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domingo, 5 de junio de 2016

PADRES ANCIANOS - MIS PAPÁS? NO TENGO TIEMPO!!


Padres Ancianos
¿Mis papás? ¡No tengo tiempo!


Por: Salvador I. Reding V. | Fuente: Catholic.net 




Para los jóvenes padres de familia, cuidar a sus bebés, ayudarlos en su absoluta dependencia para subsistir, a aprender a caminar, y a valerse cada vez más por sí mismos, es vivido como un camino mágico, esperado y muy satisfactorio, cuya recompensa es ver desarrollarse al hijo y convertirse en una personita. Cuidarlos cuando enferman, es una preocupación que se puede llevar al extremo, para que sus males sean bien atendidos, medicinados y seguidas las instrucciones del médico. Nadie cuestiona esta responsabilidad y satisfacción.

Es muy fácil dar amor y apapacho a un bebé o a una niñita encantadora, o un abrazo a un niño. La satisfacción paterna es fácil de conseguir y lleva al orgullo de ser protector y cuidador de los hijos que crecen. Estas satisfacciones se convierten en orgullo que puede llegar a la soberbia, la presunción consigo mismo del deber cumplido.

Pero hay otro extremo de la vida, la decadencia con los años, que convierte a personas vigorosas de la edad madura en ancianos, cada vez más necesitados de ayuda de todo tipo: material, física y psicológica -por no especificar espiritual. Quienes no mueren en el camino de la vida, se hacen viejos, con una creciente dependencia de gente más joven, que en toda cultura humana, es vista como responsabilidad fundamental de los hijos, y en segundo lugar de otros parientes, como los hermanos menores.
La responsabilidad para con los viejos es tan importante como para con los infantes; éstos crecen y aquellos decrecen, los niños son cada día menos dependientes y los viejos cada vez más, los niños ganan fuerza, los viejos la pierden. Aquí empiezan los problemas para quienes, como adultos en plenitud de vida, enfrentan necesidades de sus padres que envejecen: ¡que lata con el viejo!

Tal como la memoria histórica de los pueblos los hace olvidar y repetir los errores pasados, de acción y de omisión, las personas tienden a olvidar lo recibido de sus padres, desde el cuidado y alimentación recién nacidos, hasta sacrificios personales de tiempo y dinero para su educación. Y no es falta de memoria histórica familiar, es un mecanismo egoísta para olvidar la dedicación paterna y materna recibida.

Muy fácilmente, los padres de familia jóvenes y en edad madura, egoístamente pueden despreciar cada vez más lo recibido de sus padres, dándolo como una obligación que cumplir sin mayor mérito, pero al mismo tiempo llegan a sobreestimar sus propias acciones para con sus hijos. El egoísmo y la sobre-autoestima se imponen, desestimando a sus padres.

Atender a los padres que envejecen o ya ancianos, es vista por adultos egoístas como carga incomodísima, que demanda algo que quieren tener para su exclusivo provecho: tiempo. Una vez que un adulto empieza a sentir la necesidad paterna de dedicarles tiempo, la alternativa se hace presente: si dejo mis cosas para ver a mis papás, me pesa, y si no les doy tiempo, me remuerde la conciencia. La solución más fácil: desoír la conciencia.

El envejecimiento humano es sinónimo, desgraciadamente, de pérdida de facultades, y al mismo tiempo puede serlo de testarudez, necedad, mal carácter y cerrazón a ideas y costumbres que a través de su vida llegaron a considerar como propias: yo tengo razón y las nuevas generaciones están equivocadas. Los viejos chochean, entorpecen sus movimientos, pierden la memoria reciente y enferman cada vez más fácil y más perennemente. ¡Que lata son los viejos!
Sí, los padres que envejecen o ya ancianos son una carga, pero es el proceso vital de todo ser viviente. Esta carga es, para una recta conciencia libre de egoísmo, una responsabilidad ineludible, a cumplir con el mismo amor con que se atiende a los hijos al prepararlos para la vida. Pero la dificultad de atender a los viejos es más gratificante que atender a los hijos, y el premio divino inmenso.

No podemos hacernos sordos ni ciegos ante la demanda de atención de los padres viejos, cuya mayor dolencia es la soledad. En todas las culturas humanas y todas las religiones, esta responsabilidad es muy grave; es primero corresponder a la atención y amor recibidos mientras se crecía, con todas las fallas y errores que ello pudiera haber tenido. Salvo casos muy particulares de irresponsabilidad paterna, el saldo de amor y cuidados que recibimos, es muy favorable a los padres. Olvidarlo es tan, tan cómodo... que pensar en ello mortifica el uso de mi tiempo: sacrificar mi ocio tan agradable en pasar tiempo con los viejos...

La Biblia es muy clara en cuanto a la responsabilidad para con los padres ancianos, con todas sus debilidades, fallas y exigencias. La palabra de Dios es más exigente que cualquier palabra humana sobre el deber ante los padres. Dios no deja de amenazar a quien no lo cumple y de ofrecer recompensa a quien da amor a sus viejos. (Ver Eclesiástico, Cap. III, Vers. 1-18).
En conclusión: debemos dar a nuestros padres envejeciendo los que necesitan de nosotros, en cosas materiales -lo más cómodo-, pero esencialmente en tiempo, tiempo lleno de calor humano, de cariño y de mucha, mucha comprensión de sus debilidades de ancianidad y de su soledad. De paso, no olvidar que, si no morimos en plenitud de vida, también nos haremos ancianos y requeriremos tiempo de nuestros propios hijos quienes, naturalmente, repetirán lo que nos vieron hacer o dejar de hacer.

miércoles, 6 de abril de 2016

SEIS CONSEJOS PARA ENSEÑAR A LOS HIJOS A SER AGRADECIDOS


Seis consejos para enseñar a los hijos a ser agradecidos



 (ACI).- El SIAME en México publicó un artículo en el que presenta seis consejos para enseñarles a los hijos a ser agradecidos.

En el texto de Dulce María Fernández, se recuerda que “el mundo de hoy necesita reaprender el valor de la gratuidad. Estamos sumergidos en esta sociedad que solo busca acciones que lleven al éxito”.

A continuación seis consejos para educar en la gratuidad:

1.- Demostrar con nuestro agradecimiento en la oración que Dios nos quiere, que nos ama con un amor infinito, más allá de nuestros méritos: Por eso nos regala un sol que sale todos los días, una luna que ilumina nuestras noches, unas estrellas que adornan el cielo, un paisaje que cambia con las estaciones del año, un río, un arroyo, una playa, un mar; así como el frío, el calor, la lluvia, el viento o la nieve.

Nos regala todo para que nos sorprendamos y encontremos variedad en la naturaleza y en las personas.

2.- Enseñarles a agradecer agradeciendo: Evitar en el trato diario esa mala costumbre de dar todo por hecho. Que vean que damos las gracias cuando nos ceden el paso, o cuando nos sirven los alimentos, o cuando nos atienden en un hospital, o cuando el maestro nos enseña.

3.- Darles ejemplo en el trato diario: En nuestra “casita sagrada”, de todo lo que unos hacemos por los otros, cumpliendo con nuestras obligaciones, expresándonos un agradecimiento aunque no haya visitas. Se aprende a agradecer agradeciendo.

