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domingo, 17 de marzo de 2024

PAPA FRANCISCO: LA GLORIA DE VERDAD ES ENTREGA Y PERDÓN, NO LA FAMA NI LA POPULARIDAD



Papa Francisco: La gloria de verdad es entrega y perdón, no la fama ni la popularidad

 Crédito: Captura Vatican News. - Por Walter Sánchez Silva

17 de marzo de 2024 


El Papa Francisco explicó que la verdadera gloria está hecha de entrega y perdón; y no de fama ni popularidad, al presidir el rezo del Ángelus en este Quinto Domingo de Cuaresma, ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Al meditar en el Evangelio de Juan de este domingo, en el que se afirma que la gloria de Dios se verá en la cruz, el Santo Padre resaltó que con esto el Señor “quiere decirnos que la gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama o a la popularidad”.

“La gloria para Dios no tiene nada de autorreferencial, no es una manifestación grandiosa de potencia a la que siguen los aplausos del público”, subrayó.

El Papa Francisco resaltó entonces que “para Dios la gloria es amar hasta dar la vida. Glorificarse, para Él, quiere decir entregarse, hacerse accesible, ofrecer su amor. Y esto sucedió de manera culminante en la cruz, donde Jesús desplegó al máximo el amor de Dios, revelando plenamente su rostro de misericordia, entregándonos la vida y perdonando a quienes lo crucificaron”.

“Desde la Cruz, ‘cátedra de Dios, el Señor nos enseña que la gloria verdadera, la que nunca se desvanece y hace feliz, está hecha de entrega y perdón. Entrega y perdón son la esencia de la gloria de Dios”, destacó el Santo Padre.

En ese sentido, continuó el Papa Francisco, se convierten “para nosotros en el camino de la vida. Entrega y perdón: criterios muy diferentes a lo que vemos a nuestro alrededor, y también en nosotros, cuando pensamos en la gloria como en algo que hay que recibir más que dar; como algo que hay que poseer en vez de ofrecer. No”.

Papa Francisco: La gloria de verdad es entrega y perdón, no la fama ni la popularidad

“La gloria mundana pasa y no deja alegría en el corazón; ni siquiera lleva al bien de todos, sino a la división, a la discordia, a la envidia”, advirtió el Pontífice.

Papa Francisco: “¿Cuál es la gloria que deseo para mí?”

El Santo Padre cuestionó entonces “¿Cuál es la gloria que deseo para mí, para mi vida, la que sueño para mi futuro? ¿La de impresionar a los demás por mi maestría, por mis capacidades o por las cosas que poseo?”.

“¿O la vía de la entrega y del perdón, la de Jesús Crucificado, la vía de quien no se cansa de amar, convencido de que eso da testimonio de Dios en el mundo y hace resplandecer la belleza de la vida? ¿Qué gloria quiero para mí?”.

El Papa Francisco exhortó a recordar que “cuando entregamos y perdonamos, en nosotros resplandece la gloria de Dios. Justo allí, cuando entregamos y perdonamos”.

“Que la Virgen María, que siguió con fe a Jesús en la hora de la Pasión, nos ayude a ser reflejos vivientes del amor de Jesús”, concluyó. 

domingo, 10 de marzo de 2024

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO VINO A CONDENAR, SINO A SALVAR AL MUNDO



Papa Francisco: Jesús no vino a condenar, sino a salvar al mundo

Por David Ramos

10 de marzo de 2024 



Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Francisco alentó a los fieles católicos reunidos para el rezo del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro a “reflexionar sobre esto: Jesús no vino a condenar, sino a salvar”.

El Santo Padre señaló que el Evangelio de este cuarto Domingo de Cuaresma (Jn 3, 14-21) “nos presenta la figura de Nicodemo, un fariseo, ‘uno de los líderes de los judíos’”, que “vio los signos que Jesús hacía, reconoció en Él a un maestro enviado por Dios y salió a su encuentro de noche, para no ser visto”.

“El Señor lo acoge, dialoga con él y le revela que no ha venido a condenar sino a salvar al mundo”, destacó el Papa.

Francisco resaltó a continuación que “a menudo en el Evangelio vemos a Cristo revelando las intenciones de las personas con las que se encuentra, a veces desenmascarando actitudes falsas, como con los fariseos, o haciéndoles reflexionar sobre el desorden de su vida, como con la samaritana”.

“Ante Jesús no hay secretos: Él lee en el corazón, en el corazón de cada uno de nosotros”, indicó.

El Papa Francisco señaló que esta capacidad de Jesús “podría resultar inquietante porque, si se utiliza incorrectamente, perjudica a las personas, exponiéndolas a juicios sin misericordia. De hecho, nadie es perfecto, todos somos pecadores, todos cometemos errores, y si el Señor usara el conocimiento de nuestras debilidades para condenarnos, nadie podría salvarse”.

Sin embargo, subrayó, “no es así”, y Jesús no utiliza esta capacidad “para señalarnos con el dedo, sino para abrazar nuestra vida, para liberarnos de los pecados y para salvarnos”.

“A Jesús no le interesa juzgarnos ni someternos a sentencia; Él quiere que ninguno de nosotros se pierda”, precisó.

El Santo Padre destacó que “la mirada del Señor sobre cada uno de nosotros no es un faro cegador que deslumbra y nos pone en dificultad, sino la luz suave de una lámpara amiga, que nos ayuda a ver el bien en nosotros mismos y a darnos cuenta del mal, para convertirnos y sanar con el apoyo de su gracia”.

“Jesús no vino a condenar, sino a salvar al mundo”, reiteró el Papa. “Pensemos en nosotros, que tantas veces condenamos a los demás; tantas veces nos gusta cotillear, buscar chismes contra los demás. Pidamos al Señor que nos dé a todos esta mirada de misericordia, que miremos a los demás como Él nos mira a todos”.

“Que María nos ayude a desear el bien unos de otros”, concluyó. 

miércoles, 14 de febrero de 2024

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA ACEDIA, UNA TENTACIÓN POCO CONOCIDA PERO MUY PELIGROSA


 Catequesis del Papa Francisco sobre la acedia, una tentación poco conocida pero “muy peligrosa”

El Papa Francisco durante una Audiencia General en el Aula Pablo VI

 Crédito: Vatican Media



El Papa Francisco dedicó su catequesis de hoy a reflexionar sobre la acedia, la que definió como “una tentación muy peligrosa” o “el demonio del mediodía”, que hace que la vida pierda sentido y a la que se debe hacer frente con la paciencia de la fe.

A continuación, la catequesis completa del Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles 14 de febrero:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Entre todos los vicios capitales hay uno que a menudo pasa bajo el silencio, no se habla de él, quizás en virtud de su  nombre, que a muchos les resulta poco comprensible: estoy hablando de la la acedia. Por eso, en el catálogo de los vicios, el término acedia está a menudo sustituido por otro de uso mucho más común: la pereza. En realidad, la pereza es más un efecto que una causa. Cuando una persona se queda inactiva, indolente, apática, nosotros decimos que es perezosa. Pero, como enseña la sabiduría de los antiguos padres del desierto, a  menudo la raíz es la acedia, que literalmente del griego significa “falta de cuidado”. Acedia significa en la raíz griega “falta de cuidado” y es uno de los vicios. 

