miércoles, 31 de agosto de 2016

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 31 DE AGOSTO, LA CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO



Curación de la suegra de Pedro
Milagros de Jesús


Lucas 4, 38-44. Tiempo Ordinario. Cristo te cura de las enfermedades del alma, siempre está atento...solo tienes que pedirlo. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que Él era el Cristo. Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado. E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Oración introductoria

Señor, yo también estoy buscándote en mi interior. Ayúdame a ver qué es lo que necesito cambiar para que aprecie y valore más tu presencia en mi vida. Yo también estoy enfermo, te pido que en esta oración te dignes hacer algo por mí. Creo en Ti, confío en Ti y te amo.

Petición
Jesús, dame la humildad para saber reconocer tu presencia en mi vida.

 
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Una Misericordia en camino.
«También tengo que»… este «también tengo que» que pronunciaste con tus palabras me ilumina tanto. En verdad llevaste una vida de ininterrumpida entrega, de inmolación sin tregua, de continuo sacrificio. Contemplo y vuelvo a contemplar tu vida y no veo sino un corazón que nunca supo qué significaba no amar –a no ser que lo experimentase pasivamente, y cuánto dolor no te causó (y te causa).
Señor, no me cansaré de repetirlo y te doy gracias por sostenerme en esta ilusión: te pido un corazón semejante al tuyo, que sepa estimar las cosas con tu percepción, que sepa apreciar las situaciones con tu espíritu, mirar a las personas con tu perspectiva. Dame un corazón que antes se canse de vivir para sí mismo, que de entregarse a los demás. Hazme un corazón sencillo, que no entienda de egoísmos, de «mi tiempo», de los «yo quisiera que», «me gustaría más», «preferiría mejor»… hazme un corazón cuya única ilusión sea amar, sea dar, entregarse, dar testimonio verdadero del Amor. Dame un corazón valiente, que sepa superar los miedos o sobrellevarlos puesta la confianza en Ti. Un corazón que viva bajo la tensión del darse antes que la del buscarse. Dame un corazón que en entregarse totalmente encuentre su único descanso. Dame un corazón humilde, que sepa aprender de los demás, maravillarse, alegrarse, entristecerse, acompañar y elevar a todos hacia tu Amor.


Un corazón que camine cada instante hacia la cruz, tal como el tuyo, hasta consumirse por amor…
 «La Misericordia de nuestro Dios es infinita e inefable y expresamos el dinamismo de este misterio como una Misericordia “siempre más grande”, una Misericordia en camino, una Misericordia que cada día busca el modo de dar un paso adelante, un pasito más allá, avanzando sobre las tierras de nadie, en las que reinaba la indiferencia y la violencia.»
 (Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).

Reflexión
Es admirable el trabajo de los médicos. Nunca tienen un rato de descanso, porque allí donde van, aunque sea a una fiesta, todo el mundo se acerca para hablarles de sus padecimientos y enfermedades.

Así me imagino también a Jesús. No había llegado todavía a casa de su amigo Pedro cuando ya le piden un milagro. Y por la tarde vinieron a suplicarle que sanara a otros enfermos. Y al salir el sol le seguían buscando incluso en el desierto.

¡Qué grande es el Corazón de Cristo! Qué paciente, las veinticuatro horas del día, sin pedir nada a cambio. La Palabra ablanda cualquier corazón, aunque sea más duro que las piedras.. Le apasionaba su misión. Sabía que tenía que aprovechar los tres años de vida pública y no se permitió ni un momento de reposo.

Esto nos enseña a tomarnos en serio nuestra vida. El tiempo que Dios nos ha concedido no puede tirarse a la basura con entretenimientos estériles. Hay mucho que hacer, y algún día nos pedirán cuentas de lo que hayamos hecho. Seguro que tienes varias tareas pendientes que están esperando su momento. ¿Y cuando llegará? Quién sabe.

Es cuestión de organizarse bien, de tener el día programado para rendir al máximo, aun sacrificando el tiempo dedicado a la televisión. Debemos ser exigentes con el uso de las horas. No pueden desperdiciarse, porque nunca más volverán.