4.- Estar lo más cerca posible del esposo, la esposa y los hijos, especialmente cuando atravesamos momentos de sufrimiento: Ahí es cuando hay que derramar ternura y aplicar la famosa “cariñoterapia” que recomienda el Papa Francisco, aprovechando el momento para recordarnos entre familia que Jesús nos quiere, que siempre está a nuestro lado pase lo que pase, y que hay que agradecer hasta los malos momentos, porque nos pueden llevar a reconocer a Dios y su misericordia en nuestra vida familiar. Así de grande es su  amor de gratuidad. Como decía San Pablo: “Todo es para bien de los que aman a Dios” (Rom 8, 28).

5.- Reconocer en familia que los dones o talentos que hemos recibido de Dios han sido gratuitos: la unión, la alegría, la inteligencia, el sentido del humor, la dulzura, la empatía, la conversación agradable, la amabilidad, el ser deportista, el tener buen sazón, el carisma personal, entre otros muchos dones.

No podemos exigir a los demás algo a cambio de eso. ¿Cuánto cuesta dar un abrazo o regalar una sonrisa? ¿Cuál es el precio de escuchar durante media hora? ¿Qué nos quita el ir a visitar a un anciano o  a un enfermo? ¿Cuál es el precio que hemos puesto a los minutos que nos ha dado Dios gratis?

6.- No sentirnos privilegiados porque tenemos “algo” que los demás no tienen: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿de qué te glorías?” (I Cor 3,7). Y de todo lo que hemos recibido gratis  lo más grande es el amor de Dios, que Cristo mereció por nosotros.

Ahora Cristo nos pide que lo demos a los demás igualmente gratis, y lo podemos hacer en familia de un modo concreto: id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.

viernes, 15 de enero de 2016

SIETE MANERAS DE CRIAR HIJOS INFELICES


7 maneras de criar hijos infelices 
¿Qué padre o madre –en su sano juicio– no buscan a toda costa la felicidad de sus hijos? Y sin embargo, su comportamiento denota muchas veces lo contrario. 


Por: P. Adolfo Güémez, L.C. | Fuente: Catholic.net 




El título de este artículo ya es de por sí ridículo. ¿Qué padre o madre –en su sano juicio– no buscan a toda costa la felicidad de sus hijos? Y sin embargo, su comportamiento denota muchas veces lo contrario.


Voy a mencionar 7 conductas que sin duda harán que el futuro de tus hijos sea infeliz:


1. Dales todo lo que te pidan: los hijos son caprichosos por naturaleza. Siempre lo han
sido. Exigen lo que quieren, y si no… ¡ya saben que palito tirar para que sus papás se
derrumben a sus pies! El problema no son ellos. El problema son los padres, que antes eran capaces de resistir a sus presiones, pero que hoy se doblan ante esos pequeños tiranos con más facilidad que un popote.

2. Evítales toda frustración: el instinto de un papá o mamá es el de proteger a sus hijos de todo peligro. Y eso está bien. Pero una cosa es la protección, y otra la sobreprotección. Cuando se busca que los niños simplemente no tengan ningún contratiempo, estás haciéndoles vivir en un mundo ilusorio. Y tarde o temprano tú no estarás ahí cuando les toque conocer el de verdad. A los niños hay que educarlos. Y esto significa también enseñarles a superar las dificultades, a defenderse de las agresiones, a proteger a los débiles, a compartir con el que no tiene, aunque conlleve una renuncia. No seas fácil en resolverles todos sus problemas. Deja que aprendan. Como dice el viejo proverbio: «No les des el pescado, mejor enséñales a pescar».

3. Sé el primero en romper las reglas: en toda casa deben de existir reglas. Y los primeros obligados a cumplirlas deben ser los padres. Cuando le pides a tu hijo algo que tú mismo no eres capaz de hacer, estás dañando tu propia autoridad. Y viceversa, si eres el primero que cumples lo que dices, entonces generarás una gran admiración y emulación de parte de ellos.


4. Muéstrate perfecto: claro que tú también te equivocas, pero no por eso eres peor persona. Aprovecha tus errores para enseñarles a tus hijos lo que no deben de hacer. El peor error es esconder con vergüenza los propios errores.

5. Llénalos de cosas: vivimos en un mundo materialista, y esto nos influye fuertemente.
Creemos que el cariño se demuestra sobre todo con regalos. ¡Nada más equivocado! El verdadero amor es incondicional, y si tú, para expresar amor o sentirte querido siempre lo haces con regalos, entonces tus hijos crecerán pensando que para amar antes tienen que recibir algo. Acostúmbralos a descubrir que hay personas y acciones por las que vale la pena darlo todo, aunque uno no reciba nada a cambio.

6. Confundir inteligencia con madurez: es muy fácil escuchar a papás que dicen: «Es que mi hijo es muy inteligente. Por eso siempre me saca lo que quiere». No puedes permitirte esto. Aunque a veces pareciera que piensan más rápido que tú, que tienen preguntas que no sabes, que sacan conclusiones asombrosas, no confundas esto con la madurez, que es la capacidad de ser responsables, de actuar de acuerdo a la palabra dada. Una pregunta difícil no los hace superiores a ti.

7. Trata a Dios como si sólo existiera los domingos: si tu relación con Dios se limita a la misa dominical y poco más, viviendo el resto de la semana como si no existiera, entonces estrás generando una dicotomía muy fuerte en su alma. Los niños saben que Dios es lo más importante. Que está vivo. Que toca todos los aspectos de la vida. Es por esto que deben ver esto reflejado también en ti: en la manera en que das gracias, en que encomiendas tu día, enque bendices los alimentos, en que te confiesas, comulgas, etc.

miércoles, 13 de enero de 2016

TRUCOS PARA FOMENTAR LA COMUNICACIÓN EN FAMILIA


Trucos para fomentar la comunicación en familia 
Crear el clima de confianza necesario en la familia para que los niños puedan preguntar y hablar libremente en casa es fundamental. El cambio que se produce entre los siete y los doce años es gigantesco y es en esta etapa donde los padres debemos sentar las bases de la comunicación en familia.


Por: Fabrizio Piciarelli |




A medida que los niños van creciendo, empiezan a recibir mucha información nueva que deben ir "chequeando" en su apertura hacia el exterior.

Crear el clima de confianza necesario en la familia para que los niños puedan preguntar y hablar libremente en casa es fundamental. El cambio que se produce entre los siete y los doce años es gigantesco y es en esta etapa donde los padres debemos sentar las bases de la comunicación en familia.

Además, necesita saber dar razón a sus amigos del porqué de algunas exigencias de sus padres o de sus propias decisiones: sobre el tiempo de uso de las nuevas tecnologías, respecto a la sobriedad en los gastos, del porqué no acude a determinados planes o si no ve una serie de televisión. Las preguntas no se pueden "programar", y aunque siempre contestemos en el momento, conviene buscar un momento posterior pata tratarlo de nuevo con mayor tranquilidad.

Por el contrario, en ciertos temas, si la pregunta no surge del hijo la debemos provocar los padres con el fin de adelantarnos a situaciones que, de no producirse esa conversación, se darán a corto plazo. Así, por ejemplo, existe un abismo entre que a un hijo le explique el origen de la vida humana su padre o su madre, a que se entere por medio de una conversación con los compañeros del colegio o por medio de una revista juvenil.

1.   Fomenta ocasiones para el diálogo en familia, como por ejemplo, cenar sin televisión y sin teléfono móvil.

2.   Un buen plan para los fines de semana son las excursiones familiares, que nos permiten hablar de los temas que no nos dan tiempo en el día a día.