Se trata de una tentación muy peligrosa, no bromeen con esta. Quien cae víctima de este vicio, es como si fuera  aplastada por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles. Una persona empieza a lamentar el paso del tiempo, y la juventud que queda irremediablemente atrás.  

La acedia está definida como el “demonio del mediodía”: nos atrapa en mitad del día, cuando la fatiga está en su ápice y las horas que nos esperan nos parecen monótonas, imposibles de vivir. En una celebre descripción el monje Evagrio representa así esta tentación: “El ojo del acedioso se fija en las ventanas continuamente y en su mente imagina visitantes […] Cuando lee, el acedioso bosteza a menudo y se deja llevar fácilmente por el sueño, se frota los ojos, se refriega las manos y, quitando la mirada del libro, la fija en la pared; después, dirigiéndola nuevamente al libro, lee un poco más […]; finalmente, inclinando la cabeza, le coloca el libro debajo y se duerme en un sueño ligero, hasta que el hambre lo despierta y le apremia a atender sus necesidades”; en conclusión, “el acedioso no realiza con solicitud la  obra de Dios”.

 Los lectores contemporáneos advierten en estas descripciones algo que recuerda mucho el mal de  la depresión, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. En efecto, para los atenazados por  la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, cada batalla parece carecer de significado. Si  alimentamos pasiones en nuestra juventud, ahora nos parecen ilógicas, sueños que no nos hicieron felices.  Así que nos dejamos llevar y la distracción, al no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría  estar aturdido, tener la mente completamente vacía .... es un poco como morir por anticipado. Es feo este vicio, es feo. 

Frente a este vicio, del que nos damos cuenta que es tan peligroso, los maestros de espiritualidad  prevén varios remedios. Me gustaría señalar el que me parece más importante y que yo llamaría la  paciencia de la fe. Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre sea estar “en otra parte”, escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi “aquí y ahora”, en  mi situación tal como es, la presencia de Dios. Los monjes dicen que para ellos la celda es la mejor maestra de vida, porque es el lugar que concreta y cotidianamente te habla de tu historia de amor con el  Señor. El demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido de la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie. 

Recordemos que en la vida, nosotros encontramos a gente que es acediosa. Esta gente que nosotros decimos: “Pero este es aburrido, no nos gusta estar con él”. Incluso tiene una actitud que te contagia el aburrimiento. Esta es la acedia.

Cuántas personas, en las garras de la acedia, movidas por una inquietud sin rostro, han  abandonado tontamente el camino del bien que habían emprendido. La de la acedia es una batalla  decisiva, que hay que ganar a toda costa. Y es una batalla que no ha preservado ni siquiera a los santos, porque en tantos de sus diarios hay algunas páginas que confiesan momentos tremendos, de verdaderas noches de fe, en las que todo parecía oscuro. Estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomendaban, bajo la opresión de la pereza, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano, pero al mismo tiempo aguantar,  perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación. 

La fe, atormentada por la prueba de la acedia, no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe, que, a pesar de todo, a pesar de las tinieblas que la ciegan, sigue humildemente  creyendo.  Esa fe que permanece en el corazón, como permanecen las brasas bajo las cenizas, siempre permanecen. Si alguno de nosotros cae en este vicio, en la tentación de la acedia, que trate de mirar dentro y custodiar las brasas de la fe. Y así vamos a adelante. Que el Señor les bendiga. 


viernes, 26 de enero de 2024

EL PAPA FRANCISCO REITERA: CON FIDUCIA SUPPLICANS SE BENDICE A LAS PERSONAS, NO LA UNIÓN



El Papa Francisco reitera: con Fiducia supplicans se bendice a las personas, no la unión

Por Almudena Martínez-Bordiú

26 de enero de 2024 


El Papa Francisco se ha vuelto a pronunciar sobre la declaración Fiducia supplicans durante una audiencia a los miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en la que subrayó que no se bendice la unión, “sino simplemente a las personas que juntas la han solicitado” y que éstas no requieren “la perfección moral para ser recibidas”.

El Papa Francisco se reunió este 26 de enero en el Palacio Apostólico con los miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto, el Cardenal Víctor Fernández, es el autor de la declaración que ha despertado una serie de reacciones de obispos y numerosas conferencias episcopales. 

Durante su discurso a los miembros de este dicasterio tras concluir su Asamblea Plenaria, el Papa Francisco precisó que la intención de las “bendiciones pastorales y espontáneas es mostrar concretamente la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que, encontrándose en diferentes situaciones, piden ayuda para continuar -a veces para comenzar- un camino de fe”.  

“Quisiera subrayar brevemente dos cosas: la primera es que estas bendiciones, fuera de cualquier contexto y forma litúrgica, no requieren la perfección moral para ser recibidas”, destacó el Pontífice. 

Asimismo, señaló que “cuando una pareja se acerca espontáneamente para pedirlas, no se está bendiciendo la unión, sino simplemente a las personas que juntas la han solicitado”. 

“No a la unión, sino a las personas, — insistió —, teniendo en cuenta naturalmente el contexto, las sensibilidades, los lugares donde se vive y las formas más adecuadas de hacerlo”.

Tras la publicación de Fiducia supplicans el 18 de diciembre de 2023, el Papa Francisco se pronunció por primera vez al respecto durante un encuentro privado con más de 800 sacerdotes de la Diócesis de Roma el pasado 13 de enero. 

En línea con lo expresado esta mañana, el Pontífice remarcó que en la Iglesia Católica se bendice a las personas, no al pecado.

Asimismo, explicó que “África no acepta estas bendiciones porque hay sensibilidades diferentes y que esto se aclaró con el cardenal [Fridolin] Ambongo”, Arzobispo de Kinshasa y presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar.

Asimismo, durante una entrevista en la televisión italiana el 15 de enero, el Papa Francisco afirmó que cuando tomas una decisión de este tipo, “hay un precio de soledad que tienes que pagar y a veces las decisiones no son aceptadas”.

Asimismo, explicó que “cuando no se aceptan las decisiones es porque no se conocen” e instó “a hablar, preguntar tus dudas y llevar una discusión fraterna”. “Si se guarda en el corazón, se hace una fea resistencia”, afirmó.



DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Declaración

Fiducia supplicans

sobre el sentido pastoral de las bendiciones


Presentación

La presente Declaración ha tomado en consideración varias cuestiones que han llegado a este Dicasterio tanto en años pasados como más recientemente. Para su redacción, como es práctica habitual, se consultó a expertos, se llevó a cabo un amplio proceso de elaboración y el borrador se debatió en el Congreso de la Sección Doctrinal del Dicasterio. Durante este tiempo de elaboración del documento, no faltaron las conversaciones con el Santo Padre. Finalmente, la Declaración fue presentada al Santo Padre, que la aprobó con su firma.

