domingo, 30 de agosto de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 30 DE AGOSTO DEL 2015


La tragedia de una mascara
Tiempo Ordinario


Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23. Domingo 22o. Tiempo Ordinario B. Decimos que amamos a Dios con los labios, pero nuesro corazón está muy lejos de Él. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,- es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?» El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.». Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.

Oración introductoria
Señor, no permitas que mi oración se convierta en una costumbre o ritual sin relación con el amor. Por eso no te pido que quites de mi camino las dificultades ni el trabajo arduo para cumplir siempre y en todo tu voluntad. Sólo te pido tu gracia, sé que eso me basta para vivir con alegría este día.

Petición
Ven, Espíritu Santo, para que mi oración sea sincera, de corazón, llena de amor.

Meditación del Papa Francisco
A los fariseos que, como otros muchos judíos de entonces, no comían sin haber hecho las abluciones y observaban muchas tradiciones sobre la limpieza de los objetos, Jesús les dijo categóricamente: “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad”.
Por tanto, ¿en qué consiste la felicidad que sale de un corazón puro? Por la lista que hace Jesús de los males que vuelven al hombre impuro, vemos que se trata sobre todo de algo que tiene que ver con el campo de nuestras relaciones. Cada uno tiene que aprender a descubrir lo que puede "contaminar" su corazón, formarse una conciencia recta y sensible, capaz de “discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”. Si hemos de estar atentos y cuidar adecuadamente la creación, para que el aire, el agua, los alimentos no estén contaminados, mucho más tenemos que cuidar la pureza de lo más precioso que tenemos: nuestros corazones y nuestras relaciones. Esta "ecología humana" nos ayudará a respirar el aire puro que proviene de las cosas bellas, del amor verdadero, de la santidad. (Mensaje para la Jornada de la Juventud 2015, S.S. Francisco, 17 de febrero de 2015).
Reflexión
Esopo, famoso escritor griego, nos cuenta en una de sus fábulas que una zorra –animal sumamente curioso y astuto por naturaleza– entró de casualidad al taller de un orfebre y comenzó a observar, con gran maravilla, las diversas obras del artista. De pronto, reparó en una máscara de teatro bellamente pintada, y la estuvo examinando cuidadosamente. Y, después de unos minutos, decepcionada, exclamó: "¡Oh, qué grande y hermosa cabeza, pero no tiene cerebro!". Todo era pura fachada. Pero estaba vacía por dentro.

Algo muy semejante nos cuenta el Evangelio de hoy. Los escribas y los fariseos, en tiempos de nuestro Señor, se cuidaban de limpiar meticulosamente los platos, las jarras y las ollas, y de lavarse las manos con grandísimo esmero antes de las comidas, pensando que así eran más puros. Pero ésa era una pureza meramente legal, externa, de fachada, que no llegaba al corazón ni a la conciencia de las personas. A esos comportamientos y a otros gestos externos y de pura apariencia se le ha dado el nombre de "fariseísmo". Y nuestro Señor retrató perfectamente a estos pobres individuos en las diatribas que tuvo que dirigirles, llamándolos "sepulcros blanqueados y raza de víboras": por fuera, muy blancos y limpiecitos, pero por dentro eran un montón de huesos, de podredumbre, de odio y de intriga.

Tal vez el peor vicio de los fariseos, junto con la soberbia, era su hipocresía: creerse santos y perfectos a los ojos de Dios sólo porque observaban la Ley con escrupulosidad, hasta los detalles más banales, mientras descuidaban la justicia, la caridad y la misericordia. Y en su aparente santidad, buscaban sólo el aplauso y la aprobación de los hombres, mientras que cometían toda clase de abusos y de fraudes, amparados en su cargo y en su clase social. ¡Máscaras vacías! ¿Sabías tú que la palabra "hipócrita" es una palabra griega? Y significa, ni más ni menos, artista, actor, payaso, máscara de teatro. O sea, puras apariencias, bajo las cuales se esconde la verdadera identidad de la persona.

Hace tiempo escuché una melodía del cantante mexicano Javier Solís, titulada "el payaso". Y entre los acordes de la melodía, la letra describe la vida triste y desgraciada de ese payaso, que es una pura apariencia ante la sociedad.