Primero es necesario establecer una jerarquía. ¿Qué es lo más importante para mí? No hay que descuidar el trabajo, ni la familia, ni los momentos para Dios, ni las actividades que enriquezcan a los que viven en la misma ciudad o país. Sepamos sacarle el jugo a la vida que Dios nos ha regalado.

Propósito
Consolar a una persona enferma, más que con palabras, con mi cercanía serena y sincera.

Diálogo con Cristo
Señor, gracias por venir a mi casa en esta oración. Estoy agradecido por la atención personal que me das, especialmente cuando estoy enfermo y necesitado de tu gracia. Quiero corresponder rápidamente, como lo hizo la suegra de Pedro, sirviendo con alegría y prontitud a todos mis hermanos. El mundo está enfermo, muchos tienen una gran necesidad de Ti. Te ofrezco ser generoso y compartir la fuerza de tu presencia en mi vida.

SEÑOR, TÚ ME LLAMASTE


Señor, tú me llamaste…



Hay llamadas de Dios que exigen un cambio fundamental en la vida, pero otras más sutiles sólo significan una nueva orientación dentro de tus habituales ocupaciones. Lo importante es vivir siempre alerta al Espíritu de Dios que nos hace llegar inspiraciones y mociones para vivir una vida más plena y satisfactoria, más generosa y entregada.

Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente, mano que bendice y que ama.

Señor, tú me llamaste para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas, que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras conmigo.

Todos en una época de su vida tienen que afrontar una decisión importante: ¿qué seré cuando sea grande? Es el planteo del problema vocacional. Resolverlo con acierto es decisivo porque incide en tu felicidad. Para eso debes empezar por conocer tu propia verdad: inclinaciones y disposiciones naturales que te marcan, desde el nacimiento, una dirección.


* Enviado por el P. Natalio

SALMO 32 - DICHOSO EL PUEBLO QUE EL SEÑOR SE ESCOGIÓ COMO HEREDAD


Salmo
Sal 32,12-13.14-15.20-21

R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad



Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.

Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

BASTA UN MINUTO


Basta un minuto


El tiempo es un bien muy valioso. Pero, la verdad es que tendemos a desperdiciarlo, en vez de aprovecharlo con sabiduría y prudencia. Es evidente que no debes emplear demasiado tiempo en tareas pequeñas y, por el contrario, poco tiempo en los asuntos importantes. Es urgente y vital aprender a distinguir lo importante de lo secundario.

En un minuto uno dice el "sí" o el "no" que cambiará toda su vida. Un minuto para un apretón de manos y conquistar un nuevo amigo. Un minuto para sentir la responsabilidad pesar en los hombros, la tristeza de la derrota, la amargura de la incertidumbre, el hielo de la soledad, la ansiedad de la espera, la marca de la decepción, la alegría de la victoria... En un minuto se puede amar, buscar, compartir, perdonar, esperar, creer, vencer y ser... En un simple minuto se puede salvar una vida.

Sé prudente en armonizar el trabajo con el descanso, la vida de estudio y reflexión con la vida social, el cuidado del cuerpo y el del espíritu. Los autores clásicos tenían un proverbio muy sabio: “Nada en exceso”. Que sepas organizar tu día con sabiduría y prudencia.


* Enviado por el P. Natalio

6 PENSAMIENTOS Y ESTADOS DE ÁNIMO CON LOS QUE NOS TIENTA EL DEMONIO


Seis pensamientos y estados de ánimo aparentemente espirituales con los que nos tienta el demonio
El problema es que el demonio es muy astuto, y nosotros, los cristianos, muchas veces nos pasamos de tontos


Por: Mauricio Artieda | Fuente: Catholic-link.com 




Por si a alguien todavía no le queda claro: el demonio no es un mito y los seres humanos no somos de su particular agrado; es más, el muy cobarde, puesto que a Dios no puede hacerle ningún daño directo, decidió herirlo a través de las criaturas que Él más amaba: nosotros. Por eso nadie se espante, especialmente los cristianos (su presa favorita), si les digo que el demonio constantemente nos ataca y nos tienta para que ofendamos a nuestro Creador.