Durante el estudio de la materia objeto de este documento, se dio a conocer la respuesta del Santo Padre a los Dubia de algunos Cardenales, que aportó importantes precisiones para la reflexión que ahora se ofrece aquí, y que representa un elemento decisivo para el trabajo del Dicasterio. Dado que «la Curia Romana es, en primer lugar, un instrumento de servicio para el sucesor de Pedro» (Const. Ap. Praedicate Evangelium, II, 1), nuestro trabajo debe favorecer, junto a la comprensión de la doctrina perenne de la Iglesia, la recepción de la enseñanza del Santo Padre.

Como en la ya citada respuesta del Santo Padre a los Dubia de dos Cardenales, la presente Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión. No obstante, el valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica. Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia. Esto explica que el texto haya adoptado la forma de una “Declaración”.

Y es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio. 

La presente Declaración quiere ser también un homenaje al Pueblo fiel de Dios, que adora al Señor con tantos gestos de profunda confianza en su misericordia y que, con esta actitud, viene constantemente a pedir a la madre Iglesia una bendición.

Víctor Manuel Card. FERNÁNDEZ

Prefecto


Introducción

1. La confianza suplicante del Pueblo fiel de Dios recibe el don de la bendición que brota del corazón de cristo a través de su Iglesia. Como recuerda puntualmente el Papa Francisco, «la gran bendición de Dios es Jesucristo, es el gran don de Dios, su Hijo. Es una bendición para toda la humanidad, es una bendición que nos ha salvado a todos. Él es la Palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido “siendo nosotros todavía pecadores” (Rm 5,8) dice san Pablo: Palabra hecha carne y ofrecida por nosotros en la cruz».[1]

2. Sostenido por una verdad tan grande y consoladora, este Dicasterio ha tomado en consideración algunas preguntas, tanto formales como informales, sobre la posibilidad de bendecir parejas del mismo sexo y sobre la posibilidad de ofrecer nuevas precisiones, a la luz de la actitud paterna y pastoral del Papa Francisco, sobre el Responsum ad dubium[2] formulado por la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe y publicado el 22 de febrero de 2021.

3. Dicho Responsum ha suscitado no pocas y diferentes reacciones: algunos han acogido con beneplácito la claridad de este documento y su coherencia con la constante enseñanza de la Iglesia; otros no han compartido la respuesta negativa a la pregunta o no la han considerado suficientemente clara en su formulación o en las motivaciones expuestas en la Nota explicativa adjunta. Para salir al encuentro, con caridad fraterna, a estos últimos, parece oportuno retomar el tema y ofrecer una visión que componga con coherencia los aspectos doctrinales con aquellos pastorales, porque «todo adoctrinamiento ha de situarse en la actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio».[3]


I. La bendición en el sacramento del matrimonio

4. La reciente respuesta del Santo Padre Francisco a la segunda de las cinco preguntas propuestas por dos Cardenales[4] ofrece la posibilidad de profundizar más en el tema, sobre todo en sus consecuencias de orden pastoral. Se trata de evitar que «se reconoce como matrimonio algo que no lo es».[5] Por lo tanto son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos»,[6] y lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme.

5. Esta es también la comprensión del matrimonio ofrecida por el Evangelio. Por este motivo, a propósito de las bendiciones, la Iglesia tiene el derecho y el deber de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir esta convicción o llevar a cualquier confusión. Tal es también el sentido del Responsum de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe donde se afirma que la Iglesia no tiene el poder de impartir la bendición a uniones entre personas del mismo sexo.

6. Hay que subrayar que, precisamente en el caso del rito del sacramento del matrimonio, no se trata de una bendición cualquiera, sino del gesto reservado al ministro ordenado. En este caso, la bendición del ministro ordenado está directamente conectada a la unión específica de un hombre y de una mujer que, con su consentimiento establecen una alianza exclusiva e indisoluble. Esto nos permite evidenciar mejor el riesgo de confundir una bendición, dada a cualquier otra unión, con el rito propio del sacramento del matrimonio.


II. El sentido de las distintas bendiciones

7. Por otra parte, la respuesta del Santo Padre, anteriormente mencionada, nos invita a hacer el esfuerzo de ampliar y enriquecer el sentido de las bendiciones.

8. Las bendiciones pueden considerarse entre los sacramentales más difundidos y en continua evolución. Ellas, de hecho, nos llevan a captar la presencia de Dios en todos los acontecimientos de la vida y recuerdan que, incluso cuando utiliza las cosas creadas, el ser humano está invitado a buscar a Dios, a amarle y a servirle fielmente.[7] Por este motivo, las bendiciones tienen por destinatarios las personas, los objetos de culto y de devoción, las imágenes sagradas, los lugares de vida, de trabajo y de sufrimiento, los frutos de la tierra y del trabajo humano, y todas las realidades creadas que remiten al Creador y que, con su belleza, lo alaban y bendicen.


El sentido litúrgico de los ritos de bendición

9. Desde un punto de vista estrictamente litúrgico, la bendición requiere que aquello que se bendice sea conforme a la voluntad de Dios manifestada en las enseñanzas de la Iglesia.

10. Las bendiciones se celebran, de hecho, en virtud de la fe y se ordenan a la alabanza de Dios y al provecho espiritual de su pueblo. Como explica el Ritual Romano, «para que esto se vea más claro, las fórmulas de bendición, según la antigua tradición, tienden como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar del mundo el poder del maligno».[8] Por ello, se invita a quienes invocan la bendición de Dios a través de la Iglesia a intensificar «sus disposiciones internas en aquella fe para la cual nada hay imposible» y a confiar en «aquella caridad que apremia a guardar los mandamientos de Dios».[9] Por eso, mientras que por un lado «siempre y en todo lugar se nos ofrece la ocasión de alabar a Dios por Cristo en el Espíritu Santo, de invocarlo y darle gracias», por otra parte la preocupación es «que se trate de cosas, lugares o circunstancias que no contradigan la norma o el espíritu del Evangelio».[10] Esta es una comprensión litúrgica de las bendiciones, en cuanto se convierten en ritos propuestos oficialmente por la Iglesia.

11. Basándose en estas consideraciones, la Nota explicativa del citado Responsum de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe recuerda que cuando, con un rito litúrgico adecuado, se invoca una bendición sobre algunas relaciones humanas, lo que se bendice debe poder corresponder a los designios de Dios inscritos en la Creación y plenamente revelados por Cristo el Señor. Por ello, dado que la Iglesia siempre ha considerado moralmente lícitas sólo las relaciones sexuales que se viven dentro del matrimonio, no tiene potestad para conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a una práctica sexual extramatrimonial. La sustancia de este pronunciamiento fue reiterada por el Santo Padre en su Respuestas a los Dubia de dos Cardenales.

12. Se debe también evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones solo a este punto de vista, porque nos llevaría a pretender, para una simple bendición, las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos. Este riesgo exige que se amplíe más esta perspectiva. De hecho, existe el peligro que un gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición.

13. Precisamente a este respecto, el Papa Francisco nos instó a no «perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes» y a evitar ser «jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen».[11] A continuación respondemos a su propuesta desarrollando una comprensión más amplia de las bendiciones.