Otro mexicano, el poeta Juan de Dios Peza, escribió una poesía que trata de este mismo tema. Se llama "Reír llorando". Y narra la vida de un famosísimo cómico inglés, Garrik, que hacía morir de risa a todos los espectadores. Todos lo consideraban el más dichoso de la tierra y el más feliz. Y, sin embargo, sufría éste de una angustia mortal y se moría de tristeza y depresión por no encontrar él mismo una verdadera alegría y sentido a su existencia. Por dentro era el más desgraciado de los hombres. Al final de la historia, concluye el poeta: "El carnaval del mundo engaña tanto, que nuestras vidas son unas breves mascaradas. Aquí aprendemos a reír con llanto, y también a llorar con carcajadas". ¡Era una máscara!

Esto es el fariseísmo. A esto llamamos hipocresía. ¡Pobres los seres humanos que viven en este terrible engaño, en esta mentira, tratando de aparentar algo y siendo otra cosa, o siendo casi nada! Nuestro Señor llamó al diablo "padre de la mentira y homicida", diametralmente opuesto a El, que se autodenominó "el Camino, la Verdad y la Vida".

Por eso nuestro Señor fue siempre tan duro con los fariseos cuando trató de desenmascarar su repugnante vicio: su hipocresía, su insinceridad y la mentira en que vivían. Por eso también en el Evangelio de hoy, les dice con tonos fuertes: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está muy lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son puros preceptos humanos”. Dejáis de lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres...». Una piedad sin caridad es una farsa. Un legalismo sin corazón es fanatismo mortal, pero no es verdadera religión. Donde falta el amor, no está Dios. Y la auténtica pureza no es la externa, sino la del alma.

Ojalá nosotros no caigamos nunca en este vicio tan repugnante, porque las máscaras no son más que máscaras. La comedia se convierte en tragedia. Pidámosle esta gracia a Dios nuestro Señor y tratemos de ser siempre muy sinceros, humildes, sencillos y transparentes en nuestras relaciones con El, con los demás y con nuestra propia conciencia.

Propósito
Acercarme a la confesión sacramental, después de un examen de conciencia,  revisando cómo estoy cumpliendo la voluntad de Dios.

Diálogo con Cristo
Gracias, Jesús, por recordarme que lo que debo pedir en la oración es saber reconocer qué es lo realmente importante en esta vida y qué me puede apartar de tu gracia. Tú no le temías a nada, no tenías miedo de Satanás ni a las críticas de los demás. Aunque te causó sudar sangre no tuviste miedo al camino estrecho y arduo que tendrías que recorrer para cumplir la voluntad de Dios. ¡Dame la luz y la fuerza de una fe firme para recorrer ese mismo camino!

 
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Cordova LC

NO AFERRARSE A LAS TRADICIONES - REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE AGOSTO


No aferrarse a las tradiciones



No sabemos cuándo ni dónde ocurrió el enfrentamiento. Al evangelista solo le interesa evocar la atmósfera en la que se mueve Jesús, rodeado de maestros de la ley, observantes escrupulosos de las tradiciones, que se resisten ciegamente a la novedad que el Profeta del amor quiere introducir en sus vidas.

Los fariseos observan indignados que sus discípulos comen con manos impuras. No lo pueden tolerar: « ¿Por qué tus discípulos no siguen las tradiciones de los  mayores?». Aunque hablan de los discípulos, el ataque va dirigido a Jesús. Tienen razón. Es Jesús el que está rompiendo esa obediencia ciega a las tradiciones al crear en torno suyo un "espacio de libertad" donde lo decisivo es el amor.

Aquel grupo de maestros religiosos no ha entendido nada del reino de Dios que Jesús les está anunciando. En su corazón no reina Dios. Sigue reinando la ley, las normas, los usos y las costumbres marcadas por las tradiciones. Para ellos lo importante es observar lo establecido por "los mayores". No piensan en el bien de las personas. No les preocupa "buscar el reino de Dios y su justicia".

El error es grave. Por eso, Jesús les responde con palabras duras: «Vosotros dejáis de lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres ». Los doctores hablan con veneración de "tradición de los mayores" y le atribuyen autoridad divina. Pero Jesús la califica de "tradición humana". No hay que confundir jamás la voluntad de Dios con lo que es fruto de los hombres.