3.   Procura que entre los hermanos no se "coman" el tiempo de intervención del más tímido o el más lento a la hora de intervenir en las tertulias familiares.

4.  Dedica un tiempo exclusivo, de vez en cuando, a solas con cada hijo. En un ambiente relajado es más fácil que nos transmitan sus inquietudes.

5.   Da importancia a sus cosas, a sus peleas con los amigos o al primer grano que le sale a los doce años y que le hace sentirse horrible. Nunca nos riamos de ellos, pues estaremos cortando de lleno la comunicación con nuestro hijo.

6.   Un momento ideal para charlar un ratito es justo antes de dormirse, cuando ya está metido en su cama y se siente relajado. Podemos sentarnos junto a él y dejar que nos cuente algo que le ocurrió ese día o que le preocupe.

7.   ¿Quién no recuerda las mañanas de domingo en el dormitorio de sus padres? Si acude al despertarse y se mete en vuestra cama para resguardarse del frío, posiblemente se anime a haceros alguna confidencia. No dejéis pasar el momento.

8.   Aprovecha los momentos oportunos. Otro momento puede ser cuando uno de los cónyuges viaja por trabajo y los hijos rápidamente hacen turnos para dormir con papá o mamá. Esa noche quizá podamos aparcar en la mesita de noche nuestro libro y dedicarnos a hablar con nuestro hijo.

9. Aprovecha el día de su cumpleaños o de su santo para sacarle del colegio en el rato de la comida. Le hará sentirse importante delante de sus compañeros y estará más receptivo a las sugerencias que le hagas en ese momento tan especial.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

HIJOS ALEJADOS DE LA RELIGIÓN


Hijos alejados de la religión




Un estudio reciente concluyó que la mitad de los jóvenes estadounidenses que crecieron como católicos no se identifican ahora como tales. Pensad en lo que esto significa: en los últimos 20-30 años, la mitad de los niños que han sido bautizados o que han recibido la confirmación y la mitad de los jóvenes que se han casado probablemente han abandonado la Iglesia. Otra de las conclusiones de este estudio es que cuatro de cada cinco católicos que abandonaron la Iglesia lo hicieron antes de los 23 años.

La mayoría de nosotros conoce esta situación por propia experiencia. Todos conocemos padres en nuestra parroquia que están dolidos por la lejanía de sus hijos. Puede ser incluso que sean nuestros hijos e hijas los que se han distanciado. El enfado e intentar dar respuestas rápidas a preguntas no formuladas no es eficaz

A continuación indicamos siete estrategias sencillas que puedes utilizar a partir de ahora para hacer volver a tu hijo. No es un esquema para una conversión rápida, porque estos pasos necesitan meses o años. Pero son indicaciones que se han verificado en el camino que lleva de nuevo a la fe.

1. Oración, ayuno y sacrificio
Si no haces estas tres cosas, puedes olvidarte de los otros pasos. Empieza a rezar desde ahora cada día durante 5-10 minutos por la vuelta de tu hijo. La parábola de Jesús sobre la viuda persistente en la oración (Lc 18, 1-8) confirma que Dios ama la oración continua, incluso si rezas pidiendo cada día por la misma necesidad. No abandones y no pienses que tu oración es ignorada e inútil. Recuerda las oraciones de Santa Mónica por su hijo, San Agustín.

2. Fórmate: Biblia y Catecismo
No puedes ofrecer lo que no tienes. Seguramente la idea de compartir la fe te entusiasma, pero entusiasmo y buena voluntad no te llevarán muy lejos. Tienes que conocer tu fe. Las mejores dos fuentes son la Biblia y el Catecismo. Familiarízate con ellas y léelas cada día, en pequeñas dosis. Después busca buenos libros católicos que te ayudarán a explicar y defender la fe; así estarás preparado cuando tu hijo te revele sus principales problemas con la Iglesia.

3. Plantar las semillas
Antes de que empieces a discutir sobre Dios o la Iglesia con tu hijo, tienes que plantar pequeñas semillas de fe y confianza en su vida. Una semilla es el amor incondicional. Tu hijo tiene que saber que le amas a pesar de todo: a pesar de sus elecciones morales o de su lejanía de la Iglesia. Debe saber que deseas por completo su bien. Sólo entonces te escuchará.

4. Empezar la conversación
En un determinado momento, necesitarás iniciar un diálogo sobre Dios y la Iglesia. Podrías decir: "¿Puedo preguntarte algo? Me pregunto si un día serás capaz de hablar sobre temas espirituales. Sé que tú relación con la Iglesia no es clara, ¿pero estarás dispuesto a hablar sobre ello algún día conmigo? Sólo quiero oír lo que tienes que decir".
¡Y haz sólo esto: escuchar! Tu objetivo es saber por qué tu hijo se alejó de la Iglesia. Las razones que te dé pueden ser distintas a las que tu esperas. Pregúntale en qué cree y por qué; y qué le alejó. No respondas de inmediato a las objeciones o las críticas, acéptalas. Esto implica que tendrás que morderte la lengua, pero ¡vale la pena!

5. Impulsar el diálogo
Ahora ya sabes por qué tu hijo se alejó de la Iglesia. Tal vez se ha alejado involuntariamente. Tal vez ha cambiado de religión. Tal vez no está de acuerdo con la enseñanza moral de la Iglesia. O tal vez es que ya no cree en Dios. Cualquiera que sea el motivo, ha llegado el momento de discutir sobre estos factores.
Habla con alegría y de manera positiva para aclarar cualquiera de sus ideas equivocadas. Por ejemplo, si dice: "Nunca crecí espiritualmente como católico”, lo más seguro es que nunca entendió del todo la Eucaristía o nunca se le enseñó nada sobre los grandes maestros espirituales de nuestra tradición. Propónselos con amabilidad y anímale a reconsiderar sus ideas.

6. Invítale y conéctalo
Cuando tu hijo muestre curiosidad e inclinación a volver, invítale a un evento de la parroquia. Puede ser un retiro de fin de semana, o un pequeño grupo parroquial de estudio o un evento comunitario. Tu objetivo es acompañarle en la vida de la parroquia, para que así restablezca los vínculos comunitarios de fe. Pero no te precipites. Invítale sólo después de que él haya expresado su deseo de volver, pues en caso contrario conseguirías sólo que se aleje de nuevo.

7. Cerrar el círculo
Por último, tienes que ayudar a tu hijo a reconciliarse formalmente con la Iglesia. Mucha gente, cuando llega este momento, se queda bloqueada. Un sacerdote me explicó una vez el caso de una señora que había abandonado la Iglesia cuando era adolescente y permaneció alejada durante más de treinta años. ¿Su motivo? No sabía cómo volver.
No dejes que esto suceda. Cuando tu hijo ya esté preparado para volver, habla con tu párroco y determina los pasos justos para cerrar el círculo. Tal vez sólo necesita una buena confesión, o tal vez lo más apropiado para él sea el Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos. Un buen sacerdote puede valorar la situación y determinar los mejores pasos que hay que seguir.

Obviamente, sólo hemos rascado la superficie de esta hoja de ruta. La clave es no perder nunca la esperanza. Desesperanza no es una palabra del diccionario de Dios. Mientras tu hijo siga respirando, existe la esperanza. Dios ama a tu hijo más incluso que tú mismo. Por mucho que puedas desear que tu hijo vuelva a casa. Dios desea su vuelta infinitamente más y trabaja incesantemente para que esto suceda, incluso cuando la situación parece desesperada.

