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sábado, 6 de enero de 2024

PAPA FRANCISCO: LOS REYES MAGOS BUSCAN A DIOS Y LO HALLAN EN UN NIÑO RECOSTADO EN UN PESEBRE



El Papa Francisco: Los Reyes Magos buscan a Dios y lo hallan en un Niño recostado en un pesebre

Por Eduardo Berdejo

6 de enero de 2024 


El Papa Francisco presidió este 6 de enero la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, durante la cual animó a seguir el ejemplo de los Reyes Magos de mantener “los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra, el corazón postrado en adoración”.

Desde la Basílica de San Pedro, el Pontífice señaló que los sabios venidos de Oriente “son imagen de los pueblos en camino en busca de Dios”. Los Magos, que son extranjeros, no se quedan encerrados en las cosas terrenales, sino que ven surgir una estrella y “emprenden un viaje en busca del Rey que ha nacido”, explicó el Papa.

“¡Hermanos y hermanas, los ojos fijos en el cielo! Necesitamos tener la mirada levantada hacia lo alto, también para aprender a ver la realidad desde arriba. Lo necesitamos en el camino de la vida, para hacernos acompañar de la amistad del Señor, de su amor que nos sostiene, de la luz de su Palabra que nos guía como estrella en la noche”, expresó.

El Pontífice señaló a los seis mil fieles reunidos en la basílica vaticana que en el camino de la fe también es necesario mantener la mirada en el cielo, “para que no se reduzca a un conjunto de prácticas religiosas o a un hábito exterior, sino que se convierta en un fuego que nos quema por dentro y nos hace buscadores apasionados del rostro del Señor y testigos de su Evangelio”.

“Lo necesitamos en la Iglesia”, para que en lugar de dividirse según sus ideas, los católicos pongan a Dios en el centro, afirmó.

Pero así como miran a lo alto, los Reyes Magos también “tienen los pies sobre la tierra” y se ponen en marcha hacia Jerusalén, donde preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.

“El astro que brilla en el cielo los envía a recorrer los caminos de la tierra; levantando la cabeza hacia lo alto son empujados a descender hacia lo bajo; buscando a Dios son invitados a encontrarlo en el hombre, en un Niño que yace en un pesebre, porque Dios, que es lo infinitamente grande, se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño”, explicó el Papa Francisco.

El Santo Padre indicó que tener los pies en la tierra e ir en camino significa que el don de la fe no ha sido dado para quedarse mirando el cielo, “sino para avanzar por los senderos del mundo como testigos del Evangelio”, porque la luz del Señor no es sólo “para ser consolados en nuestras noches”, sino para iluminar “las densas tinieblas que envuelven tantas situaciones sociales”.

“El Dios que viene a visitarnos no lo encontramos permaneciendo quietos en alguna bella teoría religiosa, sino poniéndonos en camino, buscando los signos de su presencia en las realidades de cada día y, sobre todo, encontrando y tocando la carne de los hermanos”, añadió.

“Los Magos, en efecto, nos enseñan que el encuentro con Dios nos abre a una esperanza más grande”, afirmó el Pontífice quien, citando a Benedicto XVI, recordó que “si falta la verdadera esperanza, se busca la felicidad en la embriaguez, en lo superfluo, en los excesos, y los hombres se arruinan a sí mismos y al mundo”.

“Por esto, hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos”, indicó el Papa, citando las palabras que pronunció Benedicto XVI en su homilía del 6 enero 2008. 

HOY LA IGLESIA CELEBRA LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, 6 DE ENERO




Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de la Epifanía del Señor

Epifanía del Señor

ACI Prensa



6 de enero de 2024 / 12:01 AM


Cada 6 de enero, en Ciudad del Vaticano (Roma, Italia) y en muchísimas otras partes del mundo, se celebra la Solemnidad de la Epifanía del Señor. En esta recordamos la “manifestación” del Mesías esperado a todos los pueblos de la humanidad, representados en los sabios de Oriente que llegaron a Belén para adorarlo.

El término “epifanía” es la transliteración del griego επιφάνεια, cuyo significado es precisamente “manifestación”, “darse a conocer”.

Donde la Epifanía no se celebra el día 6 de enero, esta solemnidad suele trasladarse al domingo siguiente.

Por otro lado, en muchos lugares, la celebración de la Epifanía es el día por excelencia en el que se intercambian regalos, a diferencia de aquellos donde se prefiere practicar dicha costumbre en Nochebuena o en la mañana del 25 de diciembre.


Reyes Magos

El Evangelio nos presenta a unos personajes conocidos como los ‘Reyes Magos’, también llamados ‘sabios’, quienes dejaron atrás su tierra de origen y su cultura para salir al encuentro de Aquel del que hablaban las profecías: un rey que habría de salvar al mundo y que gobernaría con justicia, devolviendo la esperanza a la humanidad.


¿Qué se sabe sobre quiénes eran los Reyes Magos y cuándo llegaron a ver al Niño Dios?

Dice la Escritura: «Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido?” Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo» (Mt 2, 1-2).

Desde antiguo existe la convicción de que los Reyes Magos fueron tres y que sus nombres eran Melchor, Gaspar y Baltasar. Esta tradición goza de mucha fuerza, en parte gracias a un famoso mosaico hallado en Rávena (Italia) que data del siglo VI d. C. En este aparecen grabados, con toda claridad, los tres nombres mencionados.


