te puedes encontrar?. Solamente te vas a encontrar adhiriéndote a Dios.

Deberíamos entrar en nuestra alma y ver que estamos ganando o qué estamos perdiendo, a qué nos estamos resistiendo y a quién nos estamos adhiriendo. Este es el doble juego que tenemos que hacer y no lo podemos evitar. Nuestra alma, de una forma u otra, se va a orientar hacia adherirse a Dios, automáticamente está construyendo en su interior la resistencia a Dios. El alma que no busca ganarse a sí misma dándose a Dios, está automáticamente perdiéndose a sí misma.

Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: "Dichoso el hombre que confía en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo": ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?

UNA ORACIÓN PARA EL TIEMPO DE CUARESMA, LETANÍAS DE HUMILDAD


Una oración recomendable para el tiempo de cuaresma: 
letanías de la humildad



El Cardenal Merry del Val, acostumbraba rezar estas Letanías diariamente, después de celebrar la Santa Misa
Por: Cardenal Merry del Val | Fuente: Catholic.net




Su Eminencia, el Cardenal Merry del Val, acostumbraba rezar estas Letanías diariamente, después de celebrar la Santa Misa.

¡Oh Jesús! Manso y Humilde de Corazón,
escúchame:

del deseo de ser reconocido, líbrame Señor
del deseo de ser estimado, líbrame Señor
del deseo de ser amado, líbrame Señor
del deseo de ser ensalzado, ....
del deseo de ser alabado, ...
del deseo de ser preferido, .....
del deseo de ser consultado,
del deseo de ser aprobado,
del deseo de quedar bien,
del deseo de recibir honores,

del temor de ser criticado, líbrame Señor
del temor de ser juzgado, líbrame Señor
del temor de ser atacado, líbrame Señor
del temor de ser humillado, ...
del temor de ser despreciado, ...
del temor de ser señalado,
del temor de perder la fama,
del temor de ser reprendido,
del temor de ser calumniado,
del temor de ser olvidado,
del temor de ser ridiculizado,
del temor de la injusticia,
del temor de ser sospechado,

Jesús, concédeme la gracia de desear:
-que los demás sean más amados que yo,
-que los demás sean más estimados que yo,
-que en la opinión del mundo,
otros sean engrandecidos y yo humillado,
-que los demás sean preferidos
y yo abandonado,
-que los demás sean alabados
y yo menospreciado,
-que los demás sean elegidos
en vez de mí en todo,
-que los demás sean más santos que yo,
siendo que yo me santifique debidamente.

Imprimatur: +James A.
McNulty, Obispo de Paterson, N.J.


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Examen de conciencia sobre la humildad

¿Me doy cuenta y tengo siempre presente que nada soy y nada puedo sin Dios?

¿Consiento pensamientos de engreimiento, vanidad y auto-suficiencia, tales como: “qué bueno(a) soy”, “qué bien hice esto”, “qué capaz soy”, etc., sin darme cuenta que todo es obra de Dios en mí?

¿Busco de los demás aprobación y reconocimiento?

¿Me doy yo mismo aprobación y reconocimiento … o cualidades y logros los refiero siempre a Dios?

¿Hablo siempre de mí y de mis cosas?

¿Me gusta llevar la voz cantante?

¿Me molesto ante críticas, ataques y humillaciones?

¿Acepto y reconozco mis faltas cuando soy corregido o creo yo tener la razón?

Cuando sirvo, ¿me proyecto yo mismo o soy portador de Dios?

Cuando hablo ¿me dejo inspirar por Dios o es mi propio yo la fuente de inspiración?

¿Trato de llamar la atención con mi supuesta “sabiduría”?
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