Confía en Dios, pídele que siga actuando en la vida de tu hijo y confía en Su ayuda para que vuelva a casa.


Brandon Vogt / Religión en Libertad

domingo, 15 de noviembre de 2015

EL MEJOR CATECISMO: MIS PAPÁS REZANDO


El mejor catecismo: mis papás rezando
!Qué alegría para unos padres escuchar de su hijo, que fueron ellos, con su vida y ejemplo, su mejor catecismo!


Por: Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma | Fuente: Catholic.net 




Hay recuerdos infantiles que se graban indelebles en la memoria y el corazón. Así como hay lecciones que uno, sin darse mucha cuenta, aprende de pequeño para siempre.

Recuerdo por ejemplo una que, aunque común y casi desapercibida entonces, ahora me parece magnífica. Mi padre, de vez en cuando, me preguntaba cuánto le quería, y yo, abriendo y estirando los brazos a más no poder -como queriendo abarcar el mundo entero- le respondía: “así”; pero percibía que mis bracitos no alcanzaban a medir el inmenso amor que sentía por él. Mi madre, teniéndome en su regazo, también me lo interrogaba, y yo, contestando lo mismo, le abrazaba el cuello lo más fuerte que podía; pero sintiendo que me faltaban fuerzas para demostrarle todo mi amor por ella.

En hechos tan simples fui aprendiendo una lección digna de todo un tratado y de una entera vida: que el amor que uno llega a experimentar por su padre, no hay metro que lo mida; y que ante la deuda incalculable de amor con nuestra madre, siempre nos descubriremos faltos de fuerzas para saldarla del todo.

Es en el hogar donde se aprende el amor; donde se aprende a amar. Y junto a ésta, otras lecciones magistrales tienen su cátedra en la familia. Son los padres los maestros que deben ir grabando en sus hijos, con cosas sencillas de hoy, otras que no han de olvidar nunca mañana.

Así es como creo que muchos de nosotros no podremos olvidar que fue de nuestros padres de quienes recibimos el tesoro de la fe y de quienes aprendimos a rezar.

A este propósito, acabo de leer unas líneas preciosas y emocionantes, escritas por alguien que a su vez guarda imborrable en su alma la gran lección, impartida por sus padres, de cómo hablar con Dios. Voy a dejarle la palabra a él, auque esto se lleve la mitad de este artículo. A mí no me importa. Y tú mismo pensarás lo mismo tras escucharlo:

"En casa, nada de piedad expansiva y solemne; sólo cada día el rezo del rosario en común, pero es algo que recuerdo claramente y que lo recordaré mientras viva...

“Yo iba aprendiendo que hace falta hablar con Dios despacio, seria y delicadamente. Es curioso cómo me acuerdo de la postura de mi padre. Él, que por sus trabajos en el campo o por el acarreo de madera siempre estaba cansado, que no se avergonzaba de manifestarlo al volver a casa; después de cenar... se arrodillaba, los codos sobre la silla, la frente entre sus manos, sin mirar a sus hijos, sin un movimiento, sin impacientarse.

Y yo pensaba: Mi padre, que es tan valiente, que es insensible ante la mala suerte y no se inmuta ante el alcalde, los ricos y los malos, ahora se hace un niño pequeño ante Dios. ¡Cómo cambia para hablar con Dios! Debe ser muy grande Dios para que mi padre se arrodille ante él y también muy bueno para que se ponga a hablarle sin mudarse de ropa.

“En cambio, a mi madre nunca la vi de rodillas. Demasiado cansada, se sentaba en medio, el más pequeño en sus brazos, su vestido negro hasta los tacones, sus hermosos cabellos caídos sobre el cuello, y todos nosotros a su alrededor, muy cerquita de ella. Musitaba las oraciones de punta a cabo, sin perder una sílaba, todo en voz baja.

Lo más curioso es que no paraba de mirarnos, uno tras otro, una mirada para uno, más larga para los pequeños. Nos miraba, pero no decía nada. Nunca, aunque los pequeños enredasen o hablasen en voz baja, aunque la tormenta cayese sobre la casa, aunque el gato volcase algún puchero. Y yo pensaba: Debe ser sencillo Dios cuando se le puede hablar teniendo un niño en brazos y en delantal. Y debe ser una persona muy importante para que mi madre no haga caso ni del gato ni de la tormenta.

“Las manos de mi padre, los labios de mi madre... ellos fueron mi mejor catecismo."

¡Qué mayor alegría y satisfacción para un padre y una madre que escuchar del propio hijo, a la vuelta de los años, que para él fueron ellos, con su vida y ejemplo, el mejor catecismo!

miércoles, 19 de agosto de 2015

EN EL HOGAR SE APRENDE A SER


En el hogar se aprende a ser
La generosidad se enseña con el ejemplo, la constancia, el esfuerzo, con delicadeza y amor, y sobre todo, todo hecho con naturalidad y alegría


Por: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net 




Es frecuente escuchar que los hijos aprenden de sus padres y padres que aprenden de sus hijos.
Existe un lenguaje no verbal, que sustituye o acompaña nuestras palabras. Es el clima que creamos a nuestro alrededor, ordinariamente a través de cosas muy pequeñas como, por ejemplo, una sonrisa cordial o una mirada de aprecio. (Julia Burggraf)

Esto sucede siempre que haya generosidad por el medio.

Un hogar donde sus integrantes son generosos, es tierra fértil para que todos eduquen a todos.
La virtud de la generosidad vivida, es de las virtudes humanas que más nos acercan a la felicidad.
Cuando uno la vive intensamente, más satisfecho se encuentra con los actos que realiza.

Siete pasos para la felicidad que van muy unidos al ser generoso:

Piensa menos, siente más.
Frunce menos, ríe más.
Habla menos, escucha más.
Juzga menos, acepta más.
Mira menos, haz más.
Quéjate menos, aprecia más.
Teme menos, ama más.

Y así como hay pasos que llevan a la felicidad, citemos también cinco errores que dificultad el ser feliz y generoso:

1)    Magnificar sucesos negativos.
2)    No perdonar nuestros propios errores.
3)    Ser incapaces de cerrar las heridas del pasado.
4)    No tener ilusiones.
5)    No proyectarnos hacia adelante.
En en nuestro clima familiar siempre debe haber  un nuevo amanecer

La generosidad es un acto desinteresado por el cual una persona se esfuerza en dar algo de sí misma con el fin de cubrir la necesidad de otro.
Se busca hacer feliz al otro, haciéndole un bien.

La generosidad se enseña con el ejemplo, la constancia, el esfuerzo, con delicadeza y amor, y sobre todo, todo hecho con naturalidad y alegría.

No sirve la generosidad practicada con cara larga.
Necesita ir unida a la sonrisa, a la alegría.
Es una virtud que se vive y uno ni sabe ni se da cuenta cuando la está enseñando.

Es bueno que nos hagamos algunas preguntas:

¿Soy generoso con mi tiempo?  

-Papá, se la pasa en la oficina la mayor parte del tiempo y a mí siempre me atiende a las corridas. Lapidaria reflexión de un chico.

¿Me olvido que si quiero ser padre educador, mis hijos necesitan parte de mi tiempo?

El tiempo es sin duda, el bien más preciado que administramos.
Si lo perdemos ya no lo podremos recuperar Los hijos crecen muy rápido como para vivir distraídos.
Lo que no hicimos cuando debíamos, ya no lo podremos hacer.