El problema es que el demonio es muy astuto, y nosotros, los cristianos, muchas veces nos pasamos de tontos. Creemos que ir a Misa, rezar el Rosario y tratar de vivir una vida cristiana coherente nos exime automáticamente de toda preocupación por la presencia de este indeseable sujeto. Lamento decir que la realidad no es así. El demonio redobla sus esfuerzos cuando ve coherencia cristiana en nuestras vidas, asume nuevos rostros y actualiza sus estrategias. Una metáfora puede ayudarnos: un ladrón quiere entrar a robar en una casa. Merodeando su objetivo y rumiando su plan descubre que ahí vive una joven cuyo novio, a una determinada hora, le lanza piedritas a la ventana para que ella se asome por el balcón y le permita entrar. ¿Qué deberá hacer el ladrón para engañar a la joven? Seguramente lanzar piedritas a la hora correcta solo podría servirle para ganarse un escopetazo del Papá. Es obvio que el plan debe consistir en disfrazarse del novio, copiar su modo de andar e impostar la voz para lograr un tono lo más parecido posible. Creo que es un buen ejemplo para entender cómo se filtra el demonio y sus tentaciones en la vida de un cristiano. El demonio, al no poder presentarnos la tentación de manera burda porque sabe bien que serían rápidamente rechazadas, cambia de plan e intenta presentarse con pensamientos y estados de ánimo que parecen espirituales para poco a poco desviarnos de la relación con Dios.

¿Cuáles son esos pensamientos y estados de ánimo en apariencia positivos y espirituales pero que en el fondo son tentaciones? Me voy a valer del libro El discernimiento del Padre Marko Rupnik, que por cierto recomiendo mucho, para responder a esta pregunta. Éste se basa, a su vez, en los padres de la Iglesia, es por ello que los puntos que se vienen tienen mucho de la riqueza de la tradición y la sabiduría de la Iglesia.

Volver a centrar la mirada en uno mismo

No sé si lo han experimentado como yo pero cuando decidí ser un cristiano de verdad uno de los grandes cambios espirituales que Dios me ayudó a hacer fue el de sacar la mirada de mí mismo y ponerla en los demás. Descubrí que había más alegría en dar que en recibir y que la alegría de la comunión auténtica no se comparaba a los opacos destellos de satisfacción que ofrece el egoísmo. En el combate espiritual es aquí donde el demonio se juega todas su cartas. Y es que es muy difícil engañar o inducir a error a una persona que tiene la mirada y el corazón puestos en Dios y en los demás. Por decirlo de una manera, el amor es la “criptonita” del maligno.

Más que el primer punto podríamos decir que esta es la estrategia base que inspirará las demás tentaciones. El demonio necesita que agachemos la cabeza, que centremos la mirada nuevamente en nosotros mismos para poder atacar con efectividad. Este aflorar de un amor propio desordenado es una enfermedad espiritual que los Padre de la Iglesia han llamado: Filaucia. Veamos cuáles son los modos sutiles con los que el demonio trata de inocularla en nuestra vida cristiana.


1. Hacernos creer que la fe es contenido y no relación

La fe cristiana es una vida de relación con Cristo. Una relación que se manifiesta de muchos modos: en lo que creemos, en lo que queremos, en lo que pensamos y en lo que elegimos. Es una fe que informa y enriquece toda nuestra vida porque es una fe viva, fundada en una relación actual y real con el Señor Jesús.

Cuando la vida del cristiano está nutrida por un dialogo amoroso con Cristo, el demonio poco o nada tiene que hacer. Su estrategia, por lo tanto, consistirá en desvitalizar esta relación. ¿Cómo lo hace? Pues tratando de que nuestros pensamientos y sentimientos religiosos; ya sea nuestra aspiración a la santidad, nuestra piedad eucarística o nuestra sensibilidad espiritual y social, entre otras, empiecen a parecernos más una conquista personal que un don recibido. El objetivo del demonio es hacer de nosotros personas religiosas sin Dios. Querrá hacernos creer que podemos mejorar como cristianos prescindiendo -paulatinamente- de las exigencias propias de una relación de amistad con Jesús.

