domingo, 14 de mayo de 2017

ESTAS OCHO MAMÁS SANTAS CRIARON HIJOS TAMBIÉN SANTOS


Estas 8 mamás santas criaron hijos también santos


 (ACI).- Teniendo en cuenta las grandes gracias recibidas por la Iglesia Católica en los últimos 2 mil años, no es sorpresa que cuente con muchas madres santas, quienes además, criaron hijos santos a lo largo la historia de la salvación. Aquí una lista con estas madres ejemplares:

1. Santa Mónica y San Agustín de Hipona

Mucha gente sabe que fue a través de las fervorosas oraciones de Santa Mónica que su rebelde hijo convertido en Doctor de la Iglesia llegó a ser el santo que conocemos hoy.

Mónica oró por él sin parar, y poco a poco, Cristo respondió a sus plegarias. Agustín tuvo una conversión del corazón y a partir de ese momento dedicó su vida a Dios. Esta es una prueba de lo que es una buena madre y lo que una gran cantidad de oraciones pueden hacer por un hijo rebelde.

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2. Santa María Celia Guérin y Santa Teresa de Lisieux

San María Celia y su esposo San Louis tuvieron una fe profunda que inspiró a sus 5 hijas a convertirse en monjas. Imagine el amor que existía en su familia para generar tal devoción a Dios, y que además, allanó el terreno para la vida virtuosa de Santa Teresita, Doctora de la Iglesia.

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3. Santa Silvia de Roma y San Gregorio Magno

Santa Silvia y su esposo, que más tarde se convirtió en un monje, construyeron en su casa una capilla dedicada a San Sabas, la que más tarde fue ampliada para convertirse en un monasterio de monjes. San Gregorio llegó a ser Papa y uno de los más grandes líderes de la Iglesia.

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4. Santa Felicidad y sus 7 hijos mártires

Santa Felicidad tuvo 7 hijos, todos ellos mártires. Ver a todos sus hijos torturados y martirizados por seguir a Cristo debe haber sido agridulce para ella. Al poco tiempo ella los acompañó en la muerte y en la vida eterna.

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5. Beata Juana de Aza y Santo Domingo de Guzmán

Juana de Aza tenía dificultades para concebir un hijo y oró por la intercesión de Santo Domingo de Silos. Sus oraciones fueron escuchadas y en agradecimiento puso a su hijo por nombre Domingo.

Una noche, Juana soñó que daba a luz a un perro con una antorcha en la boca que corría por todo el mundo. El sueño le asustó y se dirigió a un monasterio para consultar con un monje. El sacerdote le dijo: “no te preocupes, Señora. La antorcha encendida representa la palabra de Dios. Como el perro, tu hijo va a ir por todo el mundo anunciándola”.


Esa historia, junto con la piedad de Juana, debe haber inspirado a su hijo Domingo para dedicarse al Señor. Él fundó la Orden de Predicadores y ayudó a detener la propagación de la herejía albigense, la cual había incursionado peligrosamente en el cristianismo de su época.

7. Margarita Occhiena (venerable) y San Juan Bosco

Margarita fue la mamá de un santo amado por millones de personas. Trabajando junto a su hijo, Margarita procuraba que los niños de la calle recibidos por Don Bosco fueran bien atendidos y cuidados.

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8. Beata Ortolana de Asís y sus hijas Santa Inés y Santa Clara de Asís

Ortolana era una mujer de mucha virtud y piedad cristiana, y era devota de hacer largas peregrinaciones a Bari, Santiago de Compostela y Tierra Santa. A pesar de ello debe haber sido difícil para ella desprenderse de sus dos hijas y permitir que sigan a San Francisco de Asís. No obstante, esa fuerza es lo que hace a una buena madre una gran santa. Clara e Inés fundaron la orden de las Damas Pobres de San Damián, conocidas como las clarisas.


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Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.