¿Enseñamos a compartir las cosas?

-Papá, siempre me dice que le tengo que prestar la bicicleta a Juan, pero cuando le pido prestado su raqueta pone mala cara.
Si queremos enseñar a compartir, la primera generosidad la tendrán que aprender de nosotros.

¿Soy generoso en las cosas de la casa? ¿Ayudo, para que los chicos ayuden?

-Papá siempre me hace sacar la basura, pero él nunca mueve un dedo.

Sin duda el hogar es la mejor escuela para educar en la generosidad.
Ayudar en las múltiples tareas que en la casa hay es una manera de formar en la responsabilidad y en la generosidad.
En la casa se aprende de las pequeñas colaboraciones como el dar algo mío para el bien de todos.
Y los padres no podemos excluirnos y debemos ser los primeros en dar el ejemplo.

Este tipo de detalles, y tantos más, se nos presentan a diario, y si los vivimos con naturalidad harán que en casa se viva un intenso ambiente familiar y nos vayamos educando unos a otros en esta gran virtud del ser generoso.

Una de las grandes alegrías de la vida es tener una familia unida. (Enrique Rojas).

En la familia es el mejor  ámbito para ser concebido, para nacer, para crecer, para envejecer y para morir con la dignidad propia de la persona humana.

Y en este nacer y morir la familia deberá ser testimonio de una característica cristiana de vida, característica fundamental en todo creyente, que es la alegría. La generosidad con alegría.
Que no es pasarse la vida riendo, sino saber enfrentar las circunstancias que tenemos que vivir con la serenidad que da la alegría cristiana, incluso cuando muerte y vida, tristeza y gozo, salud y dolor, se dan en nuestra vida.
A veces, muchas veces, muerte y vida, tristeza y gozo, salud y dolor se dan juntas. Se viven juntas. Sepamos asumirlas con alegría.
Sepamos ser generosos con alegría, pues generosidad sin alegría no vale la pena ser generoso.

Por último contaré una anécdota que leí tiempo atrás y que me hizo ver cómo un chico había entendido bien lo que significaba vivir la virtud del ser generoso.
Se refería a un chico de nueve años, de condición humilde, que trabajó un verano para poder darse algunos gustos porque sus padres no podían sostener sus vacaciones.
Realizaba trabajos manuales y recibía monedas de propina. Un buen día logró juntar cinco pesos y decidió ir a comer un helado.
Entró en una confitería. Se sentía muy importante gracias a que podía obtener, con su esfuerzo, lo que quería.
Entonces le preguntó a la chica que atendía:
-Señorita, ¿cuánto cuesta un helado bañado en chocolate?
-Cinco pesos, le contestó.
-¿Y si no está bañado en chocolate?
-Cuatro  pesos con cincuenta, fue la respuesta.

El niño le pidió uno y lo comió disfrutando mucho "su" helado.
Enorme fue la sorpresa que tuvo la chica, y mayor su emoción, cuando el chico se retiró y, al limpiar la mesa, encontró 50 centavos de propina.
Había renunciado a comer un helado bañado en chocolate, para poder ser generoso con quien lo había atendido.

Con padres generosos, los hijos serán generosos.

martes, 28 de julio de 2015

DELIMITACIÓN DE RESPONSABILIDADES


Delimitación de responsabilidades



Señores Padres: No soy docente, pero convivo con una, lo cual por un lado me permite saber en qué consiste su trabajo, y por el otro me da la ventaja de no tener compromisos con los padres de los alumnos, por lo cual voy a decirles lo que pienso, como es mi costumbre.

Si usted es de esos padres en vías de extinción que se preocupan por la educación de sus hijos, entonces no lea el siguiente texto ya que no es para usted.

En cambio si es de esa nueva generación de padres "modernos y copados" que creen que la escuela es un depósito de chicos para que no molesten cuando usted chatea en Facebook, mira fútbol y novelas, o simplemente duerme la siesta, entonces hágame el favor de leer estas definiciones que seguramente le aclararán el panorama:

- Los docentes enseñan lengua, pero enseñarle a su hijo a no vagar por la calle a los gritos faltando el respeto a quienes lo oyen le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan anatomía, pero enseñarle a no embarazarse a los 13 años le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan biología, pero enseñarle a no matar por diversión le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan informática, pero enseñarle a no pasarse 10 horas por día en las redes sociales le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan dibujo y pintura, pero enseñarle a no escribir paredes y rayar autos le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan contabilidad, pero enseñarle a no gastar la plata en alcohol, tabaco y drogas le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan geografía, pero enseñarle a no estar el día entero fuera de su casa le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan ética, pero enseñarle a respetar a los mayores y no burlarse de las personas con discapacidades le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan gimnasia, pero enseñarle a no correr huyendo de sus actos irresponsables le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan historia, pero enseñarle a forjarse una propia, limpia de manchas le corresponde a usted.

- Los docentes enseñan matemáticas, pero enseñarle a no SUMAR errores, a no RESTAR esfuerzos, a no MULTIPLICARSE antes de tiempo, y a no DIVIDIR familias, eso le corresponde a usted.

Las sociedades funcionan cuando todos hacen su aporte. Los docentes, aunque mal pagos, hacen su trabajo con vocación.

Usted señor padre....... ¿está haciendo el suyo?

sábado, 25 de julio de 2015

10 IDEAS PARA EDUCAR MEJOR A LOS HIJOS


10 ideas para educar mejor a los hijos
La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa

Por: Fernando Sarráis 




El Doctor en Medicina por la Universidad de Navarra y especialista en Psiquiatría Fernando Sarráis ha ofrecido, en la jornada de talleres del 37 Congreso de APAS de Fomento (FEPACE), sus claves para “Educar a los hijos en la adversidad”. La intervención de Fernando Sarráis, que tuvo lugar en los colegios de Fomento Torrenova y Miralvent, se puede resumir en 10 ideas para educar mejor a los hijos:



· “El que algo quiere algo le cuesta”. La buena educación ha de costar a las dos partes: formador y formado. No se debe tener miedo a hacer sufrir al educar, siempre que se quiera a la personas a educar, pues el cariño impide pasar la frontera que lleva a producir un trauma psicológico.

· “El mejor educador es el ejemplo”. Si queremos que alguien a quien tenemos la responsabilidad de educar aprenda algo, debemos hacerlo nosotros delante de ellos con la mayor frecuencia posible. A veces, hacemos odioso aprender por un exceso de repetición oral de lo que se debe aprender.

· Enseñar en Libertad. En la educación de una personalidad madura es de capital importancia enseñar a ser libre, con la responsabilidad que supone recibir un premio o castigo como consecuencia de la propia conducta libre. La libertad, junto con hacer el bien, es necesaria para ser feliz en la vida, por ello es necesario no tener miedo a la libertad de la persona educada. El miedo es un gran enemigo de la buena educación, pues supone educar con el corazón (la afectividad) y no con la cabeza (la razón).

· “Aprender a poner buena cara al mal tiempo”. Uno de los capítulos más difíciles de aprender del libro de la vida es “sufrir con alegría”. Si no se logra este aprendizaje las personas suelen vivir, comportarse y pensar en función de evitar por miedo cualquier sufrimiento. Esto impide que las personas se planteen y aspiren lograr grandes objetivos en la vida, que llena la necesidad de realizarse personalmente y evitar la sensación de insatisfacción crónica que lleva a la infelicidad.