Las bendiciones en la Sagrada Escritura

14. Para reflexionar sobre las bendiciones, recogiendo distintos puntos de vista, necesitamos dejarnos iluminar ante todo por la voz de la Sagrada Escritura.

15. «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26). Esta “bendición sacerdotal” que encontramos en el Antiguo Testamento, precisamente en el libro de los Números, tiene un carácter “descendente” porque representa la invocación de la bendición que desde Dios desciende sobre el hombre: esta constituye uno de los textos más antiguos de bendición divina. Existe además un segundo tipo de bendición que encontramos en las páginas bíblicas, aquella que “sube” desde la tierra al cielo, hacia Dios. Bendecir equivale a alabar, celebrar, agradecer a Dios por su misericordia y fidelidad, por las maravillas que ha creado y por todo aquello que sucedió por su voluntad: «Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre» (Sal 103, 1).

16. A Dios que bendice, también nosotros respondemos bendiciendo. Melquisedec, rey de Salem, bendice a Abrán (cfr. Gen 14, 19); Rebecca es bendecida por sus familiares, poco antes de convertirse en la esposa de Isaac (cfr. Gen 24, 60), el cuál, a su vez, bendice su hijo Jacob (cfr. Gen 27, 27). Jacob bendice al faraón (cfr. Gen 47, 10), a sus nietos Efraín y Manasés (cfr. Gen 48, 20) y a todos sus doce hijos (cfr. Gen 49, 28). Moisés y Aarón bendicen a la comunidad (cfr. Ex 39, 43; Lev 9, 22). Los cabeza de familia bendicen los hijos con ocasión de los matrimonios, antes de emprender un viaje, en la cercanía de la muerte. Estas bendiciones aparecen como un don sobreabundante e incondicionado.

17. La bendición presente en el Nuevo Testamento conserva, sustancialmente, el mismo significado veterotestamentario. Encontramos el don divino que “desciende”, el agradecimiento del hombre que “asciende” y la bendición impartida del hombre que “se extiende” hacia sus iguales. Zacarías, tras haber recuperado el uso de la palabra, bendice al Señor por sus admirables obras (cfr. Lc 1, 64). El anciano Simeón, mientras tiene entre los brazos a Jesús recién nacido, bendice a Dios por haberle concedido la gracia de contemplar al Mesías salvador y luego bendice a sus padres María y José (cfr. Lc 2, 34). Jesús bendice al Padre, en el celebre himno de alabanza y de júbilo a Él dirigido: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra» (Mt 11, 25).

18. En continuidad con el Antiguo Testamento, la bendición en Jesús no es solo ascendente, en referencia al Padre, sino también descendente, vertida sobre los otros como gesto de gracia, protección y bondad. El propio Jesús llevó a cabo y promovió esta práctica. Por ejemplo, bendice a los niños: «Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos» (Mc 10, 16). Y la historia terrenal de Jesús terminará precisamente con una bendición final reservada a los Once, poco antes de subir al Padre: «y, levantando sus manos, los bendijo.Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo». La última imagen de Jesús en la tierra son sus manos alzadas, en el acto de bendecir.

19. En su misterio de amor, a través de Cristo, Dios comunica a su Iglesia el poder de bendecir. Concedida por Dios al ser humano y otorgada por estos al prójimo, la bendición se transforma en inclusión, solidaridad y pacificación. Es un mensaje positivo de consuelo, atención y aliento. La bendición expresa el abrazo misericordioso de Dios y la maternidad de la Iglesia que invita al fiel a tener los mismos sentimientos de Dios hacia sus propios hermanos y hermanas.


Una comprensión teológico-pastoral de las bendiciones

20. Quien pide una bendición se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece. Buscar la bendición en la Iglesia es admitir que la vida eclesial brota de las entrañas de la misericordia de Dios y nos ayuda a seguir adelante, a vivir mejor, a responder a la voluntad del Señor.

21. Para ayudarnos a comprender el valor de un enfoque mayormente pastoral de las bendiciones, el Papa Francisco nos instó a contemplar, con actitud de fe y paternal misericordia, el hecho que «cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor».[12] Esta petición debe ser, en todos los sentidos, valorada, acompañada y recibida con gratitud. Las personas que vienen espontáneamente a pedir una bendición muestran con esta petición su sincera apertura a la trascendencia, la confianza de su corazón que no se fía solo de sus propias fuerzas, su necesidad de Dios y el deseo de salir de las estrechas medidas de este mundo encerrado en sus límites.

22. Como nos enseña santa Teresa del Niño Jesús, más allá de esta confianza «no hay otro camino por donde podamos ser conducidos al Amor que todo lo da. Con la confianza, el manantial de la gracia desborda en nuestras vidas […]. La actitud más adecuada es depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites […]. El pecado del mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del Redentor, este sí es infinito».[13]

23. Cuando estas expresiones de fe vienen consideradas fuera de un marco litúrgico, uno se encuentra en un ámbito de mayor espontaneidad y libertad, pero «la libertad frente a los ejercicios de piedad, no debe significar, por lo tanto, escasa consideración ni desprecio de los mismos. La vía a seguir es la de valorar correcta y sabiamente las no escasas riquezas de la piedad popular, las potencialidades que encierra».[14] Las bendiciones se convierten así en un recurso pastoral a valorar en lugar de un riesgo o un problema.

24. Consideradas desde el punto de vista de la pastoral popular, las bendiciones son valoradas como actos de devoción que «encuentran su lugar propio fuera de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos […]. El lenguaje, el ritmo, el desarrollo y los acentos teológicos de la piedad popular se diferencian de los correspondientes de las acciones litúrgicas». Por ésa misma razón «hay que evitar añadir modos propios de la “celebración litúrgica” a los ejercicios de piedad, que deben conservar su estilo, su simplicidad y su lenguaje característico».[15]

25. La Iglesia, también, debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares, sobre todo cuando dan «lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar».[16] Por lo tanto, cuando las personas invocan una bendición no se debería someter a un análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se les debe pedir una perfección moral previa.

26. En esta perspectiva, la Respuestas del Santo Padre ayudan a profundizar mejor, desde el punto de vista pastoral, el pronunciamiento formulado por la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe en el 2021, porqué invitan de hecho a un discernimiento en relación con la posibilidad de «formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio»[17] y que también tengan en cuenta el hecho que en situaciones moralmente inaceptables desde un punto de vista objetivo, «la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de “pecadores” a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva».[18]

27. En la catequesis citada al inicio de esta Declaración, el Papa Francisco propuso una descripción de este tipo de bendiciones que se ofrecen a todos, sin pedir nada. Vale la pena leer con corazón abierto estas palabras que nos ayudan a acoger el sentido pastoral de las bendiciones ofrecidas sin condiciones: «Es Dios que bendice. En las primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones. Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios […]. Así nosotros para Dios somos más importantes que todos los pecados que nosotros podamos hacer, porque Él es padre, es madre, es amor puro, Él nos ha bendecido para siempre. Y no dejará nunca de bendecirnos. Una experiencia intensa es la de leer estos textos bíblicos de bendición en una prisión, o en un centro de desintoxicación. Hacer sentir a esas personas que permanecen bendecidas no obstante sus graves errores, que el Padre celeste sigue queriendo su bien y esperando que se abran finalmente al bien. Si incluso sus parientes más cercanos les han abandonado, porque ya les juzgan como irrecuperables, para Dios son siempre hijos».[19]