Regalos a Jesús

El relato bíblico prosigue afirmando que los Magos encontraron al Mesías acostado en un humilde pesebre, a lado de María, su madre, y de San José, su padre adoptivo. Entonces, los sabios se hincaron frente al recién nacido y presentaron sus regalos: oro, por su realeza; incienso, por su divinidad; y mirra, por su humanidad.

La hermosa costumbre de intercambiar regalos en Navidad está conectada con la presencia de los Reyes Magos en el pesebre, al que llegaron siguiendo una estrella, cuyo destello alumbraba el humilde lugar donde Dios había nacido. Jesús es el sentido último de cualquier obsequio de Navidad y, por lo tanto, debe ser expresión de amor y de la alegría compartida. Dios mismo se ha hecho don por cada uno de nosotros, para que tengamos vida y permanezcamos unidos en Él.

Sigamos el ejemplo de los Reyes Magos y ¡hagámosle un regalo a Jesús! Empecemos por regalarle nuestro corazón y hagamos promesas de conversión para el año que empieza: algo que nos haga mejores personas, más santos.


¡Como los sabios de Oriente presentemos de rodillas nuestros regalos al Niño Dios y adorémosle!

Lectura del Evangelio correspondiente a la Solemnidad de Epifanía (Mt 2, 1-12)

“Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: ‘En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’. Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: ‘Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo’.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino”. 




EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 6 DE ENERO DE 2024 - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR



La Epifanía del Señor

6 de enero de 2024



1ª Lectura (Is 60,1-6): ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor.



Salmo responsorial: 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.


En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.


Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; postraos ante él todos los reyes, y servidle todos los pueblos.


Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.


2ª Lectura (Ef 3,2-3a.5-6): Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Versículo antes del Evangelio (Mt 2,2): Aleluya. Vimos su estrella en el oriente, y venimos a adorar al Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.





«Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron»

Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll

(Barcelona, España)


Hoy, el profeta Isaías nos anima: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60,1). Esa luz que había visto el profeta es la estrella que ven los Magos en Oriente, con muchos otros hombres. Los Magos descubren su significado. Los demás la contemplan como algo que les parece admirable, pero que no les afecta. Y, así, no reaccionan. Los Magos se dan cuenta de que, con ella, Dios les envía un mensaje importante por el que vale la pena cargar con las molestias de dejar la comodidad de lo seguro, y arriesgarse a un viaje incierto: la esperanza de encontrar al Rey les lleva a seguir a esa estrella, que habían anunciado los profetas y esperado el pueblo de Israel durante siglos.


Llegan a Jerusalén, la capital de los judíos. Piensan que allí sabrán indicarles el lugar preciso donde ha nacido su Rey. Efectivamente, les dirán: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta» (Mt 2,5). La noticia de la llegada de los Magos y su pregunta se propagaría por toda Jerusalén en poco tiempo: Jerusalén era entonces una ciudad pequeña, y la presencia de los Magos con su séquito debió ser notada por todos sus habitantes, pues «el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mt 2,3), nos dice el Evangelio.


Jesucristo se cruza en la vida de muchas personas, a quienes no interesa. Un pequeño esfuerzo habría cambiado sus vidas, habrían encontrado al Rey del Gozo y de la Paz. Esto requiere la buena voluntad de buscarle, de movernos, de preguntar sin desanimarnos, como los Magos, de salir de nuestra poltronería, de nuestra rutina, de apreciar el inmenso valor de encontrar a Cristo. Si no le encontramos, no hemos encontrado nada en la vida, porque sólo Él es el Salvador: encontrar a Jesús es encontrar el Camino que nos lleva a conocer la Verdad que nos da la Vida. Y, sin Él, nada de nada vale la pena. 

viernes, 6 de enero de 2023

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 6 DE ENERO DE 2023 - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR



La Epifanía del Señor

Viernes 6 de enero de 2023



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Is 60,1-6): ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor.



Salmo responsorial: 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.


En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.


Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; postraos ante él todos los reyes, y servidle todos los pueblos.


Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.


2ª Lectura (Ef 3,2-3a.5-6): Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Versículo antes del Evangelio (Mt 2,2): Aleluya. Vimos su estrella en el oriente, y venimos a adorar al Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.




«Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron»

+ Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll

(Barcelona, España)



Hoy, el profeta Isaías nos anima: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60,1). Esa luz que había visto el profeta es la estrella que ven los Magos en Oriente, con muchos otros hombres. Los Magos descubren su significado. Los demás la contemplan como algo que les parece admirable, pero que no les afecta. Y, así, no reaccionan. Los Magos se dan cuenta de que, con ella, Dios les envía un mensaje importante por el que vale la pena cargar con las molestias de dejar la comodidad de lo seguro, y arriesgarse a un viaje incierto: la esperanza de encontrar al Rey les lleva a seguir a esa estrella, que habían anunciado los profetas y esperado el pueblo de Israel durante siglos.


Llegan a Jerusalén, la capital de los judíos. Piensan que allí sabrán indicarles el lugar preciso donde ha nacido su Rey. Efectivamente, les dirán: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta» (Mt 2,5). La noticia de la llegada de los Magos y su pregunta se propagaría por toda Jerusalén en poco tiempo: Jerusalén era entonces una ciudad pequeña, y la presencia de los Magos con su séquito debió ser notada por todos sus habitantes, pues «el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mt 2,3), nos dice el Evangelio.