Sería también hoy un grave error que la Iglesia quedara prisionera de tradiciones humanas de nuestros antepasados, cuando todo nos está llamando a una conversión profunda a Jesucristo, nuestro único Maestro y Señor. Lo que nos ha de preocupar no es conservar intacto el pasado, sino hacer posible el nacimiento de una Iglesia  y de unas comunidades cristianas capaces de reproducir con fidelidad el Evangelio y de actualizar el proyecto del reino de Dios en la sociedad contemporánea.

Nuestra responsabilidad primera no es repetir el pasado, sino hacer posible en nuestros días la acogida de Jesucristo, sin ocultarlo ni oscurecerlo con tradiciones humanas, por muy venerables que nos puedan parecer.


© José Antonio Pagola

DIEZ FRUTOS DE LA CONFESIÓN FRECUENTE


Diez frutos de la confesión frecuente
Es nuestra manera de “lavarle los pies” al Señor con nuestro arrepentimiento, y ungírselos con nuestro amor y nuestros propósitos de mejora.

Por: P. Eduardo Volpacchio | Fuente: Catholic.net 



Meditación de Lc 7, 35-50

Jesús en casa de Simón. Una mujer convertida (pecadora dice San Lucas, en realidad una ex-pecadora y, por cierto, muy arrepentida) llora a sus pies. No creo que quisiera lavar los pies del Señor, sino simplemente besarlos mil veces, sin querer ni poder contener las lágrimas. El arrepentimiento de amor. Llora sus pecados, llora de amor.

Simón no se da cuenta de lo que está pasando.

Y piensa que es Jesús el que no se da cuenta.

A Simón le desilusiona que Jesús no se dé cuenta de que es una pecadora.

Y él no se da cuenta de que ya no lo es más.

Qué curioso somos los hombres: pensamos que Dios no se da cuenta, cuando los que no nos damos cuenta somos nosotros.

Jesús lo trae a la realidad con una parábola acerca de dos deudores insolventes. ¿Quién amará más? El perdón y el amor. A quién ama más, se le perdona más. A quien se le perdona más, ama más. Una simple regla de proporciones directas. A quien se le perdona menos ama menos. Una ley del amor.

Mandándonos el primer mandamiento el crecimiento del amor, nos interesa mucho esta ley de proporciones del amor.

Jesús no dice que a quien se le perdonan cosas más graves, ama más. No, no es cuestión de dedicarnos a pecar a bestia, para llegar a amar más.

Simplemente al que se le perdona mucho, ama mucho.

Llamativamente, Jesús reclama a Simón una serie de desatenciones: lavado de pies, beso, unción con perfume… ninguna de ellas representa un pecado, ni siquiera venial. Pero Jesús no lo deja pasar porque son faltas de amor. ¿No tendrá acaso Simón que pedir perdón por ellas?

El que ama mucho, se le perdona mucho. ¿Por qué? Porque su amor le lleva a descubrir muchas pequeñas cosas que duelen. Duelen porque ama. Y, porque duelen, ve la necesidad de pedir perdón. Y porque lo pide, se le perdonan. Porque se le perdonan, ama más. ¡Un círculo virtuoso! Descubrir desamor, dolerse, pedir perdón, ser perdonado; entonces amar más, y con más amor se descubrir el desamor...

Amar significa hacer feliz a la persona amada, y esto incluye necesariamente querer “ahorrarle” hasta las pequeñas molestias de nuestros defectos que no acabamos de poder evitar... Y, como no acabamos de poder evitarlos, en cuanto nos damos cuenta, pedimos perdón, para entrar así gozosamente de nuevo en este círculo virtuoso de amor.



Sentido de la confesión frecuente
¿Qué tiene que ver la confesión con todo esto?

Es nuestra manera de “lavarle los pies” al Señor con nuestro arrepentimiento, y ungírselos con nuestro amor y nuestros propósitos de mejora.

A quien se le perdona mucho, ama mucho. Queremos que el Señor nos perdone todos nuestros pecados y también las faltas de amor e imperfecciones que “no llegan” a la categoría de pecado. Porque amamos mucho y queremos amar más todavía.

La Iglesia siempre ha recomendado la práctica de la confesión frecuente (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica,  1458).

¿Por qué? ¿Para qué? No porque sea necesario para comulgar –obviamente si estamos en gracia-. Y tampoco porque tengamos miedo al infierno. Sino como delicadeza de amor.