28. Existen diversas ocasiones en las cuales las personas se acercan espontáneamente a pedir una bendición, tanto en las peregrinaciones, en los santuarios y también en la calle cuando se encuentran con un sacerdote. Como ejemplo, podemos recurrir al libro litúrgico De Benedictionibus que prevé una serie de ritos de bendición para las personas: ancianos, enfermos, participantes en la catequesis o en un encuentro de oración, peregrinos, aquellos que inician un camino, grupos y asociaciones de voluntarios, etc. Tales bendiciones se dirigen a todos, ninguno puede ser excluido. En los preámbulos del Rito de bendición de los ancianos, por ejemplo, se afirma que el objetivo de esta bendición es «que los ancianos reciban de los hermanos un testimonio de respeto y de agradecimiento. Al mismo tiempo nosotros, junto con ellos, damos gracias a Dios por los beneficios que de él han recibido y por las buenas obras que han realizado con su ayuda».[20] En este caso, el objeto de la bendición es la persona del anciano, por quien y con quien se da gracias a Dios por el bien por él realizado y por los beneficios recibidos. A ninguno se puede impedir esta acción de gracias y cada uno, incluso si vive en situaciones no ordenadas al designio del Creador, posee elementos positivos por los cuales alabar al Señor.

29. Desde la perspectiva de la dimensión ascendente, cuando se toma conciencia de los dones del Señor y de su amor incondicional, incluso en situaciones de pecado, sobre todo cuando se escucha una oración, el corazón creyente eleva su alabanza y bendición a Dios. Esta forma de bendición no se impide a nadie. Todos – individualmente o en unión con otros – pueden elevar a Dios su alabanza y su gratitud.

30. Pero el sentido popular de las bendiciones incluye también el valor de la bendición descendente. Si «no es conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o ritos para todo tipo de asuntos»,[21] la prudencia y la sabiduría pastoral pueden sugerir que, evitando formas graves de escándalo o confusión entre los fieles, el ministro ordenado se una a la oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida.


III. Las bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo

31. En el horizonte aquí delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio. En estos casos, se imparte una bendición que no sólo tiene un valor ascendente, sino que es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo. Estas formas de bendición expresan una súplica a Dios para que conceda aquellas ayudas que provienen de los impulsos de su Espíritu – que la teología clásica llama “gracias actuales” – para que las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino.

32. La gracia de Dios, de hecho, actúa en la vida de aquellos que no se consideran justos, sino que se reconocen humildemente pecadores como todos. Es capaz de dirigirlo todo según los designios misteriosos e imprevisibles de Dios. Por eso, con incansable sabiduría y maternidad, la Iglesia acoge a todos los que se acercan a Dios con corazón humilde, acompañándolos con aquellos auxilios espirituales que permiten a todos comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su existencia.[22]

33. Es esta una bendición que, aunque no se incluya en un rito litúrgico,[23] une la oración de intercesión a la invocación de ayuda de Dios de aquellos que se dirigen humildemente a Él. ¡Dios no aleja nunca al que se acerca a Él! Al fin y al cabo, la bendición ofrece a las personas un medio para acrecentar su confianza en Dios. La petición de una bendición expresa y alimenta la apertura a la trascendencia, la piedad y la cercanía a Dios en mil circunstancias concretas de la vida, y esto no es poca cosa en el mundo en el que vivimos. Es una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar, no obstaculizar.

34. La misma liturgia de la Iglesia nos invita a esta actitud confiada, también en medio de nuestros pecados, falta de méritos, debilidades y confusiones como da testimonio esta bellísima oración colecta tomada del Misal Romano: «Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir» (XXVII Domingo del Tiempo Ordinario). Cuantas veces, de hecho, a través de una simple bendición del pastor, que en este gesto no pretende sancionar ni legitimar nada, las personas pueden experimentar la cercanía del Padre que desborda “los méritos y deseos”.

35. Por lo tanto, la sensibilidad pastoral de los ministros ordenados debería educarse, también, para realizar espontáneamente bendiciones que no se encuentran en el Bendicional.

36. En este sentido, es esencial acoger la preocupación del Papa, para que estas bendiciones no ritualizadas no dejen de ser un simple gesto que proporciona un medio eficaz para hacer crecer la confianza en Dios en las personas que la piden, evitando que se conviertan en un acto litúrgico o semi-litúrgico, semejante a un sacramento. Esto constituiría un grave empobrecimiento, porque sometería un gesto de gran valor en la piedad popular a un control excesivo, que privaría a los ministros de libertad y espontaneidad en el acompañamiento de la vida de las personas.

37. A este respecto, vienen a la mente las siguientes palabras, en parte ya citadas, del Santo Padre: «Las decisiones que, en determinadas circunstancias, pueden formar parte de la prudencia pastoral, no necesariamente deben convertirse en una norma. Es decir, no es conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o ritos para todo tipo de asuntos […] El Derecho Canónico no debe ni puede abarcarlo todo, y tampoco deben pretenderlo las Conferencias Episcopales con sus documentos y protocolos variados, porque la vida de la Iglesia corre por muchos cauces además de los normativos».[24] Así el Papa Francisco ha recordado que «todo aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma», porque esto «daría lugar a una casuística insoportable».[25]

38. Por esta razón, no se debe ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición. En la oración breve que puede preceder esta bendición espontanea, el ministro ordenado podría pedir para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad.

39. De todos modos, precisamente para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo, cuando la oración de bendición la solicite una pareja en situación irregular, aunque se confiera al margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio. Esto mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo.

40. En cambio, tal bendición puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación. De hecho, mediante estas bendiciones, que se imparten no a través de las formas rituales propias de la liturgia, sino como expresión del corazón materno de la Iglesia, análogas a las que emanan del fondo de las entrañas de la piedad popular, no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio.

41. Lo que se ha dicho en la presente Declaración sobre las bendiciones de parejas del mismo sexo, es suficiente para orientar el discernimiento prudente y paterno de los ministros ordenados a este respecto. Por tanto, además de las indicaciones anteriores, no cabe esperar otras respuestas sobre cómo regular los detalles o los aspectos prácticos relativos a este tipo de bendiciones.[26]


IV. La Iglesia es el sacramento del amor infinito de Dios

42. La Iglesia continúa elevando aquellas oraciones y suplicas que Cristo mismo, con grandes gritos y lágrimas, ofreció en los días de su vida terrena (cfr. Heb 5, 7) y que por esto mismo gozan de una eficacia particular. De este modo, «la comunidad eclesial ejerce su verdadera función de conducir las almas a Cristo no sólo con la caridad, el ejemplo y los actos de penitencia, sino también con la oración».[27]

43. Así, la Iglesia es el sacramento del amor infinito de Dios. Por eso, cuando la relación con Dios está enturbiada por el pecado, siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él, como hizo Pedro en la tormenta cuando clamó a Jesús: «Señor, sálvame» (Mt 14, 30). En algunas situaciones, desear y recibir una bendición puede ser el bien posible. El Papa Francisco nos recuerda que «un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades».[28] De este modo, «lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado».[29]

44. Toda bendición será la ocasión para un renovado anuncio del kerygma, una invitación a acercarse siempre más al amor de Cristo. El Papa Benedicto XVI enseñaba: «La Iglesia, al igual que María, es mediadora de la bendición de Dios para el mundo: la recibe acogiendo a Jesús y la transmite llevando a Jesús. Él es la misericordia y la paz que el mundo por sí mismo no se puede dar y que necesita tanto o más que el pan».[30]

45. Teniendo en cuenta todo lo afirmado anteriormente, siguiendo la enseñanza autorizada del Santo Padre Francisco, este Dicasterio quiere finalmente recordar que «esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de bendecir […]. Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir».[31] De este modo, cada hermano y hermana podrán sentirse en la Iglesia siempre peregrinos, siempre suplicantes, siempre amados y, a pesar de todo, siempre bendecidos.