Jesucristo se cruza en la vida de muchas personas, a quienes no interesa. Un pequeño esfuerzo habría cambiado sus vidas, habrían encontrado al Rey del Gozo y de la Paz. Esto requiere la buena voluntad de buscarle, de movernos, de preguntar sin desanimarnos, como los Magos, de salir de nuestra poltronería, de nuestra rutina, de apreciar el inmenso valor de encontrar a Cristo. Si no le encontramos, no hemos encontrado nada en la vida, porque sólo Él es el Salvador: encontrar a Jesús es encontrar el Camino que nos lleva a conocer la Verdad que nos da la Vida. Y, sin Él, nada de nada vale la pena. 

martes, 4 de enero de 2022

7 DATOS QUE TAL VEZ NO CONOCÍAS DE LA EPIFANÍA Y LOS FAMOSOS REYES MAGOS



7 datos que tal vez no conocías de la Epifanía y los famosos Reyes Magos

Redacción ACI Prensa




“Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra”, dice San Mateo (2,1-18) en el pasaje que se refiere a los tres magos.


Aquí 7 datos que tal vez no conocías de los sabios de oriente y la Epifanía, palabra griega que significa manifestación, en este caso de Dios.


1. La Iglesia celebra tres Epifanías

La fiesta de los reyes magos o “bajada de reyes” es comúnmente llamada Epifanía, palabra que en griego significa manifestación, en el sentido de que Dios se revela y se da a conocer.

No obstante, la Iglesia celebra como Epifanías tres manifestaciones de la vida de Jesús: la Epifanía ante los magos de oriente (manifestación a los paganos), Epifanía del Bautismo del Señor (manifestación a los judíos) y la Epifanía de las bodas de Caná (manifestación a sus discípulos).


2. Es la segunda fiesta más antigua

La Fiesta de la Epifanía es una de las más antiguas de los cristianos, muy probablemente la segunda después de la Santa Pascua. Se inició en oriente y luego pasó a occidente por el siglo cuarto.

Se dice que en un principio los cristianos conmemoraban las tres epifanías en una misma fecha. En algunas iglesias orientales incluso le dieron a esta fiesta un carácter celebrativo del nacimiento de Cristo, pero este sentido se fue aminorando cuando se insertó la festividad romana de la Navidad por el siglo cuarto.

En la Edad Media la Epifanía poco a poco pasó a conocerse más como la fiesta de los Reyes Magos. Actualmente la Iglesia Católica celebra las tres epifanías en diferentes tiempos del calendario litúrgico.


3. Un santo definió la fecha

Estudios sostienen que la Epifanía se fijó para el 6 de enero debido a que en este día se celebraba el nacimiento de Aión, dios patrono de la metrópoli de Alejandría, que al parecer estaba relacionado con el dios sol. Asimismo, porque desde tiempos antiguos en Egipto, se celebraba el solsticio de invierno el 6 de enero.

San Eusebio de Cesarea y San Jerónimo en el siglo cuarto, al igual que San Epifanio en el siglo sexto dicen que los reyes arribaron a ver al Niño antes que Jesús cumpliese los dos años.

Sin embargo, San Agustín (siglos cuarto y quinto) en sus sermones de la Epifanía afirmó que llegaron el día 13 después del nacimiento del Señor. Es decir, el 6 de enero del calendario actual.


4. Reyes por tradición

San Mateo, el único que habla de los magos en la Biblia, explica que fueron de “oriente”, una zona que para los judíos eran los territorios de Arabia, Persia o Caldea. Por otro lado, los orientales llamaban “magos” a los doctores.

“Mago” en lengua persa significaba “sacerdote” y justamente los magos (“magoi” en griego) eran una casta de sacerdotes persas o babilonios. Ellos no conocían la revelación divina como los judíos, pero estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios.

La tradición les llamó “reyes” a los magos en referencia al Salmo 72 (10 -11) que dice: “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones”.


5. Pudieron ser más de tres

San León Magno y San Máximo de Turín, siglos cuarto y quinto respectivamente, hablan de tres magos probablemente no por basarse en alguna tradición, sino tal vez por los tres regalos que describe el evangelista.

En los primeros siglos hay representaciones pictóricas en los que aparecen dos, cuatro, seis y hasta ocho magos. No obstante, el fresco más antiguo de la adoración de los magos data del siglo segundo y se encuentra en un arco de la capilla griega de las catacumbas romanas de Priscila y allí aparecen tres.

Los Reyes Magos habrían tenido material de naturaleza profética (algunos han sugerido que lo obtuvieron de una comunidad judía del este, como la de Babilonia) que les permitió identificar astronómicamente el nacimiento del "Rey de los judíos".

Es posible que se sintieran especialmente motivados para verlo porque en ese momento se esperaba que pronto vendría un gobernante universal de Israel.


En su libro Jesús de Nazaret, el Papa Benedicto explica lo siguiente:

“Sabemos por (los historiadores romanos) Tácito y Suetonio que la especulación abundaba en el momento en que el gobernante del mundo emergería de Judá, una expectativa que [el historiador judío] Flavio Josefo aplicó a [el emperador romano] Vespasiano, por lo que encontró su camino hacia el favor de este último (cf. De Bello Judaico iii, 399-408)”.