MADRES SANTAS QUE SEMBRARON SEMILLAS DE SANTIDAD EN SUS HIJOS

Madres santas
Una pequeña selección de mujeres, que como madres, sembraron semillas de santidad en sus hijos


Por: . | Fuente: Catholic.net 



Sin duda, una de las más grandes vocaciones ("sublime vocación" la llamaría San Juan XXIII), es la de ser madre. Y es que son muchas cosas las que la hacen ser única y particular: llevar al hijo en el vientre, el parto y sus dolores, la cercanía con los hijos, las continuas manifestaciones de afecto, etcétera. Y la vocación maternal puede ser todavía más sublime, cuando la madre engendra y educa un hijo que después se convierte en un modelo de vida para la Humanidad.
En esta ocasión presentamos una pequeña lista de grupo de mujeres, que que con su ejemplo y vocación, sembraron la fe en Cristo en el corazón de sus hijos.  (Con la clara exepción, en este punto, de la Santísima Virgen María).
Santa Ana, madre de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyo nombre se conserva gracias a la tradición de los cristianos.

La Virgen María, los Padres del Concilio de Efeso la aclamaron como Theotokos (Madre de Dios), porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.
El 13 de mayo de 1917, en Portugal. En la localidad de Aljustrel, la contemplación de la que, en el orden de la gracia, es nuestra Madre clementísima, suscita en muchos fieles, no obstante las adversidades, la oración por los pecadores y la profunda conversión de los corazones.

Santa Nona de Nacianzo, esposa de san Gregorio el Viejo y madre de los santos Gregorio el Teólogo, Cesáreo y Gorgona († 374).



Santa Mónica, muy joven todavía, fue dada en matrimonio a Patricio, del que tuvo hijos, entre los cuales se cuenta a Agustín, por cuya conversión derramó abundantes lágrimas y oró mucho a Dios. Al tiempo de partir para África, ardiendo en deseos de la vida celestial, murió en la ciudad de Ostia del Tíber († 387).

Santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios. († 968)

Santa Isabel de Hungría, siendo casi niña se casó con Luis, landgrave de Turingia, a quien dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a Marburgo, en la actual Alemania, en un hospital que ella misma había fundado, donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de edad († 1231).

Beata Margarita Pole, madre de familia y mártir, que, siendo condesa de Salisbury y madre del cardenal Reginaldo, fue decapitada en la cárcel de la Torre de Londres en tiempo del rey Enrique VIII por haber desaprobado su divorcio, encontrando así reposo en la paz de Cristo († 1541)

Beata María de la Encarnación Avrillot, ejemplar madre de familia y mujer sumamente devota, que introdujo el Carmelo en Francia, fundó cinco monasterios y, muerto su esposo, abrazó la vida religiosa. († 1618)

Santa Luisa de Marillac, viuda, que con el ejemplo formó el Instituto de Hermanas de la Caridad para ayuda de los necesitados, completando así la obra delineada por san Vicente de Paúl († 1660).

Beata Ana María Taigi, madre de familia, que, víctima de la violencia de su marido, cuidó de él y de sus siete hijos, educándolos convenientemente, y se distinguió, además, por su atención a las necesidades espirituales y materiales de los pobres y de los enfermos († 1837).

Santa Celia Guérin, esposa de Luis Martin y madre de santa Teresa del Niño Jesús, que con su marido son ejemplo de matrimonio cristiano († 1877).

Santa Gianna Beretta Molla, madre de familia, que, esperando un hijo, no dudó en anteponer con amor la vida de la criatura a la suya propia. († 1962) 
 

Enseñarás a volar...pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar...pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir...pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar...pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar...pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen,vivan, canten y piensen...
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!
Madre Teresa de Calcuta

JESÚS, EL CAMINO Y LA VIDAD Y LA VIDA


El Camino y la Verdad y la Vida
Hemos de esforzarnos por adherirnos a la Revelación de Cristo en su integridad, el cual se nos presenta como “el Camino y la Verdad y la Vida”.