Víctor Manuel Card. FERNÁNDEZ

Prefecto


Mons. Armando MATTEO

Secretario para la Sección Doctrinal

Ex Audientia Die 18 diciembre 2023

Francisco


[1] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2 diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.

[2] Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, «Responsum» ad «dubium» de benedictione unionem personarum eiusdem sexus et Nota esplicativa, AAS 113 (2021), 431-434.

[3] Francisco, Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 42, AAS 105 (2013), 1037-1038.

[4] Cfr. Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos Cardenales (11 julio 2023).

[5] Ibidem, ad dubium 2, c.

[6] Ibidem, ad dubium 2, a.

[7] Cfr. Rituale Romanum ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatum, De benedictionibus, Editio typica, Praenotanda, Typis Polyglottis Vatianis, Civitate Vaticana 1985, n. 12; en la edición española de la Comisión Episcopal de Liturgia, Bendicional, Coeditores litúrgicos, Barcelona 1986, n. 12.

[8] Ibidem, n. 11: “Quo autem clarius hoc pateat, antiqua ex traditione, formulae benedictionum eo spectant ut imprimis Deum pro eius donis glorificent eiusque impetrent beneficia atque maligni potestatem in mundo compescant.”

[9] Ibidem, n. 15: “Quare illi qui benedictionem Dei per Ecclesiam expostulant, dispositiones suas ea fide confirment, cui omnia sunt possibilia; spe innitantur, quae non confundit; caritate praesertim vivificentur, quae mandata Dei servanda urget.”

[10] Ibidem, n. 13: “Semper ergo et ubique occasio praebetur Deum per Christum in Spiritu Sancto laudandi, invocandi eique gratias reddendi, dummodo agatur de rebus, locis, vel adiunctis quae normae vel spiritui Evangelii non contradicant.”

[11] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos Cardenales, ad dubium 2, d.

[12] Ibidem, ad dubium 2, e.

[13] Francisco, Exhort. Ap. C’est la confiance (15 octubre 2023), nn. 2, 20, 29.

[14] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones, Librería Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2002, n. 12.

[15] Ibidem, n. 13.

[16] Francisco, Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), n. 94, AAS 105 (2013), 1060.

[17] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos Cardenales, ad dubium 2, e.

[18] Ibidem, ad dubium 2, f.

[19] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2 diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.

[20] De Benedictionibus, n. 258: “Haec benedictio ad hoc tendit ut ipsi senes a fratribus testimonium accipiant reverentiae grataeque mentis, dum simul cum ipsis Domino gratias reddimus pro beneficiis ab eo acceptis et pro bonis operibus eo adiuvante peractis.”; en la edición española de la Comisión Episcopal de Liturgia, Bendicional, Coeditores litúrgicos, Barcelona 1986, n. 260.

[21] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos Cardenales, ad dubium 2, g.

[22] Cfr. Francisco, Exhort. Ap. Post-sinodal Amoris laetitia (19 marzo 2016), n. 250, AAS 108 (2016), 412-413.

[23] Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, n. 13: «La diferencia objetiva entre los ejercicios de piedad y las prácticas de devoción respecto de la Liturgia debe hacerse visible en las expresiones cultuales […] los actos de piedad y de devoción encuentran su lugar propio fuera de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos».

[24] Francisco, Respuestas del Santo Padre a los Dubia propuestos por dos Cardenales, ad dubium 2, g.

[25] Francisco, Exhort. Ap. Post-sinodal Amoris laetitia (19 marzo 2016), n. 304, AAS 108 (2016), 436.

[26] Cfr. ibidem.

[27] Oficio Divino reformado según los decretos del Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado por su santidad el Papa Pablo VI, Liturgia de las Horas según el Rito Romano, Principios y normas para la Liturgia de las Horas, Conferencia Episcopal Española, Coeditores Litúrgicos, Barcelona 1979, n. 17.

[28]Francesco, Exhort. Ap. Evangelii gaudium (24 novembre 2013), n. 44, AAS 105 (2013), 1038-1039.

[29] Ibidem, n. 36, AAS 105 (2013), 1035.

[30] Benedicto XVII, Homilía de la Santa Misa en la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. XLV Jornada Mundial de la Paz, Basílica Vaticana (1 enero 2012), Insegnamenti VIII, 1 (2012), 3.

[31] Francisco, Catequesis sobre la oración: la bendición (2 diciembre 2020), L’Osservatore Romano, 2 diciembre 2020, p. 8.

domingo, 21 de enero de 2024

PAPA FRANCISCO: NO SEAMOS SORDOS A LA PALABRA DE DIOS PARA PONER ANUNCIARLA AL MUNDO


 

Papa Francisco: No seamos “sordos” a la Palabra de Dios para poder anunciarla al mundo

Crédito. Daniel Ibáñez / ACI Prensa

Por Walter Sánchez Silva

21 de enero de 2024 


En su homilía de la Misa por el V Domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco resaltó la importancia de no ser “sordos” ante ella, de darle un lugar privilegiado en la vida para poder ser mensajero y testigo del Señor en un mundo que la ignora, pero que está sediento de ella.

Así lo indicó el Santo Padre al celebrar la Eucaristía en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, en la que reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de San Marcos, que narra cómo Jesús le habló a unos pescadores, sus primeros discípulos, que lo dejaron todo y lo siguieron.

En la Misa se confirió también los ministerios de Lector y Catequista a hombres y mujeres laicos provenientes de Brasil, Bolivia, Corea, Chad, Alemania y Antillas.


“La Palabra de Dios despliega la potencia del Espíritu Santo. Es una fuerza que atrae hacia Dios, como les sucedió a los jóvenes pescadores, que quedaron impresionados por las palabras de Jesús”, explicó el Papa en su homilía.

“La Palabra, por tanto, nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás. Nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás, ese es su dinamismo. No nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que dilata el corazón”, prosiguió.

El Papa Francisco resaltó asimismo que la Palabra de Dios “suscita la misión, nos hace mensajeros y testigos de Dios para un mundo colmado de palabras, pero sediento de esa Palabra que frecuentemente ignora. La Iglesia vive de este dinamismo, es llamada por Cristo, atraída por Él, y enviada al mundo para testimoniarlo”.