· Voluntad y constancia. Es necesario plantear modelos atractivos de modos de ser, pues si una persona quiere con fuerza lograr ser de una determinada manera, tendrá la fuerza y la constancia para poner los medios necesarios para lograrlo: “querer es poder”. Por esto es importante que las personas adultas que rodean a un joven en formación sean unos buenos modelos, pues fomentan el afán de emulación o imitación en el joven.

“O vives como piensas o acabas pensando como vives”.

La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa. De aquí la importancia de hacer lo que se quiere enseñar a los jóvenes alumnos. Una manera de lograrlo es que el educador y el educando lo hagan juntos.

· “Educar más con la cabeza que con el corazón”. Enseñar es una tarea más de la razón que de la afectividad. Un educador que se mueve más por sus emociones que por la razón debe encargar esa educación a otro educador.

· “La unión hace la fuerza”. La educación es una tarea de varios educadores, del padre y la madre en el caso de la educación familiar. De aquí la importancia de lograr un buen acuerdo entre los varios educadores de un joven, y de no desautorizarse entre sí, sino de comunicarse para evitar las diferencias educativas en los temas capitales y establecer los límites de cada territorio educativo de cada uno de los educadores.

· “Sembrar buena semilla suele producir buena cosecha”.

Un mal clima puede hacer que no sea una cosecha abundante pero no una mala cosecha. De ahí la importancia de no tirar la toalla en el proceso educativo en los momentos en que parece que no se consiguen los objetivos deseados, ya aparecerán más adelante. No cansarse de dar buen ejemplo y buenos consejos aunque en algunos momentos se consiga lo contrario, pues es un problema de libertad personal, y la libertad siempre se debe respetar. Siempre es mejor educar bien que dejar de educar. Educar en esos momentos oscuros es, también, una manera de enseñar la paciencia y la constancia.

· Exigencia con amor. Los hijos no se trauman tanto por la excesiva exigencia, si se sienten queridos, como por la falta de exigencia, que a veces supone un mayor cariño del educador a sí mismo que al educando pues es más fácil y cómodo dejar hacer, ceder, evitar la confrontación y sentirse querido por el educando a corto plazo si se le deja hacer lo que le gusta.

sábado, 18 de julio de 2015

LA AUSENCIA DEL PADRE


La ausencia del Padre
La figura paterna es indispensable en la vida de los hijos pues crea en ellos estabilidad, forja la voluntad y da sentido de pertenencia como seres amados


Por: Luce Bustillo - Schott | Fuente: Catholic.net 




La figura paterna es indispensable en la vida de los hijos pues crea en ellos estabilidad, forja la voluntad y da sentido de pertenencia como seres amados. Hoy dia la asuencia del padre ha creado en los hijos debilitamiento en sus voluntades llevando a muchos a vivir en la soledad y creciendo con un sentimiento de desamor que muchos terminan llenos de complejos,miedos y dificultad para lograr un vínculo sano en las relaciones interpersonales.

Quienes tuvimos un  "papá" que nos amó y dedicó su vida en todo sentido de la palabra,  trabajando incansablemente para que fuéramos mujeres y hombres de bien, que fueron muchos los sacrificios, desvelos, inquietudes, para apoyarnos en las distintas dimensiones que el ser humano vive: físico, espiritual, moral y emocional,  sabemos que esa figura paterna ha sido indispensable en nuestro desarrollo integral como personas. Que ese "papá" no sólo es proveedor materialmente sino que es el que educa, aconseja, ama y es ejemplo a seguir para que sus hijos puedan también ser ejemplo para sus hijos.

No faltará quien comente, manifieste y deje salir el dolor por la ausencia del padre o dándole ese título a un abuelo, tío, inclusive un hermano que estuvo haciendo las veces de "papá" por la ausencia paterna ya sea por muerte o abandono. Más de una esposa abandonada sacará a relucir el dolor que ha vivido durante muchos años por estar haciendo el esfuerzo de llenar el vacío que deja el padre que abandona el hogar y que le toca salir a trabajar y suplir al papá ausente educando, aconsejando, jugando, cuidando a los hijos que sufren el vacío paternal.

Como esposa que ha vivido el abandono,  sé el dolor que se vive como esposa, mujer y madre de esos pequeños, que duele en lo más profundo del alma sentirse sola en esta ardua tarea de querer ser mamá y papá a la vez, pero también sé que no es posible llenar el vacío en el interior de los hijos por la ausencia del "papá". Por más que nos esforcemos, por más que queramos, nunca será posible que ese corazoncito de hijo abandonado alivie el dolor por no haber compartido los momentos cotidianos y los especiales como cumpleaños, grados, nacimiento de sus propios hijos y etc. También sé que el amor todo lo puede y es posible amar aun habiendo vivido el abandono, el desamor y la indiferencia.

Ojalá los padres en esa situación recapaciten para que regresen a sus hogares respondiéndole a Dios, a sus esposas e hijos  pudiendo dar cuentas de esos  que fueron encomendados a su cuidado y protección. Sé que los papás en esas condiciones tienen un corazón que llora y sangra de dolor por haber abandonado su hogar. Dios les mueva el corazón al arrepentimiento y tengan valor para recoger sus pasos y sus esposas e hijos les ofrezcan la esperanza de amor, perdón y reconciliación, viviendo también el gozo de regresar a Dios Padre quien los espera para abrazarlos, restaurarlos y transformarlos dándoles un corazón nuevo. Que sus familias estén dispuestas a abrazarlo, perdonarlo y recibirlo como si nunca si hubiera ido.

Invito a todas esas esposas que hemos sufrido el dolor por la ausencia del esposo y padre  ir a los pies de Jesús sanemos las heridas causadas por el abandono, que nos liberemos de rencores y resentimientos y pidamos un corazón nuevo manso y humilde abierto a la reconciliación con el esposo y también  esos hijos recuperen a su "papá". Tratemos de no alimentar en nuestros hijos rencores hacia ese "papá" que quizás por una debilidad, una voluntad frágil se dejó arrastrar por los engaños del mundo, la carne y el demonio y busquemos que reine entre todos  el amor, el perdón y la paz.



Oración:

Padre amado hoy pido por aquellos "papás" que se encuentran ausentes de la vida de sus hijos, que se han perdido de todos esos hermosos momentos que se viven al verlos crecer, te pido que los abraces y les des consuelo en sus corazones que sé y tengo certeza que hay dolor y no hay felicidad por una mala decisión y han vivido guardando en silencio durante tantos años haberse perdido de momentos tan importantes en la vida de sus hijos que con amor trajeron al mundo. Te pido Padre amado que acercándose ese día en el cual se les homenajea los acerques a sus hijos y juntos se abracen en amor,  dejando atrás todo lo que les impide amarse como Tu nos amas. Tómalos de Tu mano y por intercesión de mamita María guíalos por el camino de la verdad para que reciban la gracia de un arrepentimiento sincero y acepten de Ti esa oportunidad de reparar por el dolor causado a sus familias y logren el abrazo del perdón.

Luce Bustillo - Schott

lunes, 8 de junio de 2015

¿SE SALVARÁN MIS HIJOS?