6. El origen de sus nombres, fisonomías y regalos

Los nombres de los magos no aparecen en las Sagradas Escrituras, pero la tradición les ha dado ciertos nombres. En un manuscrito de París a fines del siglo siete se los nombra como Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo nueve se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.

Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de la zona Europea y ofrece al Niño el oro por la realeza de Cristo. Gaspar representa a la zona asiática y porta el incienso por la divinidad de Jesús. Mientras que Baltazar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres y símbolo de la humanidad del Señor.

En la época que se les empezó a pintar con estas características no se tenía conocimiento de América. Además, los tres hacen referencia a las edades del ser humano: juventud (Gaspar), madurez (Baltazar) y vejez (Melchor).


7. La estrella habría sido una conjunción de planetas

Sobre la estrella de Belén que vieron los Reyes Magos se han construido varias hipótesis. Antes se decía que fue un cometa, pero estudios astronómicos indican que al parecer se debió a la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis.

En este sentido, los Reyes Magos posiblemente deciden viajar en busca del Mesías porque, en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo; la constelación de Piscis, como el signo del final de los tiempos; y el planeta Saturno en Oriente, como la estrella de Palestina.

En suma, se presume que los “sabios de Oriente” entendieron que el Señor del final de los tiempos se aparecería ese año en Palestina.

Es probable que los Reyes Magos supieran algunas profecías mesiánicas de los judíos y por eso llegaron a Jerusalén, al palacio de Herodes, preguntando por el rey de los judíos. 

ORACIÓN PARA CELEBRAR EN FAMILIA LA EPIFANÍA DEL SEÑOR - 6 DE ENERO



 Oración para celebrar en familia la Epifanía del Señor

Redacción ACI Prensa



En el marco de la Fiesta de la Epifanía del Señor que se celebra el 6 de enero en Roma y muchas diócesis del mundo, aquí una oración para rezar en familia, comunidad, grupo o de manera personal.


Todos alrededor del pesebre o nacimiento dicen:

TODOS: “En el Nombre del Padre y del Hijo Y del espíritu Santo. Amén”.


HIMNO

Reyes que venís por ellas,

no busquéis estrellas ya,

porque donde el sol está

no tienen luz las estrellas.


Mirando sus luces bellas,

no sigáis la vuestra ya,

porque donde el sol está

no tienen luz las estrellas.


Aquí parad, que aquí está

quien luz a los cielos da:

Dios es el puerto más cierto,

y si habéis hallado puerto

no busquéis estrellas ya.


No busquéis la estrella ahora:

que su luz ha oscurecido

este Sol recién nacido

en esta Virgen Aurora.


Ya no hallaréis luz en ellas,

el Niño os alumbra ya,

porque donde el sol está

no tienen luz las estrellas.


Aunque eclipsarse pretende,

no reparéis en su llanto,

porque nunca llueve tanto

como cuando el sol se enciende.


Aquellas lágrimas bellas

la estrella oscurecen ya,

porque donde el sol está

no tienen luz las estrellas. Amén.


LECTURA BÍBLICA: Mt. 2, 1-12

“Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».

Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.

En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"».

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje».

Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino".

Si se desea, en este momento tres miembros de la familia colocan las imágenes de los reyes magos en el pesebre junto al Niño Jesús.


REFLEXIÓN de San Juan Pablo II

“En esta fiesta de la Epifanía del Señor, el evangelio de san Mateo habla de una misteriosa estrella, que guió a los Magos primero hasta Jerusalén y después hasta Belén, donde adoraron al Niño Jesús (cf. Mt 2, 2. 7. 9. 10).

La estrella que conduce a los Magos hacia Cristo evoca la rica simbología de la luz, muy presente en la Navidad. Dios es luz, y el Verbo hecho hombre es "luz del mundo" (Jn 8, 12), luz que guía el camino de las gentes”.


ORACIÓN

Señor Jesús: que a imitación de los Magos de Oriente

vayamos también nosotros frecuentemente

a adorarte en tu Casa que es el Templo

y no vayamos jamás con las manos vacías.


Que te llevemos el oro de nuestras ofrendas,

el incienso de nuestra oración fervorosa,

y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti,

y que te encontremos siempre junto a tu Madre Santísima María,

a quien queremos honrar y venerar siempre

como Madre Tuya y Madre nuestra.

Amén.


Se pueden añadir también algunas peticiones.

Para concluir rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y tres veces el Gloria.


TODOS

“En el Nombre del Padre y del Hijo Y del espíritu Santo. Amén”. 

sábado, 1 de enero de 2022

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 2 DE ENERO DE 2022 - LA EPIFANÍA DEL SEÑOR



La Epifanía del Señor

Domingo 2 de enero de 2021 - Jueves 6 de enero de 2021



1ª Lectura (Is 60,1-6): ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, y su gloria se verá sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen hacia ti; llegan tus hijos desde lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, y estarás radiante; tu corazón se asombrará, se ensanchará, porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti, y a ti llegan las riquezas de los pueblos. Te cubrirá una multitud de camellos, dromedarios de Madián y de Efá. Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso, y proclaman las alabanzas del Señor.

Salmo responsorial: 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.


En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.


Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; postraos ante él todos los reyes, y servidle todos los pueblos.


Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.



2ª Lectura (Ef 3,2-3a.5-6): Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Versículo antes del Evangelio (Mt 2,2): Aleluya. Vimos su estrella en el oriente, y venimos a adorar al Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».

Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.




«Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron»

Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll

(Barcelona, España)


Hoy, el profeta Isaías nos anima: «Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti» (Is 60,1). Esa luz que había visto el profeta es la estrella que ven los Magos en Oriente, con muchos otros hombres. Los Magos descubren su significado. Los demás la contemplan como algo que les parece admirable, pero que no les afecta. Y, así, no reaccionan. Los Magos se dan cuenta de que, con ella, Dios les envía un mensaje importante por el que vale la pena cargar con las molestias de dejar la comodidad de lo seguro, y arriesgarse a un viaje incierto: la esperanza de encontrar al Rey les lleva a seguir a esa estrella, que habían anunciado los profetas y esperado el pueblo de Israel durante siglos.


Llegan a Jerusalén, la capital de los judíos. Piensan que allí sabrán indicarles el lugar preciso donde ha nacido su Rey. Efectivamente, les dirán: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta» (Mt 2,5). La noticia de la llegada de los Magos y su pregunta se propagaría por toda Jerusalén en poco tiempo: Jerusalén era entonces una ciudad pequeña, y la presencia de los Magos con su séquito debió ser notada por todos sus habitantes, pues «el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén» (Mt 2,3), nos dice el Evangelio.


Jesucristo se cruza en la vida de muchas personas, a quienes no interesa. Un pequeño esfuerzo habría cambiado sus vidas, habrían encontrado al Rey del Gozo y de la Paz. Esto requiere la buena voluntad de buscarle, de movernos, de preguntar sin desanimarnos, como los Magos, de salir de nuestra poltronería, de nuestra rutina, de apreciar el inmenso valor de encontrar a Cristo. Si no le encontramos, no hemos encontrado nada en la vida, porque sólo Él es el Salvador: encontrar a Jesús es encontrar el Camino que nos lleva a conocer la Verdad que nos da la Vida. Y, sin Él, nada de nada vale la pena. 

miércoles, 6 de enero de 2021

EPIFANÍA: PAPA FRANCISCO DA 3 CONSEJOS PARA ADORAR MEJOR AL SEÑOR

 


 

Epifanía: Papa Francisco da 3 consejos para adorar mejor al Señor

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa




En la Misa de la Solemnidad de la Epifanía de este 6 de enero de 2021, el Papa Francisco rezó para que “el Señor Jesús nos haga verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor, que abraza a toda la humanidad” y, para ello, ofreció tres consejos para adorar mejor al Señor.

El Santo Padre presidió la Eucaristía en el altar de la cátedra de la Basílica de San Pedro con la asistencia de pocos fieles debido a las medidas sanitarias cautelares provocadas por el COVID-19.

Como es tradición, al inicio de la celebración el Pontífice se detuvo en silencio orante ante la imagen del Niño Jesús y después de la proclamación del Evangelio por parte de un diácono, un cantante de la capilla sixtina cantó el anuncio de la próxima Pascua que será el 4 de abril de 2021.

Durante su homilía, el Papa Francisco reflexionó en la narración del pasaje del Evangelio de San Mateo que relata el momento en que “los magos, cuando llegaron a Belén, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron”.

En esta línea, el Santo Padre reconoció que “adorar al Señor no es fácil, no es un hecho inmediato: exige una cierta madurez espiritual, y es el punto de llegada de un camino interior, a veces largo” y añadió que “el ser humano necesita adorar, pero corre el riesgo de equivocar el objetivo” porque “si no adora a Dios adorará a los ídolos, no hay un punto intermedio, o Dios o los ídolos, para usar las palabras de un autor francés: ‘quien no adora a Dios, adora al diablo’ y en vez de creyente se volverá idólatra. Y esto es así”.

De este modo, el Papa subrayó la necesidad de dedicar “más tiempo a la adoración, aprendiendo a contemplar al Señor cada vez mejor” ya que “se ha pedido un poco el sentido de la adoración, debemos retomarlo, sea comunitariamente que en la propia vida espiritual”.


Tres consejos para adorar mejor

Para ello, el Santo Padre sugirió colocarse “en la escuela de los magos, para aprender de ellos algunas enseñanzas útiles: como ellos, queremos ponernos de rodillas y adorar al Señor en serio” y aconsejó tres actitudes: “levantar la vista”, “ponerse en camino” y “ver”.

En primer lugar, el Papa explicó que levantar la vista “es una invitación a dejar de lado el cansancio y las quejas, a salir de las limitaciones de una perspectiva estrecha, a liberarse de la dictadura del propio yo, siempre inclinado a replegarse sobre sí mismo y sus propias preocupaciones”. 

“Para adorar al Señor es necesario ante todo ‘levantar la vista’, es decir, no dejarse atrapar por los fantasmas interiores que apagan la esperanza, y no hacer de los problemas y las dificultades el centro de nuestra existencia. Eso no significa que neguemos la realidad, fingiendo o creyendo que todo está bien. Se trata más bien de mirar de un modo nuevo los problemas y las angustias, sabiendo que el Señor conoce nuestras situaciones difíciles, escucha atentamente nuestras súplicas y no es indiferente a las lágrimas que derramamos”, afirmó.