No porque seamos escrupulosos, y veamos en todo pecados gravísimos. Sabemos que el pecado grave es grave; en cambio el venial, es venial; y las imperfecciones, simples faltas de amor. Pero, el amor hace que también nos duelan las faltas pequeñas, sabiendo que son pequeñas.

Para crecer en delicadeza de conciencia. Para crecer en el amor.

Hay quienes, por más que buscan, no encuentran pecados en su vida. Otros, en cambio se duelen, de fallarle al Señor en cosas pequeñas. Es cuestión de amor.

La confesión no existe sólo para perdonar pecados graves, es un medio excelente de santificación: divino. El lugar de encuentro con la Misericordia infinita de Dios. Y nos interesa mucho vernos inundados por ella. Purificados por la gracia. Santificados por su amor.


Diez frutos de la confesión frecuente

1. Por el hecho de ser un sacramento, su principal efecto es aumentarnos gracia santificante, es decir, la participación de la vida divina en nuestra alma. Y junto con al gracia, las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y los dones del Espíritu Santo.

2. Este encuentro con la misericordia infinita de Dios va purificando cada vez más nuestra alma. La confesión va remitiendo de parte de la pena temporal debida por nuestros pecados.

3. Con los consejos y aclaraciones que nos dan, ayuda a formar la propia conciencia.

4. La confesión supone varios actos de humildad: hacer examen de conciencia, sinceridad al acusarse de los pecados, superar la vergüenza, obediencia al cumplir la penitencia. Por eso nos hace crecer en esta virtud.

5. Nos permite reconocer mis faltas pequeñas concretas y pedir perdón por ellas. ¿Qué críticas hice hace tres meses? No lo recuerdo. ¿Distracciones u omisiones voluntarias en la oración? ¿Discusiones, ironías faltas de caridad, etc.? En concreto, no me acuerdo. Sé, en general, que debo haber fallado en esas cosas... pero en concreto, sería imposible acordarse. De mis faltas más “gordas” puedo acordarme, pero no de las más comunes, de las que entonces no me arrepentiría por olvido. Más allá que la confesión me perdone también las faltas que sin culpa propia no puedo confesar por olvido, y que Dios nos perdona mucho más de lo que somos capaces de darnos cuenta, sacaríamos mucho más provecho para nuestras almas si las tuviéramos en cuenta.

6. Lo dicho en el número anterior, explica que nos haga crecer en conocimiento propio: la confesión frecuente lleva consigo el examen habitual de nuestra vida. Puedo conocer mejor en qué tengo que mejorar, qué defectos tengo que superar, etc.

7. Nos ayuda a luchar por ser santos. Todos tenemos experiencia de nuestra poca “autonomía de vuelo” y de hecho, nos esforzamos especialmente por mejorar en los períodos de tiempo cercanos a la confesión. Con el paso del tiempo con facilidad vamos aflojando en ese empeño. La explicación es que la confesión nos da una gracia específica para luchar en las cosas en que nos confesamos: Dios no sólo nos perdona, sino que de alguna manera se compromete en ayudarnos a superar esa dificultad. Así la confesión frecuente se convierte en un “arma” indispensable en el camino de la santidad.

8. Recibir la misericordia divina, nos impulsa a ser también nosotros misericordiosos con los demás.

9. Si procuramos confesarnos habitualmente con el mismo confesor, nos conocerá mejor, lo que permitirá que sus consejos sean más personales según las necesidades de nuestra alma.

10. Nos llena de alegría y paz interior.



¿Cada cuanto sería bueno que me confiese?
En general no hay reglas fijas. El único punto de referencia es la obligación que nos señala la Iglesia de hacerlo al menos una vez al año (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1457).

Dependerá de las necesidades de cada alma y de la facilidad que se tenga para encontrar un confesor.

Quien está en pecado mortal, debería confesarse cuanto antes para recuperar la gracia, y así tener la gracia santificante vivificando su vida, al Espíritu Santo habitando en su alma, y también para poder volver a comulgar.

Quien no tiene pecados mortales, dependerá de sus expectativas de santidad: cuanto más santo quiera ser, más se confesará (obviamente dentro de ciertos límites, en principio no hace falta hacerlo más de una vez por semana).

A un cristiano practicante, que quiere evitar el pecado y vivir cerca de Dios, le aconsejaría que lo haga al menos una vez por mes.