Lo que el demonio no nos dirá es que nadie puede apropiarse de la fe sin sofocarla y desvirtuarla. Cuando el cristiano empieza percibirse como el principal autor de su vida cristiana la fe pierde toda la energía y actualidad que le donaba la dinámica relacional y se enfría hasta el punto de convertirse una ideología como cualquier otra. Es decir, en un conjunto de ideas en las que se cree (doctrina), que han modelado las costumbres de una familia o un pueblo (tradición) y que se traducen en una serie de normas de conducta útiles para llevar una vida correcta (moral). ¿Nunca les ha pasado que se encuentran con un cristiano que define el cristianismo de este modo?

Las consecuencia son obvias. Cuando la fe se convierte en ideología, aburre; se abre una grieta enorme entre la vida concreta y las propias creencias. La Encarnación, la Muerte y la Resurrección de Cristo adquieren repentinamente la misma relevancia que Neptuno, Urano y Saturno en nuestra vida. El demonio ha vencido. Nos ha convertido en cristianos bien adoctrinados, asiduos en las prácticas y rituales católicos, moralmente ejemplares… y muertos por dentro.

2. La sensualidad

Es fundamental rezar y realizar con amor nuestras actividades religiosas. No es atípico y no está mal que realizando todo esto experimentemos satisfacción y paz interior. ¡Estamos haciendo lo que la Iglesia nos invita a hacer y estamos perseverando! Es algo para sentirse felices, que nadie te diga lo contrario. Pero hay un peligro del que te quiero advertir; se trata de algo muy sutil: es muy fácil perder el horizonte y empezar a practicar nuestros ejercicios de devoción ya no con el objetivo de acercarnos a Dios y reforzar nuestro amor por Él, sino por el gusto que estas prácticas nos producen. Por lo que nos hacen sentir o por la imagen personal que empezamos a construir a partir de ellas.

¿Cómo podemos saber cuándo nos ocurre esto? El P. Rupnik nos da un excelente consejo: “Es importante estar atentos al proceso de los pensamientos y de los sentimientos en las oraciones y en los momentos espirituales de gran calor e intensidad (…) el enemigo se sirve de una imaginación que tiene por objeto las cosas de Dios, las cosas santas, las personas santas, o bien nosotros mismos, nuestro futuro espiritual, con el fin de suscitar en nosotros convicciones y pensamientos que, o nos hacen protagonistas “sensuales” de la vida espiritual -deseosos sobre todo de esta satisfacción- o bien, nos hacen sentirnos contentos de estar en este camino porque es satisfactorio”. Por experiencia propia, creo que no es difícil darse cuenta de la naturaleza de nuestros pensamientos y sentimientos una vez que nos hemos hecho conscientes de la necesidad de realizar su análisis. Lo difícil es precisamente esto último. Por esta razón la Iglesia recomienda no perder de vista nuestro examen de conciencia.

3. El apego a las propias ideas o planes

El éxito nos encanta. Somos seres humanos. Queremos que nuestros proyectos salgan bien e incluso rezamos para que esto sea así. No tiene nada de malo, es más, Dios también quiere que nuestras empresas evangelizadores salgan adelante. Sin embargo, el demonio sabe muy bien que el corazón humano a veces se entrega demasiado a los propios proyectos. El hecho de que nuestras obras busquen la evangelización no nos hace inmunes a desarrollar apegos mundanos con nuestro proyectos. Apegos que nos hacen olvidar la centralidad de Dios y su gracia y nos ponen a nosotros como los protagonistas y los héroes indispensables de ese apostolado concreto. El demonio goza cuando logra disfrazar la filaucia de celo apostólico; por eso nunca está demás poner en las manos del Señor, especialmente en el Sagrario, nuestro corazón y todos nuestros proyectos. Hablar con confianza de cada uno de ellos y dejar que el Señor nos interpele y nos ayude a ponerle siempre a Él en el centro, aunque eso signifique -gracias a Dios- hacer retroceder nuestra hambre de protagonismo.