En este sentido, el Santo Padre señaló que “esta mirada que, a pesar de las vicisitudes de la vida, permanece confiada en el Señor, genera la gratitud filial. Cuando esto sucede, el corazón se abre a la adoración” y agregó que “por el contrario, cuando fijamos la atención exclusivamente en los problemas, rechazando alzar los ojos a Dios, el miedo invade el corazón y lo desorienta, dando lugar a la rabia, al desconcierto, a la angustia y a la depresión”.

Además, el Papa invitó “levanta la vista en torno, mira: el Señor nos invita sobre todo a confiar en Él, porque cuida realmente de todos” y añadió que “si alzamos la mirada hacia el Señor, y contemplamos la realidad a su luz, descubriremos que Él no nos abandona jamás: ‘el Verbo se hizo carne’ y permanece siempre con nosotros, todos los días, siempre”.

“Cuando elevamos los ojos a Dios, los problemas de la vida no desaparecen, pero sentimos que el Señor nos da la fuerza necesaria para afrontarlos. ‘Levantar la vista’, entonces, es el primer paso que nos dispone a la adoración. Se trata de la adoración del discípulo que ha descubierto en Dios una alegría nueva, distinta”, dijo.

Sin embargo, el Pontífice advirtió que la mirada del mundo “se basa en la posesión de bienes, en el éxito y en otras cosas por el estilo. Siempre yo al centro. La alegría del discípulo de Cristo, en cambio, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, cuyas promesas nunca fallan, a pesar de las situaciones de crisis en las que podamos encontrarnos. Y es ahí, entonces, que la gratitud filial y la alegría suscitan el anhelo de adorar al Señor, que es fiel y nunca nos deja solos”.

En segundo lugar, el Papa aconsejó “ponerse en camino” ya que “antes de poder adorar al Niño nacido en Belén, los magos tuvieron que hacer un largo viaje” porque “no se llega a adorar al Señor sin pasar antes a través de la maduración interior que nos da el ponernos en camino”.

“Llegamos a ser adoradores del Señor mediante un camino gradual. La experiencia nos enseña, por ejemplo, que una persona con cincuenta años vive la adoración con un espíritu distinto respecto a cuando tenía treinta. Quien se deja modelar por la gracia, normalmente, con el pasar del tiempo, mejora. El hombre exterior se va desmoronando —dice san Pablo—, mientras el hombre interior se renueva día a día, preparándose para adorar al Señor cada vez mejor”. 

Desde este punto de vista, el Santo Padre dijo que “los fracasos, las crisis y los errores pueden ser experiencias instructivas” porque “con el paso del tiempo, las pruebas y las fatigas de la vida —vividas en la fe— contribuyen a purificar el corazón, a hacerlo más humilde y por tanto más dispuesto a abrirse a Dios”.

Para ello, el Papa recomendó “dejarnos instruir por el camino de la vida, marcado por las inevitables dificultades del viaje” y alentó a “no permitir que los cansancios, las caídas y los fracasos nos empujen hacia el desaliento” sino a reconocerlos “con humildad” para avanzar hacia el Señor Jesús.

“La vida no es una demostración de habilidades, sino un viaje hacia Aquel que nos ama. Nosotros no debemos mostrar en cada paso de la vida la tarjeta de las virtudes que tenemos. Con humildad debemos dirigirnos hacia el Señor. Mirando al Señor, encontraremos la fuerza para seguir adelante con alegría renovada”, afirmó.

Por último, el tercer consejo del Papa es “ver” más allá de la apariencia como los magos que “arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones”.

“Para adorar al Señor es necesario ‘ver’ más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso. Herodes y los notables de Jerusalén representan la mundanidad, perennemente esclava de la apariencia, ven y no saben ver, no digo ven y no creen, es demasiado, no, no saben ver, porque su capacidad es esclava de la apariencia, están en busca de entretenimiento”.

De este modo, el Santo Padre exhortó a mirar “con objetividad la realidad de las cosas, llegando finalmente a la comprensión de que Dios se aparta de cualquier ostentación” porque “el Señor está en la humildad”.

“Este modo de ‘ver’ que trasciende lo visible, hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales. Se trata pues de una mirada que, sin dejarse deslumbrar por los fuegos artificiales del exhibicionismo, busca en cada ocasión lo que no es fugaz, busca el Señor”.

Finalmente, el Papa Francisco rezó para que “el Señor Jesús nos haga verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor, que abraza a toda la humanidad” e invitó a “pedir la gracia para cada uno de nosotros y para toda la Iglesia de aprender a adorar, de continuar a adorar, la oración de adoración, porque solo Dios es adorado”.

HOY LA IGLESIA CELEBRA LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, 6 DE ENERO 2021



 Epifanía del Señor

Solemnidad, 6 de enero

Fuente: Archidiócesis de Madrid



Con los pastores pasó hace unos días un acontecimiento extraño que resultó bien. Cuidaban sus rebaños cumpliendo su rudo oficio cuando vieron una tan extraña como clara visión de ángeles que les decían cosas al principio incomprensibles y al poco rato comprobadas. Sí, allí, en un casuco, estaba el Niño del que se les habló, con su madre y un varón. Hicieron lo que pudieron en su tosquedad y carencia según mandaban las circunstancias. Como les habían asegurado que era la "Luz que iluminaba al pueblo que habitaba en sombras de muerte", de lo que tenían dieron para ayudar y para quedar bien con aquella familia que al parecer era más pobre que ellos. No les costó trabajo aceptar el milagro que era tan claro. Lo dijeron los ángeles, pues... tenían razón.