Por: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: www.enticonfio.org 




El versículo 6 del capítulo 14 del Evangelio de San Juan, con el que hemos encabezado este artículo, es un buen punto de partida para discernir si el concepto de religiosidad que nos hemos ido forjando, es pleno y conforme a la Revelación de Jesucristo; o si, por el contrario, es sesgado y arbitrario.

Llama la atención que Jesús se nos revelase con una frase tan sintética, no sólo añadiendo a esas tres palabras un artículo determinado, sino también uniéndolas de una forma reiterada por la conjunción copulativa “y”: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”. Parece como si se nos quisiera insistir en la importancia de “sumar” esas tres palabras, ante nuestra tendencia a recibirlas parcialmente. Es bueno que nos demos cuenta de que cuando esos tres conceptos -camino, verdad y vida- no se “suman”, la consecuencia puede ser una deformación de la religiosidad. Veámoslo:

1.- Religiosidad “moralista”: Cuando la religiosidad se centra en su función de marcar el “camino”, desligándose de los demás aspectos sustanciales, la consecuencia es el moralismo. En efecto, ocurre con frecuencia que muchas personas, especialmente las alejadas de la fe, tienen un concepto de la religiosidad esencialmente moralista. La esencia de la religiosidad se reduciría a los mandamientos, prohibiciones, normas, tradiciones, consejos... Con frecuencia, esto genera una imagen antipática del cristianismo, ya que la religiosidad es presentada como enemiga de la propia libertad. La imagen de Dios queda reducida a un “dios policía”, dejando en el olvido que “la verdad nos hará libres” (Jn 8,32), y que “Cristo ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia” (Jn 10,10) .

Curiosamente, esa reducción moralista que tantos rechazos suscita, en otras ocasiones es buscada interesadamente. Se trata de la actitud de quienes valoran la religión en la medida en que ésta resulte de "utilidad social"; es decir, en la medida en que sea un escudo protector contra la degradación moral de nuestros días. Son aquellas personas que no dudan en adornar con un baño religioso la educación de sus hijos, con la esperanza de que, mientras estén "ocupados en cosas buenas", se evitarán "males mayores".

No les gustaría que sus hijos cayeran en ciertas lacras de nuestros días: droga, terrorismo, desarraigo familiar, etc. Para eso utilizan la religión como un dique de contención contra esos vicios morales. En el fondo, no les importa tanto la religión en sí misma, cuanto los efectos beneficiosos que de ella puedan obtener.

Mención aparte merece en este capítulo la reducción del cristianismo a una “ética de solidaridad”, muy frecuente en nuestros días. Aspectos esenciales del mensaje revelado quedan en el olvido: la gracia de Cristo, la redención de nuestros pecados, etc.; mientras que la predicación se circunscribe a la solidaridad, opción por los pobres, etc. Es decir, otra forma de reducción al moralismo.

2.- Religiosidad “dogmática”: Cuando la religiosidad se centra en remarcar las verdades doctrinales, desligándose de los demás aspectos, la consecuencia es un dogmatismo doctrinal teórico, bastante estéril por lo demás. Se suele caracterizar por una formación religiosa muy doctrinal, pero poco vital. Se trabajan mucho los conceptos, pero muy poco los afectos y la voluntad.

Parece como si lo único importante fuese mantener unos principios, al margen de su realización práctica. Dentro de este capítulo se introduce una religiosidad muy preocupada por la ortodoxia (corrección en la doctrina) pero poco por la ortopraxis (actuación coherente). Igualmente, también se incluiría en este apartado la advertencia que el teólogo suizo Hans Urs Von Balthasar hizo de la importancia de hacer una «teología arrodillada», contrapuesta a la teología especulativa, tan extendida en ciertos ambientes, que por su lejanía de la espiritualidad acaba por "secar el espíritu".