¿Se salvarán mis hijos?
Cuántas veces, los padres católicos sufren profundas tribulaciones por el alejamiento de sus hijos de la vida de fe


Por: Jorge Novoa | Fuente: autorescatolicos.org




Cuántas veces, los padres católicos sufren profundas tribulaciones al constatar el alejamiento de sus hijos de la vida de fe o su total prescindencia. Esta dolorosa experiencia, es muchas veces acompañada por opciones de vida que van minando de preocupación y pesimismo el horizonte. Divorcios, hijos de distintos matrimonios, alcoholismo, drogas, enfermedades, etc... Los padres católicos sufren hondamente este Calvario moderno que viven sus hijos o nietos, por una fe que no se pudo comunicar adecuadamente y que ha sido desterrada de las opciones de vida sin el menor interés.

Recuerdo que una noche me desperté sobresaltado con un pensamiento lacerante: ¿se salvarán mis hijos? Y si se condenan? Que tremendo!!! ¿Es posible que alguien decida cambiar el banquete de la eternidad con Dios por las migajas de una vida tan breve?

Dios nos ha confiado a nuestros hijos que están llamados a ser sus hijos, no somos dueños de sus vidas sino colaboradores de la obra de Dios. Ciertamente que son nuestros, pero lo son más de Dios. Él, está más "interesado" que nosotros de su salvación y los está perfectamente, en cuanto sus intenciones no están minadas por sombras como las nuestras. ¡Qué maravilla es poder descubrir y vivir, el desafío de acompañar a nuestros hijos en este camino que tiene por meta la eternidad! ¡Qué gozo embarga nuestra alma, al saber que están llamados a ser ciudadanos del cielo!

Este pensamiento para nada nos invita a desentendernos de su suerte, por el contrario nos compromete en las opciones que les comunicamos en la niñez y adolescencia. Los padres saben, como buenos artesanos, que el momento de modelar es muy importante, la obra debe realizarse cuando todavía la arcilla se encuentra fresca . Pero el modelo, es único e irrepetible, como una pieza de valor incalculable, deben buscar y permitir, que vaya lentamente emergiendo la verdadera imagen que está esculpiendo el artesano Divino ¡Qué tremenda responsabilidad y al mismo tiempo que maravillosa tarea!¿Acaso pueden los padres encontrar una misión superior? ¡Con cuánto amor y respeto deben acercarse al misterio que oculta y manifiesta esta valiosa joya! ¡Qué sublime dignidad se cierne sobre su cabeza!

Dios no se desentiende del camino que te propone. Él necesita de tu compromiso. No estás solo en el Mundo, ni abandonado. El Padre vela por sus hijos y te sostiene a ti en tu fragilidad. No dejes que te destruyan los pensamientos que vienen del mal espíritu. Dios está haciendo todo lo posible para que tus hijos se salven. No bajes los brazos. Él no dejará que se pierdan los dolores de tu corazón. Renueva tu compromiso de servir a la obra que Dios está realizando.

¿Puede un corazón atribulado no recurrir a María Santísima? ¿No conoce ella tus preocupaciones? No tuvo ella que caminar en la oscuridad de la fe, en medio de los gritos que clamaban por la muerte de su Hijo ¿No tomará ella tus clamores como suyos y los presentará delante de Dios?

lunes, 4 de mayo de 2015

10 IDEAS PARA EDUCAR MEJOR A LOS HIJOS


10 ideas para educar mejor a los hijos
La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa
Por: Fernando Sarráis | Fuente: www.sontushijos.org




El Doctor en Medicina por la Universidad de Navarra y especialista en Psiquiatría Fernando Sarráis ha ofrecido, en la jornada de talleres del 37 Congreso de APAS de Fomento (FEPACE), sus claves para “Educar a los hijos en la adversidad”. La intervención de Fernando Sarráis, que tuvo lugar en los colegios de Fomento Torrenova y Miralvent, se puede resumir en 10 ideas para educar mejor a los hijos:


· “El que algo quiere algo le cuesta”. La buena educación ha de costar a las dos partes: formador y formado. No se debe tener miedo a hacer sufrir al educar, siempre que se quiera a la personas a educar, pues el cariño impide pasar la frontera que lleva a producir un trauma psicológico.


· “El mejor educador es el ejemplo”. Si queremos que alguien a quien tenemos la responsabilidad de educar aprenda algo, debemos hacerlo nosotros delante de ellos con la mayor frecuencia posible. A veces, hacemos odioso aprender por un exceso de repetición oral de lo que se debe aprender.


· Enseñar en Libertad. En la educación de una personalidad madura es de capital importancia enseñar a ser libre, con la responsabilidad que supone recibir un premio o castigo como consecuencia de la propia conducta libre. La libertad, junto con hacer el bien, es necesaria para ser feliz en la vida, por ello es necesario no tener miedo a la libertad de la persona educada. El miedo es un gran enemigo de la buena educación, pues supone educar con el corazón (la afectividad) y no con la cabeza (la razón).


· “Aprender a poner buena cara al mal tiempo”. Uno de los capítulos más difíciles de aprender del libro de la vida es “sufrir con alegría”. Si no se logra este aprendizaje las personas suelen vivir, comportarse y pensar en función de evitar por miedo cualquier sufrimiento. Esto impide que las personas se planteen y aspiren lograr grandes objetivos en la vida, que llena la necesidad de realizarse personalmente y evitar la sensación de insatisfacción crónica que lleva a la infelicidad.


· Voluntad y constancia. Es necesario plantear modelos atractivos de modos de ser, pues si una persona quiere con fuerza lograr ser de una determinada manera, tendrá la fuerza y la constancia para poner los medios necesarios para lograrlo: “querer es poder”. Por esto es importante que las personas adultas que rodean a un joven en formación sean unos buenos modelos, pues fomentan el afán de emulación o imitación en el joven.


· “O vives como piensas o acabas pensando como vives”.

La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa. De aquí la importancia de hacer lo que se quiere enseñar a los jóvenes alumnos. Una manera de lograrlo es que el educador y el educando lo hagan juntos.


· “Educar más con la cabeza que con el corazón”. Enseñar es una tarea más de la razón que de la afectividad. Un educador que se mueve más por sus emociones que por la razón debe encargar esa educación a otro educador.


· “La unión hace la fuerza”. La educación es una tarea de varios educadores, del padre y la madre en el caso de la educación familiar. De aquí la importancia de lograr un buen acuerdo entre los varios educadores de un joven, y de no desautorizarse entre sí, sino de comunicarse para evitar las diferencias educativas en los temas capitales y establecer los límites de cada territorio educativo de cada uno de los educadores.


· “Sembrar buena semilla suele producir buena cosecha”.

Un mal clima puede hacer que no sea una cosecha abundante pero no una mala cosecha. De ahí la importancia de no tirar la toalla en el proceso educativo en los momentos en que parece que no se consiguen los objetivos deseados, ya aparecerán más adelante. No cansarse de dar buen ejemplo y buenos consejos aunque en algunos momentos se consiga lo contrario, pues es un problema de libertad personal, y la libertad siempre se debe respetar. Siempre es mejor educar bien que dejar de educar. Educar en esos momentos oscuros es, también, una manera de enseñar la paciencia y la constancia.