Vinieron unos Reyes. Fueron los últimos en llegar a ver a aquel Niño y si se entretienen un poco más..., pues ¡que no lo encuentran! Viajaron mucho por los caminos del mundo. Venían desde muy lejos. Pasaron miedo, frío y calor. Hasta estuvieron perdidos pero, preguntando e inquiriendo, sacaron fruto de su investigación. Aquello fue un consuelo porque tuvieron susto de haber perdido el tiempo y tener que regresar a los comienzos con el fracaso en sus reales frentes. Pero no, sabían que aquella estrella era capaz de llevarles adonde estaba Dios. También las circunstancias mandaban y adoraron y ¡cómo no! ofrecieron dones al Niño-Creador.

Los dos son caminos, la fe y la razón. Uno es sencillo, basta con que hable Dios. El otro es costoso, búsqueda constante y sincera con peligros de equivocación. La Verdad está en su sitio. Sencillez es condición. Los pastores la aprehenden y los sabios la descubren. Entrambos la sirven y entrambos son de Dios.

HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE EPIFANÍA - 6 DE ENERO 2021

 


 

Homilía del Papa Francisco en la Misa de Epifanía

Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco presidió este miércoles 6 de enero en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que animó a pedir a Dios que “nos haga verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor, que abraza a toda la humanidad”.

“Cuando elevamos los ojos a Dios, los problemas de la vida no desaparecen, pero sentimos que el Señor nos da la fuerza necesaria para afrontarlos. ‘Levantar la vista’, entonces, es el primer paso que nos dispone a la adoración. Se trata de la adoración del discípulo que ha descubierto en Dios una alegría nueva, distinta. La del mundo se basa en la posesión de bienes, en el éxito y en otras cosas por el estilo. Siempre yo al centro. La alegría del discípulo de Cristo, en cambio, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, cuyas promesas nunca fallan, a pesar de las situaciones de crisis en las que podamos encontrarnos”, dijo el Papa.


A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

El evangelista Mateo subraya que los magos, cuando llegaron a Belén, «vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11). Adorar al Señor no es fácil, no es un hecho inmediato: exige una cierta madurez espiritual, y es el punto de llegada de un camino interior, a veces largo. La actitud de adorar a Dios no es espontánea en nosotros. Sí, el ser humano necesita adorar, pero corre el riesgo de equivocar el objetivo. En efecto, si no adora a Dios adorará a los ídolos, no hay un punto intermedio, o Dios o los ídolos, para usar las palabras de un autor francés: ‘quien no adora a Dios, adora al diablo’ y en vez de creyente se volverá idólatra. Y esto es así.

En nuestra época es particularmente necesario que, tanto individual como comunitariamente, dediquemos más tiempo a la adoración, aprendiendo a contemplar al Señor cada vez mejor. Se ha pedido un poco el sentido de la adoración debemos retomarlo, sea comunitariamente que en la propia vida espiritual. 

Hoy, por lo tanto, pongámonos en la escuela de los magos, para aprender de ellos algunas enseñanzas útiles: como ellos, queremos ponernos de rodillas y adorar al Señor en serio.

De la liturgia de la Palabra de hoy entresacamos tres expresiones, que pueden ayudarnos a comprender mejor lo que significa ser adoradores del Señor. Estas expresiones son: “levantar la vista”, “ponerse en camino” y “ver”.

La primera expresión, levantar la vista, nos la ofrece el profeta Isaías. A la comunidad de Jerusalén, que acababa de volver del exilio y estaba abatida a causa de tantas dificultades, el profeta les dirige este fuerte llamado: «Levanta la vista en torno, mira» (60,4). Es una invitación a dejar de lado el cansancio y las quejas, a salir de las limitaciones de una perspectiva estrecha, a liberarse de la dictadura del propio yo, siempre inclinado a replegarse sobre sí mismo y sus propias preocupaciones. 

Para adorar al Señor es necesario ante todo “levantar la vista”, es decir, no dejarse atrapar por los fantasmas interiores que apagan la esperanza, y no hacer de los problemas y las dificultades el centro de nuestra existencia. Eso no significa que neguemos la realidad, fingiendo o creyendo que todo está bien. Se trata más bien de mirar de un modo nuevo los problemas y las angustias, sabiendo que el Señor conoce nuestras situaciones difíciles, escucha atentamente nuestras súplicas y no es indiferente a las lágrimas que derramamos.

Esta mirada que, a pesar de las vicisitudes de la vida, permanece confiada en el Señor, genera la gratitud filial. Cuando esto sucede, el corazón se abre a la adoración. Por el contrario, cuando fijamos la atención exclusivamente en los problemas, rechazando alzar los ojos a Dios, el miedo invade el corazón y lo desorienta, dando lugar a la rabia, al desconcierto, a la angustia y a la depresión. En estas condiciones es difícil adorar al Señor. Si esto ocurre, es necesario tener la valentía de romper el círculo de nuestras conclusiones obvias, con la conciencia de que la realidad es más grande que nuestros pensamientos. Levanta la vista en torno, mira: el Señor nos invita sobre todo a confiar en Él, porque cuida realmente de todos. Por tanto, si Dios viste tan bien la hierba, que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿cuánto más hará por nosotros? (cf. Lc 12,28). Si alzamos la mirada hacia el Señor, y contemplamos la realidad a su luz, descubriremos que Él no nos abandona jamás: «el Verbo se hizo carne» (Jn 1,14) y permanece siempre con nosotros, todos los días, siempre (cf. Mt 28,20).