De hecho, se da la circunstancia de que en la historia de la Iglesia, hasta aproximadamente los siglos XII-XIII, ser teólogo era sinónimo de ser santo. A partir de esa fecha, por el contrario, comienzan a abundar los profesionales de la erudición teológica que, lejos de acompañar sus estudios con una vida santa, polemizan sobre cuestiones más o menos banales, sin elevar el espíritu de quienes les escuchan a las cumbres de la espiritualidad.

3.- Religiosidad “experiencial”: Cuando la religiosidad se reduce a una mera “vivencia”, entendida ésta como una búsqueda de experiencias espirituales gratificantes, desligándose de los demás aspectos sustanciales, entonces la consecuencia es una religiosidad subjetiva y de consumo personal. Es la pretensión falsa de vivir el espíritu de Cristo, desligándose de su “camino” y de la “verdad” de su Persona.

El auge de fenómenos como el esoterismo, la revalorización de la religiosidad oriental, el ocultismo, la adivinación, el sincretismo religioso, etc., está muy ligado a esta religiosidad experiencial. Se busca llenar el deseo de trascendencia que todo hombre lleva en su interior, pero desli gándolo de cualquier compromiso moral en la vida diaria, bien personal o social. El objetivo es saciar la sed espiritual, pero sin adherirse a verdades objetivas ni crearse compromisos morales. En definitiva, una religión “light”, muy en boga en estos momentos.

En resumen, no es casual la insistencia de Jesús en esa conjunción copulativa “y”, con la que nos quiere poner en guardia frente a nuestras tendencias reduccionistas. Hemos de esforzarnos por adherirnos a la Revelación de Cristo en su integridad, el cual se nos presenta como “el Camino y la Verdad y la Vida”. Por ello, el Catecismo de la Iglesia Católica engloba en estos tres pilares fundamentales la presentación de la figura de Jesús y su mensaje: Los mandamientos, porque Cristo es el Camino; el Credo, porque Cristo es la Verdad; y los sacramentos y la oración, porque Él es la Vida.

Monseñor Munilla

MOMENTO CUMBRE


Momento cumbre



Cuando participes de la misa, presta suma atención en el momento cumbre del gran prodigio de amor. Toda la misa converge en este momento sublime: para este momento supremo viven todos los sacerdotes y para esto se celebra la misa. Sin la consagración, la misa no sería misa. Vive conscientemente este gran acontecimiento y agradécelo a Dios.

Cuenta el P. Ángel Peña: “Un sacerdote, amigo mío, me relató lo que le había pasado un día en el momento de la consagración del vino. En ese momento, ante sus ojos asombrados, vio cómo el vino del cáliz empezó a burbujear y miles de burbujas se movían, mientras decía las palabras: Este es el cáliz de mi sangre... Así Dios le hizo entender, de un modo extraordinario, la maravillosa realidad de la conversión del vino en su sangre divina. A partir de ese momento, su fe en la Eucaristía se reafirmó para siempre. Procuremos, en esos momentos, estar de rodillas ante nuestro Dios. No seamos meros espectadores indiferentes. Alguien ha dicho que nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas”.

Santa Margarita María Alacoque cuenta en su autobiografía que su ángel de la guarda: “no soportaba la menor falta de devoción o de respeto ante Jesús sacramentado, delante del cual lo veía postrado en tierra y deseaba que yo hiciese lo mismo”. ¡Oh, si pudiésemos ver lo invisible del mundo espiritual! Que vivas con fervor y fe estas sublimes realidades.


* Enviado por el P. Natalio

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 14 DE MAYO DEL 2017


EL CAMINO

Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro le negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertados y abatidos. ¿Qué va a ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: «No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí». Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí». No lo hemos de olvidar nunca.

«Yo soy el camino»

El problema de muchos no es que vivan extraviados o descaminados. Sencillamente viven sin camino, perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento.