El Pontífice señaló luego algunos ejemplos de santos, en cuya historia la Palabra de Dios “ha sido decisiva”, como San Antonio, Santa Teresa del Niño Jesús “que descubrió su vocación leyendo las cartas de San Pablo” o San Francisco de Asís, todas “vidas transformadas por la Palabra de vida, por la Palabra del Señor”.


No ser “sordos” a la Palabra de Dios

“¿Por qué para muchos de nosotros no sucede lo mismo? Muchas veces escuchamos la Palabra de Dios, nos entra por un oído y nos sale por otro, ¿Por qué?”, cuestionó el Papa Francisco.

“Es necesario no ser ‘sordos’ a la Palabra. Es el riesgo que corremos, ya que abrumados por miles de palabras, no damos importancia a la Palabra de Dios, la oímos, pero no la escuchamos; la escuchamos, pero no la custodiamos; la custodiamos, pero no nos dejamos provocar por ella para cambiar; la leemos, pero no la hacemos oración”.

Tras recordar que los primeros discípulos dejaron la vida que llevaron hasta su encuentro con Jesús, el Papa destacó que “quien está en contacto con la Palabra se libera de las ataduras del pasado, porque la Palabra viva descifra la existencia, cura también la memoria herida implantando el recuerdo de Dios y de las obras que ha hecho por nosotros”.

domingo, 14 de enero de 2024

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO QUIERE FOLLOWERS SUPERFICIALES SINO DISCÍPULOS CON CORAZÓN ABIERTO



Papa Francisco: Jesús no quiere “followers” superficiales sino discípulos con “corazón abierto”

Papa Francisco en el Ángelus, 14 de enero 2024

Por David Ramos



En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco aseguró que Jesús “no quiere ‘followers’ superficiales”, sino que desea discípulos con “un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado o satisfecho”.

Ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro en el Vaticano este 14 de enero, el Santo Padre señaló que “el Evangelio hoy presenta el encuentro de Jesús con los primeros discípulos. Esta escena nos invita a hacer memoria de nuestro primer encuentro con Jesús”.

“¿Cuándo me encontré a Jesús por primera vez?”, preguntó el Papa, animando a los fieles a “hacer un poco de memoria”.

Luego dijo: “¿Qué cosa significa ser discípulos del Señor? Según el Evangelio de hoy podemos tomar tres palabras: buscar a Jesús, habitar con Jesús, anunciar a Jesús”.

El Papa Francisco subrayó más adelante que “el Señor no quiere prosélitos, no quiere ‘followers’ superficiales, el Señor quiere personas que se interroguen y se dejen interpelar por su Palabra”.

“Por lo tanto, para ser discípulos de Jesús es necesario ante todo buscarlo, tener un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado o satisfecho”, aseguró.

Los primeros discípulos, subrayó, “no buscaban noticias o informaciones sobre Dios, o señales o milagros, sino que deseaban encontrar al Mesías, hablar con Él, estar con Él, escucharlo”.

“La fe, en suma, no es una teoría, no, es un encuentro, es ir a ver dónde vive el Señor y habita con Él. Encontrar al Señor y habitar con Él”, resaltó.

El Papa señaló que “los discípulos buscaban a Jesús, luego fueron con Él y pasaron toda la tarde con Él. Y luego a anunciar. Regresan y anuncian. Buscar, habitar, anunciar”, reiteró.

Hacia el final de su reflexión, el Santo Padre reiteró su llamado a los fieles a hacer “memoria de nuestro primer encuentro con el Señor”.

Luego exhortó: "Y preguntémonos: ¿somos todavía discípulos enamorados del Señor, buscamos al Señor o nos hemos asentado en una fe hecha de hábitos? ¿Vivimos con Él en oración, sabemos estar en silencio con Él? ¿Sé habitar en oración con el Señor, permanecer en silencio con Él? ¿Y entonces sentimos el deseo de compartir, de anunciar esta belleza del encuentro con el Señor?”. 

sábado, 6 de enero de 2024

PAPA FRANCISCO: LOS REYES MAGOS BUSCAN A DIOS Y LO HALLAN EN UN NIÑO RECOSTADO EN UN PESEBRE



El Papa Francisco: Los Reyes Magos buscan a Dios y lo hallan en un Niño recostado en un pesebre

Por Eduardo Berdejo

6 de enero de 2024 


El Papa Francisco presidió este 6 de enero la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, durante la cual animó a seguir el ejemplo de los Reyes Magos de mantener “los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra, el corazón postrado en adoración”.

Desde la Basílica de San Pedro, el Pontífice señaló que los sabios venidos de Oriente “son imagen de los pueblos en camino en busca de Dios”. Los Magos, que son extranjeros, no se quedan encerrados en las cosas terrenales, sino que ven surgir una estrella y “emprenden un viaje en busca del Rey que ha nacido”, explicó el Papa.

“¡Hermanos y hermanas, los ojos fijos en el cielo! Necesitamos tener la mirada levantada hacia lo alto, también para aprender a ver la realidad desde arriba. Lo necesitamos en el camino de la vida, para hacernos acompañar de la amistad del Señor, de su amor que nos sostiene, de la luz de su Palabra que nos guía como estrella en la noche”, expresó.

El Pontífice señaló a los seis mil fieles reunidos en la basílica vaticana que en el camino de la fe también es necesario mantener la mirada en el cielo, “para que no se reduzca a un conjunto de prácticas religiosas o a un hábito exterior, sino que se convierta en un fuego que nos quema por dentro y nos hace buscadores apasionados del rostro del Señor y testigos de su Evangelio”.

“Lo necesitamos en la Iglesia”, para que en lugar de dividirse según sus ideas, los católicos pongan a Dios en el centro, afirmó.

Pero así como miran a lo alto, los Reyes Magos también “tienen los pies sobre la tierra” y se ponen en marcha hacia Jerusalén, donde preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.

“El astro que brilla en el cielo los envía a recorrer los caminos de la tierra; levantando la cabeza hacia lo alto son empujados a descender hacia lo bajo; buscando a Dios son invitados a encontrarlo en el hombre, en un Niño que yace en un pesebre, porque Dios, que es lo infinitamente grande, se ha revelado en este pequeño, infinitamente pequeño”, explicó el Papa Francisco.

El Santo Padre indicó que tener los pies en la tierra e ir en camino significa que el don de la fe no ha sido dado para quedarse mirando el cielo, “sino para avanzar por los senderos del mundo como testigos del Evangelio”, porque la luz del Señor no es sólo “para ser consolados en nuestras noches”, sino para iluminar “las densas tinieblas que envuelven tantas situaciones sociales”.

“El Dios que viene a visitarnos no lo encontramos permaneciendo quietos en alguna bella teoría religiosa, sino poniéndonos en camino, buscando los signos de su presencia en las realidades de cada día y, sobre todo, encontrando y tocando la carne de los hermanos”, añadió.