A un cristiano que quisiera cultivar su vida interior, le aconsejaría hacerlo cada quince días –o incluso semanalmente-, para así poder también tener una guía para su alma. Basta recordar que una de las condiciones para ganar indulgencias es la confesión dentro de la semana en que se ha realizado la acción indulgenciada.

IMÁGENES DE SANTA ROSA DE LIMA











ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA


ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA



Santa Rosa, "Rosa y Reina del Perú", encendida en el amor a Dios y a la fe, te apartaste del mundo y te entregaste a Cristo en medio de admirables penitencias.

Quisiste ser apóstol y llevar a todos los hombres hacia Jesús. Para ello renunciaste a tu hermosura y a tus atractivos humanos, mortificando tu cuerpo... Alcánzanos el camino de la verdadera vida para que lleguemos a gozar un día de los bienes eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

SANTA ROSA DE LIMA, PATRONA DE PERÚ, AMÉRICA Y LAS FILIPINAS, 30 DE AGOSTO


Rosa de Lima, Santa
La primera mujer declarada santa de todo el continente americano, 30 de agosto
Por: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 




Patrona de Perú, América y las Filipinas
30 de agosto

Etimológicamente significa” rosa, jardín florido”. Viene de la lengua latina.

La primera mujer declarada santa de todo el continente americano

El Papa Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones". Lo cual es mucho decir.

Isabel Flores de Oliva, hija de Gaspar de Flores y María de Oliva, que por su belleza recibió popularmente el nombre de "Rosa" al que ella añadió "de Santa María" En el bautizo le pusieron el nombre de Isabel, pero luego la mamá al ver que al paso de los años su rostro se volvía sonrosado y hermoso como una rosa, empezó a llamarla con el nombre de Rosa. Y el Sr. Arzobispo al darle la confirmación le puso definitivamente ese nombre, con el cual es conocida ahora en todo el mundo.

En los años en que nació Santa Rosa de Lima, la sociedad de su época, propia de un periodo colonial, esta orientada en varios aspectos por el ideal de tener más. Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una seria educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.

Lima tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo. Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o "doctrinas".

Desde pequeñita Rosa tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación. Un día rezando ante una imagen de la Virgen María le pareció que el niño Jesús le decía: "Rosa conságrame a mí todo tu amor". Y en adelante se propuso no vivir sino para amar a Jesucristo. Y al oír a su hermano decir que si muchos hombres se enamoraban perdidamente era por la atracción de una larga cabellera ó de una piel muy hermosa, se cortó el cabello y se propuso llevar el rostro cubierto con un velo, para no ser motivo de tentaciones para nadie. Quería dedicarse únicamente a amar a Jesucristo.

Rosa en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde fuera del convento, esto sucedió así:

Se había propuesto irse de monja agustina. Pero el día en que fue a arrodillarse ante la imagen de la Virgen Santísima para pedirle que le iluminara si debía irse de monja ó no, sintió que no podía levantarse del suelo donde estaba arrodillada. Llamó a su hermano a que le ayudara a levantarse pero él tampoco fue capaz de moverla de allí. Entonces se dio cuenta de que la voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su idea". Tan pronto pronunció estas palabras quedó totalmente sin parálisis y se pudo levantar del suelo fácilmente.

A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar, había sucedido que ella vino a saber que la más famosa terciaria dominica es Santa Catalina de Siena (29 de abril) y se propuso estudiar su vida e imitarla en todo. Y lo logró de manera admirable. Se fabricó una túnica blanca y el manto negro y el velo también negro para la cabeza, y así empezó a asistir a las reuniones religiosas del templo.

Su padre fracasó en el negocio de una mina y la familia quedó en gran pobreza. Entonces Rosa se dedicó durante varias horas de cada día a cultivar un huerto en el solar de la casa y durante varias horas de la noche a hacer costuras, para ayudar a los gastos del hogar. Como dominica seglar da clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara). En aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.

Participa en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa, en la huerta de sus padres, construye una cabaña, una ermita, con el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". A esto une una serie de mortificaciones. Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria para ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás, persona las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la compasión.