4. Hacernos sentir los justicieros de Dios

¡Qué lindo! Vivimos la pureza, vamos a misa, pensamos como cristianos y ayudamos a las viejitas a cruzar la calle. Agarrémonos entonces de las manos, hagamos una ronda y no dejemos entrar a ninguna persona en nuestro círculo de diáfana virtud. ¿Te parece esta una actitud cristiano? ¡Claro que no! pero la dura verdad es que enjuiciar y despreciar a los demás por no vivir o pensar como nosotros es una práctica común cuando la propia vida espiritual no es lo suficientemente madura. Esta es otra gran tentación de la que se vale el demonio para introducir la filaucia en nuestras almas: nos hace experimentar el gusto fariseo de ser los justicieros de Dios; aquellos con poder para definir quién vive la fe y quién no. Inclusive podríamos a hacer largas vigilias de reparación por los pecados de los demás; rezando y llorando por un mundo que se cae a pedazos cuando a pedazos?—?en realidad?—?se desgaja el corazón de Dios al vernos sumergidos en un ciego y torpe amor propio.

La verdad es que los justicieros de Dios, con sus condenas y sus poses, están muy alejados de la mirada de misericordia y amor que Dios nos pide. Es importante que el cristiano que ha caído en esta tentación identifique aquellos juicios condenatorios o aquellos sentimientos de superioridad que le han embotado el corazón y los ponga con humildad a los pies del Dios que no bromeaba cuando decía que las prostitutas y los publicanos precederían a los fariseos en el Reino de los Cielos.

Solo para mencionarlo, esta tentación también se cuela en el mundo de las ideas. Ocurre cuando nuestra propia interpretación de la fe se vuelve la norma universal para juzgar las reflexión y comprensión que otros tienen de la doctrina católica. Dice el P. Rupnik: “Así las ideas se convierten en idolatría, y siguiendo ese camino se puede llegar a confundir la fe con un filón de pensamiento preciso, con una escuela precisa, incluso con un método preciso, perdiendo así un enganche real con Cristo Salvador”. En el fondo se produce una ideologización de la fe que puede llegar al extremo de descartar cualquier opinión que se oponga a la propia, incluida la voz del propio obispo, la voz del Papa o la del Magisterio de la Iglesia.

5. Pensamientos conformes a la Psiqué

Como ya comenté, cuando el cristiano crece en su vida espiritual el maligno debe volverse más refinado para poder introducir su aguijón en nuestras vidas. Un modo muy astuto de hacerlo? -percibido, estudiado y combatido por los padres del desierto- es el de inspirar pensamientos conforme a las características de la persona; es decir, a quien es valiente le inspirará pensamientos de entrega y coraje, quien es devoto pensamientos de piedad y mortificación, quien es generoso pensamientos en la linea de la caridad y la defensa de los pobres, etc. Dice el P. Rupnik: “El enemigo llega a fingir que reza con quien reza, ayuna con el que ayuna, que hace caridad con quien da limosna, para atraer la atención, entrar por las puertas de la persona y después hacerla salir donde él quería llevarla”.

El demonio conoce nuestro mundo interior y lo tiene en cuenta. Es fundamental que nosotros también lo conozcamos y sepamos hacer un fino examen de conciencia (¡que es oración!) con vistas a reconocer dónde crece el trigo y dónde fue sembrada la cizaña. El criterio último de discernimiento debe ser el plan de Dios en nuestras vidas. Hay muchas cosas buenas y santas que podríamos hacer que no son parte de lo que Dios quiere para nosotros. La prudencia, fundada en el plan divino, debe siempre regular a la caridad.