· Exigencia con amor. Los hijos no se trauman tanto por la excesiva exigencia, si se sienten queridos, como por la falta de exigencia, que a veces supone un mayor cariño del educador a sí mismo que al educando pues es más fácil y cómodo dejar hacer, ceder, evitar la confrontación y sentirse querido por el educando a corto plazo si se le deja hacer lo que le gusta.

miércoles, 29 de abril de 2015

CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS DEL DIVORCIO


Cómo ayudar a los hijos del divorcio
Los hijos son las primeras víctimas de una separación


Por: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo | Fuente: alfa y omega



Los hijos «son las primeras víctimas» de una separación, ha dicho el Papa Francisco, pero pueden alcanzar la sanación de sus heridas gracias a la sanación de las heridas de sus padres. Poco a poco, la Iglesia está empezando a prestar atención pastoral a estas personas –padres e hijos– que sufren muchas veces una etiqueta injusta
«Ser hijo de padres separados condicionó mi manera de relacionarme con el mundo, la forma en el que se evalúan las relaciones y la manera en cómo se proyecta todo con fecha de vencimiento. Se vislumbra todo a corto plazo y desde la desconfianza. El matrimonio carece de sentido, y el compromiso afectivo es algo que no se está dispuesto a entregar fácilmente a cambio de nada… Mi visión del mundo es así, y difiere notablemente de mi grupo de amigos que no pasaron por esa experiencia»: éste no es el relato de un adolescente, sino el de un hombre ya adulto, entrado en años. Como aquel superviviente del avión uruguayo estrellado en Los Andes –la anécdota la refiere el psicoterapeuta familiar José María Contreras–, que después de pasar varios problemas personales, admitió: «Todavía no he superado todas mis cordilleras; me falta por superar la separación de mis padres».
Las consecuencias en los niños de la separación de sus padres han sido estudiadas por la psicóloga californiana Judith Wallerstein, que ha hecho el seguimiento de una veintena de niños cuyos padres se divorciaron en los años 70. Entre sus conclusiones, identifica «el miedo a que las relaciones amorosas de estas personas fracasen, tal como pasó con sus padres. Al carecer de un patrón sobre cómo son las relaciones estables, inventan sus propios códigos de conducta en una cultura que les ofrece muchos modelos de relación, pero pocas directrices. Muchos han vencido su miedo a ser traicionados y han encontrado una pareja estable, mientras que otros todavía no saben por qué se sienten tan asustados».
¿Ya no es un problema?
Fernando Alberca, experto en educación y asesor en rendimiento escolar y relaciones familiares, observa que, «hace diez años, un niño que vivía la separación de sus padres percibía que era un gran problema; hoy, no es así. Culturalmente, los niños ya no ven la separación como algo anormal en sus vidas, porque la mayoría de sus amigos también tiene padres con problemas o separados. La sociedad ya ha admitido que una pareja se separe si las cosas no van bien. Es muy frecuente y el niño lo ve como algo inevitable».
Sin embargo, el problema queda en estado latente en el niño y se enmascara. «Hay una depresión infantil creciente, vinculada en muchos casos con la inseguridad, desarraigo de la separación y sentido de culpa, especialmente preocupante en niños muy pequeños; hay sufrimientos, fracaso escolar, rebeldías adolescentes cada vez más tempranas, de 7 a 12 años, agotamiento emocional, endurecimiento de corazón, que hunden sus raíces en una separación conflictiva…», señala Alberca.
Además, «la separación como solución se transmite con facilidad a los hijos –continúa–. La mayoría de las separaciones tiene su causa en que, hoy, las cosas se tiran y se sustituyen…, pero no se arreglan. Nadie quiere solucionar problemas; si nos falla algo, lo sustituimos. Los niños están aprendiendo a evadirse de los problemas, como hacen los adultos, en lugar de solucionarlos. Los matrimonios se empiezan a romper con cada vez menos motivos, y los padres parecen menos fiables, porque lo que hoy dicen y sienten mañana puede ser distinto; y hay estudios que señalan que el 91% de los niños no entienden nunca por qué se separaron sus padres».
Una etiqueta injusta
Hace apenas una semana, el Papa Francisco ha denunciado que «muchos niños pagan el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables, son las primeras víctimas». Junto a ello, «resulta indispensable hacerse cargo de las consecuencias de la separación o del divorcio para los hijos; y buscar el modo de que puedan superar el trauma de la escisión familiar y crecer de la manera más serena posible», ha pedido la Asamblea que prepara el Sínodo de la Familia 2015.
En España, poco a poco, empiezan a surgir iniciativas de acompañamiento para separados y divorciados. La parroquia Nuestra Señora de la Visitación, en Las Rozas (Madrid) –uno de los municipios españoles con mayor índice de separaciones–, acoge al grupo Emaús, en el que varias mujeres se reúnen cada sábado para actividades de formación y momentos de oración, «o simplemente para pasar un rato juntas», señala su responsable, Mamen Carro, «porque lo que buscamos es que estas personas que comparten su fe se ayuden unas a otras. Igual que hay grupos de jóvenes, de matrimonios, etc., queremos reunir a personas que viven esta situación concreta».
Mamen lamenta que «esta sociedad frivoliza mucho la separación: Si te llevas bien con tu ex, entonces los niños lo llevarán bien; y esto no es verdad. Hollywood ha hecho mucho daño con lo de rehacer mi vida. Tenemos que reconocer que hay un problema social». Además, «en la Iglesia hemos llegado tarde ante este problema; muchas personas cargan por desconocimiento con una etiqueta injusta: Es que estoy separada… Estas personas están muy heridas y tienen mucha necesidad de acogida».
Tú naciste porque Dios quiso
Para ayudar a los niños, Mamen recomienda, sobre todo, empezar con los padres. «Los padres son los primeros educadores de sus hijos. Hay que formar grupos de padres y grupos de madres, que tengan formación, oración y apoyo mutuo, y que se sientan queridos». Y a los niños, «les diría siempre la verdad, les hablaría con esperanza. Hay que decirles que ellos son un fruto del amor, ser muy generosos siempre con ellos. Decirles: Tú naciste porque Dios quiso, tu madre y tu padre te quieren; intentar que se sientan muy queridos, y recordarles que Dios les quiere mucho».
Don Manuel Martín, párroco de Nuestra Señora de la Visitación, concluye que «los separados y divorciados son los pobres del siglo XXI; han hecho un proyecto y han fracasado. Eso destroza mucho psicológicamente, y también económicamente. Como los discípulos de Emaús, sólo en el encuentro con Cristo se reponen de este fracaso. Por eso, necesitan de la ayuda de la Iglesia, que tiene la obligación de dar consuelo a los más necesitados, de devolver la esperanza a quien la ha perdido. Si no lo hace, la Iglesia no cumple su misión».

5 claves para la ayuda
¿Cómo podemos ayudar a los niños de nuestro entorno, familia, colegio…, que han sufrido la separación de sus padres? Fernando Alberca da cinco claves:
- Ser siempre muy amables con las dos partes, muy acogedores y comprensivos; y no hablar nunca mal de los padres: el niño es muy sensible a esto.
– Ofrecer nuestra ayuda para solucionar los problemas que posibiliten una reconciliación, aunque no siempre es posible.
– Ayudar al niño en lo que necesite, quererle incondicionalmente, no sacar conclusiones rápidas, no juzgar nunca y ayudarlos a ser felices.
– Darles la estabilidad que han perdido, ser muy amables, perdonarles mucho. Un niño se puede creer culpable y llamar la atención, bajar las notas, desobedecer… Tenemos que quererlos mucho, tratarlos con cariño, sonreírles y no olvidarnos de sus padres aunque ya no los veamos.
– Ayudarlos con nuestro ejemplo para su futuro matrimonio: estos niños pueden ser muy felices en sus relaciones, y eso hemos de mostrárselo con nuestro propio ejemplo. Mostrarles que uno puede ser muy feliz casado, con nuestro propio matrimonio.
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