¿Y qué puede hacer un hombre o una mujer cuando se encuentra sin camino? ¿A quién se puede dirigir? ¿Adónde puede acudir? El que camina tras los pasos de Jesús podrá seguir encontrándose con problemas y dificultades, pero está en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

«Yo soy la verdad»

Estas palabras encierran una invitación escandalosa a los oídos modernos. Y, sin embargo, también hoy hemos de escuchar a Jesús. No todo se reduce a la razón. El desarrollo de la ciencia no contiene toda la verdad. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis más sofisticados. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de su existencia.

Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede conducir a confiar en su bondad.

«Yo soy la vida»

Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde lo más profundo de nuestro ser, infunde en nosotros un germen de vida nueva.

Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.



Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 14, 1-12

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 14 DE MAYO DEL 2017


V Domingo de Pascua – Ciclo A
Domingo 14 de Mayo de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7:

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 32,1-2.4-5.18-19


R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti


Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,4-9:


Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo.
Por eso se dice en la Escritura:
«Mira, pongo en Sion una piedra angular, elegida y preciosa;
quien cree en ella no queda defraudado».
Para vosotros, pues, los creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular», y también «piedra de choque y roca de estrellarse»; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente estaban expuestos.
Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.

Palabra de Dios

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Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,1-12:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».

Palabra del Señor

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 14, DEJADME A MARÍA, EL ESCAPULARIO


Día 14: Dejadme a María: el escapulario



El día 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen a San Simón Stock, superior General de las Carmelitas, y prometió unas gracias y cuidados especiales para aquellos que llevaran el escapulario del Carmen.

El escapulario es una pequeña imagen de la Virgen del Carmen en tela (puede ser también una medalla) para colgarse al cuello.

Santa María quiere que llevemos una imagen suya en el pecho. Y como llevar el escapulario puesto significa que se le ama y que se quiere la compañía y protección de María, la Virgen prometió a quienes viviesen y muriesen con el escapulario que Ella se encargaría de conseguirles la ayuda para obtener la perseverancia final; es decir, una ayuda particular para que, quienes no estén en gracia, se arrepientan en los últimos momentos de su vida. Y además prometió que Ella se encargaría de que saliese del purgatorio al sábado siguiente a la muerte.

Es lógico: si no le dejamos, ella no nos dejará.

Cuentan que cuando fue elegido Papa León XI, mientras le revestían con los hábitos papales, le quisieron quitar el escapulario que llevaba entre la ropa. El Papa dijo a los que le ayudaban: "Dejadme a María, para que María no me deje"

Madre mía, llevaré siempre el escapulario. No te dejaré, y Tú no me dejes en ningún momento.

Continúa ahora hablándole un rato.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 14 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 14




La felicidad del hijo reside en saber que su madre es plenamente feliz.

El cristiano sabe que su Madre del cielo, la dulce Virgen María, es inmensamente feliz y que es tal la felicidad que ella goza, que le alcanza para comunicarla a sus fieles hijos y sinceros devotos.
Como buena Madre, María se alegra cuando ve a sus hijos felices de sentirse hijos de Dios, amados por Dios, protegidos y paternalmente cuidados por su divina providencia. Y se entristece cuando ve que sus hijos sufren y, más aún, cuando ve que ellos se agobian en su sufrimiento.

Madre del Anunciado por los profetas, quédate con nosotros mientras trabajamos cada día para “que venga su reino”.



* P. Alfonso Milagro

DÍA DE LA MADRE: UNA ORACIÓN PARA LAS MAMÁS QUE PARTIERON AL CIELO


Día de la madre: una oración 
para las mamás que partieron al cielo



 (ACI).- Muchos países del mundo celebran hoy, segundo domingo de mayo, el día de la madre; sin embargo, son muchos quienes ya no la tienen a su lado, pues ya partieron a la Casa del Padre. Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:


Continuamente te rezamos, Señor, por nuestra madre.
La recordamos con paz y con amor ante Ti,
seguros de que ella vive,
como estamos seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
La recordamos cuando estaba entre nosotros...
A veces, nos parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
Sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre.
Amén.


FELIZ DÍA DE LA MADRE!!!








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