Es difícil encontrar en América otro caso de mujer que haya hecho mayores penitencias, lo primero que se propuso mortificar fue su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. Y en ella, como en todas las cenicientas del mundo se ha cumplido lo que dijo Jesús: "quien se humilla será enaltecido".-

Una segunda penitencia de Rosa de lima fue la de los alimentos. Su ayuno era casi continuo. Y su abstinencia de carnes era perpetua. Comía lo mínimo necesario para no desfallecer de debilidad. Aún los días de mayores calores, no tomaba bebidas refrescantes de ninguna clase, y aunque a veces la sed la atormentaba, le bastaba mirar el crucifijo y recordar la sed de Jesús en la cruz, para tener valor y seguir aguantando su sed, por amor a Dios.

Dormía sobre duras tablas, con un palo por almohada. Alguna vez que le empezaron a llegar deseos de cambiar sus tablas por un colchón y una almohada, miró al crucifijo y le pareció que Jesús le decía: "Mi cruz, era mucho más cruel que todo esto". Y desde ese día nunca más volvió a pensar en buscar un lecho más cómodo.

Los últimos años vivía continuamente en un ambiente de oración mística, con la mente casi ya más en el cielo que en la tierra. Su oración y sus sacrificios y penitencias conseguían numerosas conversiones de pecadores, y aumento de fervor en muchos religiosos y sacerdotes. En la ciudad de Lima había ya una convicción general de que esta muchacha era una verdadera santa.-

Rosa de Lima, pasó los tres últimos años de su vida en la casa de Don Gonzalo de Massa, desde 1614 a 1617. Don Gonzalo era un empleado rico del gobierno y su esposa, María de Uzategui, tenía un gran aprecio por Rosa. Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".

Desde 1614 ya cada año al llegar la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto, demuestra su gran alegría. Y explica el porqué de este comportamiento: "Es que en una fiesta de San Bartolomé iré para siempre a estar cerca de mi redentor Jesucristo". Y así sucedió. El 24 de agosto del año 1617, después de terrible y dolorosa agonía, expiró con la alegría de irse a estar para siempre junto al amadísimo Salvador a los 31 años.

Y a esta muchacha de condición económica pobre y sin muchos estudios, le hicieron un funeral poco común en la ciudad de Lima. La primera cuadra llevaron su ataúd los monseñores de la catedral, como lo hacían cuando moría un arzobispo. La segunda cuadra lo llevaron los senadores (u oidores), como lo hacían cuando moría un virrey. Y la tercera cuadra lo llevaron los religiosos de las Comunidades, para demostrarle su gran veneración. El entierro hubo que postponerlo porque inmensas multitudes querían visitar su cadáver, y filas interminables de fieles pasaban con devota veneración frente a él. Después la sepultaron en una de las paredes del templo

Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América Meridional y Filipinas la veneran como patrona.

Así es, como es celebrada como la primera flor de santidad de América, insigne por la fragancia de su penitencia y oración. Dotada de brillantes cualidades y dotes de ingenio que tuvo ya desde niña se consagra al Señor con voto de virginidad. Sintió profunda veneración por Santa Catalina de Siena , con quien se advierte una sorprendente afinidad, así fue como por ello decidió en 1606, inscribirse en la Orden Seglar Dominicana para darse más plenamente a la perfección evangélica.

Esta amante de la soledad dedicó gran parte del tiempo a la contemplación deseando también introducir a otros en los arcanos de la "oración secreta", divulgando para ello libros espirituales. Anima a los sacerdotes para que atraigan a todos al amor a la oración.

Recluida frecuentemente en la pequeña ermita que se hizo en el huerto de sus padres, abrirá su alma a la obra misionera de la Iglesia con celo ardiente por la salvación de los pecadores y de los "indios". Por ellos desea dar su vida y se entrega a duras penitencias, para ganarlos a Cristo. Durante quince años soportará gran aridez espiritual como crisol purificador. También destaca por sus obras de misericordia con los necesitados y oprimidos.

Rosa arde en amor a Jesús en la Eucaristía y en honda piedad para con su Madre, cuyo rosario propaga con infatigable celo, estimando que todo cristiano "debe predicarlo con la palabra y tenerlo grabado en el corazón".

Los milagros empezaron a sucederse en favor de los que invocaban la intercesión de Rosa, y el sumo pontífice la declaró santa y la proclamó Patrona de América Latina, Rosa de Lima, es la más bella rosa que ha producido nuestro continente.
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