Cuando elevamos los ojos a Dios, los problemas de la vida no desaparecen, pero sentimos que el Señor nos da la fuerza necesaria para afrontarlos. “Levantar la vista”, entonces, es el primer paso que nos dispone a la adoración. Se trata de la adoración del discípulo que ha descubierto en Dios una alegría nueva, distinta. La del mundo se basa en la posesión de bienes, en el éxito y en otras cosas por el estilo. Siempre yo al centro. La alegría del discípulo de Cristo, en cambio, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, cuyas promesas nunca fallan, a pesar de las situaciones de crisis en las que podamos encontrarnos. Y es ahí, entonces, que la gratitud filial y la alegría suscitan el anhelo de adorar al Señor, que es fiel y nunca nos deja solos.

La segunda expresión que nos puede ayudar es ponerse en camino. Antes de poder adorar al Niño nacido en Belén, los magos tuvieron que hacer un largo viaje. Escribe Mateo: «Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”» (Mt 2,1-2). El viaje implica siempre una trasformación, un cambio. Después del viaje ya no somos como antes. En el que ha realizado un camino siempre hay algo nuevo: sus conocimientos se han ampliado, ha visto personas y cosas nuevas, ha experimentado el fortalecimiento de su voluntad al enfrentar las dificultades y los riesgos del trayecto. No se llega a adorar al Señor sin pasar antes a través de la maduración interior que nos da el ponernos en camino.

Llegamos a ser adoradores del Señor mediante un camino gradual. La experiencia nos enseña, por ejemplo, que una persona con cincuenta años vive la adoración con un espíritu distinto respecto a cuando tenía treinta. Quien se deja modelar por la gracia, normalmente, con el pasar del tiempo, mejora. El hombre exterior se va desmoronando —dice san Pablo—, mientras el hombre interior se renueva día a día (cf. 2 Co 4,16), preparándose para adorar al Señor cada vez mejor. 

Desde este punto de vista, los fracasos, las crisis y los errores pueden ser experiencias instructivas, no es raro que sirvan para hacernos caer en la cuenta de que sólo el Señor es digno de ser adorado, porque solamente Él satisface el deseo de vida y eternidad presente en lo íntimo de cada persona. Además, con el paso del tiempo, las pruebas y las fatigas de la vida —vividas en la fe— contribuyen a purificar el corazón, a hacerlo más humilde y por tanto más dispuesto a abrirse a Dios. También los pecados, la conciencia de ser pecadores… si tú lo recibes con fe, con contricción, te ayudará… en este viaje con el Señor para adorarlo mejor.

Como los magos, también nosotros debemos dejarnos instruir por el camino de la vida, marcado por las inevitables dificultades del viaje. No permitamos que los cansancios, las caídas y los fracasos nos empujen hacia el desaliento. Por el contrario, reconociéndolos con humildad, nos deben servir para avanzar hacia el Señor Jesús. La vida no es una demostración de habilidades, sino un viaje hacia Aquel que nos ama. Nosotros no debemos mostrar en cada paso de la vida la tarjeta de las virtudes que tenemos. Con humildad debemos dirigirnos hacia el Señor. Mirando al Señor, encontraremos la fuerza para seguir adelante con alegría renovada.

Y llegamos a la tercera expresión: ver. El evangelista escribe: «Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2,11). La adoración era el homenaje reservado a los soberanos, a los grandes dignatarios. Los magos, en efecto, adoraron a Aquel que sabían que era el rey de los judíos (cf. Mt 2,2). Pero, de hecho, ¿qué fue lo que vieron? Vieron a un niño pobre con su madre. Y sin embargo estos sabios, llegados desde países lejanos, supieron trascender aquella escena tan humilde y corriente, reconociendo en aquel Niño la presencia de un soberano. Es decir, fueron capaces de “ver” más allá de la apariencia. Arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones.

Para adorar al Señor es necesario “ver” más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso. Herodes y los notables de Jerusalén representan la mundanidad, perennemente esclava de la apariencia, ven y no saben ver, no digo ven y no creen, es demasiado, no, no saben ver, porque su capacidad es esclava de la apariencia, están en busca de entretenimiento. La mundanidad sólo da valor a las cosas sensacionales, a las cosas que llaman la atención de la masa. En cambio, en los magos vemos una actitud distinta, que podríamos definir como realismo teologal. Una palabra demasiado alta, pero podemos decirlo así, realismo teologal. Este percibe con objetividad la realidad de las cosas, llegando finalmente a la comprensión de que Dios se aparta de cualquier ostentación. El Señor está en la humildad. El Señor es como aquel niño que huye de la ostentación, producto de la mundanidad. 

Este modo de “ver” que trasciende lo visible, hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales. Se trata pues de una mirada que, sin dejarse deslumbrar por los fuegos artificiales del exhibicionismo, busca en cada ocasión lo que no es fugaz, busca el Señor. Nosotros, por eso, como escribe el apóstol Pablo, «no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno» (2 Co 4,18).

Que el Señor Jesús nos haga verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor, que abraza a toda la humanidad. Pidamos la gracia para cada uno de nosotros y para toda la Iglesia de aprender a adorar, de continuar a adorar, la oración de adoración, que solo Dios es adorado.

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