6. La falsa perfección

Esta probablemente te sorprenda. El maligno también es capaz de tentarnos con cosas que podemos superar fácilmente con el objetivo de hacernos sentir personas buenas y luchadoras, con un nivel decente de virtud en nuestras vidas. Advierte el P. Rupnik: “Se cae así en la trampa más peligrosa, la de la soberbia espiritual. No son los hombres los que consiguen vencer al príncipe de las tinieblas, sino que es sólo Dios el que vence, es el Espíritu Santo quien nos comunica la fuerza del Señor de la luz para desechar las tinieblas y vencer los engaños del tentador”. Esta soberbia espiritual va de la mano con la falsa creencia de que somos capaces de vencer cualquier tentación si es que nos lo proponemos. Dios y su gracia salen inconscientemente del panorama del combate espiritual y el terreno queda servido para que el tentador muestre su verdadero rostro. Lo terrible de este modo de filaucía espiritual es que el cristiano vencido tratará de recuperarse subiendo por la misma escalera que le permitió alcanzar su pasado grado de virtud; es decir, la escalera del voluntarismo. La oración acompañará sus esfuerzos pero no será el corazón de su combate porque el tentador se ha asegurado de hacerle creer que puede lograrlo por él mismo. ¡Qué gran mentira!

La siguiente movida del maligno, y hay que estar atentos, será hacerlo abandonar la esperanza de ser ayudado por Dios para finalmente llevarlo a desesperar de su misericordia. Es irónico pero es cierto. El cristiano abandona la esperanza de recibir una ayuda que nunca pidió, y desespera de la misericordia divina cuando su objetivo no fue el perdón, sino recuperar la paz que le producía sentirse bueno y virtuoso. En el fondo, con la filaucía el maligno desubica al cristiano y lo coloca inerme en batallas cuyo resultado está previamente definido: perderá.

Es esencial saber que la verdadera perfección cristiana se vive en clave de morir y resucitar constantemente. Se expresa en un amor humilde que nunca se pone por encima de los demás ni se envanece con sus logros o capacidades. No haya paz en la auto contemplación sino en la felicidad de quienes están a su lado. Es una perfección que se sabe profunda y constantemente necesitada del auxilio de Dios porque reconoce su pequeñez ante el misterio del amor al que está llamada. Sus conquistas no las atribuye a sí misma sino que las agradece porque siempre son dones recibidos. Ante la perfección cristiana lo único que el maligno puede hacer es controlar su impotencia.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 31 DE AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 31



Las palabras de Dios pasan muchas veces sobre nosotros sin tocarnos.

Las palabras de Dios llaman con frecuencia a nuestro oído, siéndonos a menudo molestas.

Las palabras de Dios llegan al corazón para que meditemos sobre ellas.

Las palabras de Dios nos tocan como un rayo y nos hacen temblar.

Las palabras de Dios se graban en nuestra memoria como saetas en la carne y quedamos iluminados.

Las palabras de Dios nos cautivan y ya no hay resistencia.

Las palabras de Dios se adueñan de nosotros y somos transformados.

Por eso se ha podido afirmar que el bien mayor de la mente es el conocimiento de Dios; y a ese conocimiento podremos llegar únicamente escuchando, meditando y viviendo la palabra de Dios.
“Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). “El Reino de los cielos brilla ante los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo. La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: quienes la oyen con fidelidad y se agregan a la pequeña grey de Cristo, esos reciben el Reino” (LG 5).


* P. Alfonso Milagro

EL LADRILLAZO


El ladrillazo


Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su auto Jaguar 2016, sin ningún tipo de precaución.

De repente, sintió un estruendoso golpe en la puerta, se detuvo y al bajarse, vio que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto.

Se subió nuevamente, pero esta vez lleno de enojo, dio un brusco giro de 180 grados, y regresó a toda velocidad al lugar donde vio salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su exótico auto. Salió del auto de un brinco, y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia el auto estacionado le grito a toda voz:

"¿Qué rayos fue eso? ¿Quién eres tú? ¿Qué crees que haces con mi auto?".

Y enfurecido, casi largando humo, continuo gritándole al chiquillo
"Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte muy caro. ¿Por qué hiciste eso?"

"¡Por favor, señor, por favor!... ¡Lo siento mucho!... No sé qué hacer", suplicó el chiquillo. "Le lance el ladrillo porque nadie se detenía..."

Las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto estacionado.
"Es mi hermano", le dijo. "Se descarrilo su silla de ruedas, y se cayó al suelo... Y no puedo levantarlo".

Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo:
"¿Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla? Está golpeado, y pesa mucho para mi solito... Soy muy pequeño..."

Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó grueso el nudo que se le formó en su garganta. Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo, lo sentó nuevamente en su silla, y sacó su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y lo sucio de sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo tan especial. Luego de verificar que se encontraba bien, miró al chiquillo, y este le dio las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie...

"DIOS lo bendiga, señor... y muchas gracias", le dijo.

El hombre vio cómo se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.

Cuentan que el ejecutivo aún no ha reparado la puerta del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo, para recordarle el no ir por la vida tan distraído y tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.

DIOS normalmente nos susurra en el alma y en el corazón, pero hay veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.

Tu escoges: Escuchar el susurro... o el ladrillazo...

DIOS SALE AL ENCUENTRO


Dios sale al encuentro
No es sino en lo más profundo de nuestro ser que podemos encontrar a Dios.


Por: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente: Catholic.net 




Una de las más hermosas descripciones de Dios en pos de la persona es la de Francis Thompson en el poema The Hound of Heaven.
Yo huía de Él, durante las noches y durante los días;
yo huía de Él en el transcurso de los años;
yo huía de Él por las laberínticas sendas de mi propia mente;
y en medio de las lágrimas me escondía de El, lo mismo que entre la risa pasajera...

Dios sale al encuentro, y nosotros huimos, Dios está presente en todos los momentos de nuestra vida. Dios se encuentra siempre disponible para nosotros. No tenemos más que hablarle. Ahora. Hoy. Esta noche. El comprende nuestro lenguaje, nuestros temores, nuestros secretos, nuestra amargura. El no te considerará como un sentimental si le hablas afectuosamente del pasado, si eres ya viejo. No se apartará de ti aunque seas un mentiroso, un ladrón, un asesino, un hipócrita, un traidor.

Dios siempre sale al encuentro del ser humano, de la oveja perdida, del hijo que se marchó de casa. En esta historia de búsqueda y encuentro, la iniciativa y la parte más importante la lleva Él. Dios es el principal agente y el principal amante. Porque ama, se da y se entrega totalmente.
Si buscamos a Dios, más nos busca Dios a nosotros. Y el místico Abu Azid confesó: Yo busqué a Dios durante treinta años; yo creía que era yo quien lo deseaba, pero no, era él quien me deseaba a mí. El buscar a Dios lleva consigo el esforzarse por cambiar el corazón, por desear y perseguir toda clase de bondad.

El ser humano busca, a veces sin saberlo, a Dios. La razón es bien sencilla, pues cada persona es imagen de Dios, espejo del amor, de la felicidad y de la vida. Unas personas lo descubren en la niñez, otros ya en la edad adulta. Cuando san Agustín cayó en la cuenta de lo que era, dijo: ¡Tarde te amé! ¡Oh hermosura tan antigua y siempre nueva! ¡Tarde te amé! (…)

El ser humano, en muchas ocasiones, busca a Dios donde no le puede encontrar o pasa de Dios y huye de él y vive como si no existiese, como si él estuviese lejos. Y no se da cuenta el hombre que Dios es un Dios escondido porque se encuentra en la intimidad de nuestro corazón. Dios nos llama a no escondernos de su mirada, a descubrir su presencia en lo cotidiano, en lo oculto de nuestra vida e historia.

A Dios, pues, lo podemos encontrar a través de una fe impulsada por el amor. Él vive dentro de cada uno. «Ésa es vuestra tragedia. ¡Olvidáis! ¡Olvidáis al Dios que hay en vosotros! ¡Queréis olvidar! ¡El recuerdo implicará el alto deber de vivir como un hijo de Dios…¡Es más fácil olvidar, convertirse solamente en un hombre…¡Vivir negando la vida!» (Eugene O Neill).

El Dios que está con nosotros, aparece muchas veces débil e impotente, sin poder hacer nada. Dios nos da a conocer que tenemos que vivir como seres humanos que resuelven su vida sin Dios. El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona… Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. Dios se deja arrojar del mundo para ir a parar a la cruz; Dios es impotente y débil en el mundo, y precisamente así y únicamente así es como está junto a nosotros y como nos ayuda (D. Bonhoeffer).

Dios está en nosotros, ha entrado en nosotros. Todas las noches, Leónidas, padre de Orígenes, acostumbraba besar el pecho de su hijo dormido por reverencia al Dios que estaba realmente presente en el tabernáculo vivo del corazón de su hijo. Dios está presente realmente en el tabernáculo de cada corazón humano; aquí podremos encontrarlo, pues, aquí habla, escucha, mora, vive y da vida.

Dios está muy presente en nuestra vida y nos invita a transformarnos en él y vivir con él. Con él podemos hablar, está al alcance de la mano, él es nuestro Padre. Dios se nos revela como un Dios cercano, quiere ser amigo. Dios está presente en el ser humano, en cada acontecimiento y en cada cosa.

Dios está en la fuente y en el río, en el mar y en el aire, pero sobre todo está, en lo más profundo de la persona. El centro del alma es Dios, al cual cuando el alma hubiere llegado según toda la capacidad de su ser, y según la fuerza de su operación e inclinación, habrá llegado al último y más profundo centro suyo en Dios, que será cuando con todas sus fuerzas entienda y ame y goce a Dios….

El ser humano es un ser inacabado, con capacidad para conocer y amar a su Creador que está en su corazón. Este Dios vive en lo más profundo del ser humano y vive escondido, le está al alma escondido, y le conviene siempre al alma... tenerle por escondido.

Por la fe podemos ver a Dios que está dentro. Esto mismo es lo que afirma Pablo VI: En el punto de encuentro esencial con el misterio religioso, con Dios, está dentro de nosotros mismos; está en la celda interior de nuestro espíritu, en aquella actividad personal que llamamos oración.

Una de nuestras grandes tragedias del ser humano es el no haber descubierto la interioridad, las riquezas que llevamos escondidas dentro. Gran parte del sufrimiento que padece mucha gente puede ser atribuido, en no pequeña medida, al hecho de que vivimos exiliados de nuestra tierra natal… del mundo interior (A. Maslow). Lágrimas de sangre derramó Agustín cuando descubrió el sin sentido de la vida que llevaba: Te buscaba fuera y tú estabas dentro.

Es importante encontrar el camino que conduce al interior, tener hambre de luz y de verdad. El peligro no está en el mundo, en lo exterior, sino en centrarse en lo que nos da vida. Lo importante no es abandonar materialmente el mundo, pues el mundo está en uno mismo y la reforma del ego es más rigurosa que el retiro en una región solitaria, un ashram o un monasterio (M.M. Daby). La oración tiene que ser un espacio abierto donde entren los otros y Dios, donde se avance en conocimiento propio.

Así como el sol madruga para entrar en tu casa, si le abres la ventana, así Dios te despierta cada mañana para que lo adores en tu interior, para que hables con él, para que vivas plenamente. El amor y la fe son los ojos que Dios nos ha dado para descubrirle y habitar en él. Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él, y haremos morada en él (Jn 14,13). Para hablar con él, tenemos que abrirnos a él y dejarle entrar en nuestro ser.

En toda búsqueda la persona debe confiar en Dios. Confía en Yavé con todo tu corazón, y no te apoyes sobre tu propia prudencia. En todos tus caminos piensa en El, y El allanará tus senderos
 ( Pr 3,5-6).

FELIZ MIÉRCOLES!!!


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