“Los Magos, en efecto, nos enseñan que el encuentro con Dios nos abre a una esperanza más grande”, afirmó el Pontífice quien, citando a Benedicto XVI, recordó que “si falta la verdadera esperanza, se busca la felicidad en la embriaguez, en lo superfluo, en los excesos, y los hombres se arruinan a sí mismos y al mundo”.

“Por esto, hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos”, indicó el Papa, citando las palabras que pronunció Benedicto XVI en su homilía del 6 enero 2008. 

domingo, 31 de diciembre de 2023

EN EL ÚLTIMO DÍA DEL 2023, EL PAPA FRANCISCO ANIMA A NO ACOSTUMBRARSE A LO ORDINARIO DE LAS COSAS



En el último día del 2023, el Papa Francisco anima a “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”

Por David Ramos

31 de diciembre de 2023


En sus palabras previas al rezo del Ángelus este 31 de diciembre, en la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco alentó a los fieles a pedir “la gracia del asombro” y “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”

En sus palabras previas al rezo del Ángelus este 31 de diciembre, en la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el Papa Francisco alentó a los fieles a pedir “la gracia del asombro” y “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”.

El Santo Padre recordó que hoy el Evangelio muestra a la Sagrada Familia “en el templo de Jerusalén, para la presentación del Niño al Señor”.

Jesús, María y José, indicó, llegan al templo y presentan “la más humilde y sencilla de las ofrendas como testimonio de su pobreza”, y luego “María recibe una profecía: ‘Una espada traspasará tu alma’”.

“Llegan en’ la pobreza y se van con una carga de sufrimiento. Esto suscita sorpresa: ¡pero cómo, la Familia de Jesús, la única familia en la historia que puede presumir en sí misma de la presencia de Dios en carne y hueso, en lugar de ser rica es pobre! ¡En lugar de ser aliviada, parece ser obstaculizada! ¡En lugar de estar libre de fatiga, está inmersa en un gran dolor!”.

El Papa luego señaló: “¿Qué dice a nuestras familias, este modo de vida, la historia de la Sagrada Familia, pobre, obstaculizada, con gran dolor? Nos dice algo muy bello: Dios, que muchas veces imaginamos que está más allá de los problemas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”. 

Dios, continuó, “nos ha salvado así: no vino adulto, sino muy pequeño; vivía en una familia, hijo de madre y padre; allí pasó la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida de cotidianidad, de escondite y de silencio”.

“Y no evitó las dificultades, al contrario, eligiendo una familia, una familia ‘experta en sufrimiento’, y dice a nuestras familias: ‘Si os encontráis en dificultades, sé lo que sentís, lo he vivido: Yo, mi madre y mi padre lo probamos para decírselo también a su familia: ¡no están solos!’”.

El Papa Francisco resaltó que “José y María ‘se asombraban de las cosas que se decían de Jesús’, porque no creían que fueran el anciano Simeón y la profetisa Ana quienes decían estas cosas. Quedaron asombrados”.

“Y quiero centrarme en esto hoy: en la capacidad de asombro. La capacidad de asombro es un secreto para avanzar bien en la familia. No acostumbrarse a lo ordinario de las cosas. Ante todo, saber dejarse asombrar por Dios, que nos acompaña”, alentó.

“Y luego, sorprenderse en familia. Creo que es bueno que una pareja sepa sorprenderse de su propio cónyuge, por ejemplo tomándolo de la mano y mirándolo a los ojos durante algunos momentos por la noche, con ternura: el asombro siempre lleva a la ternura”, señaló el Papa, resaltando que “es bella la ternura en el matrimonio”.

Además, animó a los padres a “maravillarse ante el milagro de la vida, de los hijos, encontrar tiempo para jugar con ellos y escucharlos. Les pregunto a ustedes, padres y madres: ¿encuentran tiempo para jugar con sus hijos? ¿Para sacarlos a pasear? Ayer hablé por teléfono con una persona y le pregunté: ‘¿Dónde estás?’. – ‘Estoy en la plaza, saqué a mis hijos a caminar’. Es una hermosa paternidad y maternidad, esta”.

“Y luego, maravillarse de la sabiduría de los abuelos”, exhortó, y lamentó que “muchas veces sacamos a los abuelos de la vida. No, los abuelos son fuentes de sabiduría. Aprendamos a asombrarnos de la sabiduría de los abuelos, de su historia”.

Tras resaltar que “los abuelos que devuelven la vida a lo esencial”, el Santo Padre animó a los fieles a asombrarse de su “propia historia de amor”, pues “cada uno de nosotros tiene la propia: el Señor nos hizo caminar con amor, asombrarse de esto”.

“Nuestra vida ciertamente tiene aspectos negativos, pero también nos asombra la bondad de Dios al caminar con nosotros, aunque seamos tan inexpertos”, aseguró.

“María, Reina de la familia, ayúdanos a asombrarnos: hoy te pedimos la gracia del asombro. Que Nuestra Señora nos ayude a asombrarnos cada día del bien y a saber enseñar a los demás la belleza del asombro”, concluyó. 

lunes, 25 de diciembre de 2023

EL PAPA FRANCISCO EN NAVIDAD: CRISTO HA NACIDO POR TI. ALÉGRATE PORQUE NO ESTÁS SOLO

  


El Papa Francisco en Navidad: ¡Cristo ha nacido por ti! Alégrate porque no estás solo

Por Almudena Martínez-Bordiú

25 de diciembre de 2023 



En su mensaje de Navidad impartido en la mañana de este 25 de diciembre desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco invitó a los fieles a descubrir la alegría de la llegada de Jesús, que ha nacido en Belén como “una llama inextinguible en medio de la oscuridad del mundo”.

Ante los miles de fieles que escuchaban sus palabras desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre señaló que las palabras del ángel en el cielo de Belén, también hoy “se dirigen a nosotros”.

Destacó que el nacimiento del Señor por nosotros “nos llena de confianza y esperanza”, al tiempo que afirmó que es “la noticia que cambia el curso de la historia” y que trae la verdadera alegría, que no es la “alegría pasajera del mundo ni la alegría de la diversión”, sino una “gran alegría”, porque nos hace “grandes”.

¡Cristo ha nacido por ti!

Recordó que hoy “abrazamos la certeza de una esperanza inaudita, la de haber nacido para el cielo” y remarcó que “en medio de las tinieblas de la tierra, hoy en Belén se ha encendido una llama inextinguible; hoy, en medio de la oscuridad del mundo, prevalece la luz de Dios”.

“¡Alegrémonos por esta gracia! Alégrate tú, que has perdido la confianza y las certezas, porque no estás solo, no estás sola: ¡Cristo ha nacido por ti! Alégrate tú, que has abandonado la esperanza, porque Dios te tiende su mano; no te señala con el dedo, sino que te ofrece su manita de Niño para liberarte de tus miedos, para aliviarte de tus fatigas y mostrarte que a sus ojos eres valioso como ningún otro”.


“Los pequeños Jesús de hoy”

A continuación, el Santo Padre lamentó las “matanzas de inocentes en el mundo”, como las que ocurren “en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra”. 

También recordó a los niños cuya infancia es destruida por las guerras y aseguró que ellos “son los pequeños Jesús de hoy”. 


“La guerra es una locura sin excusas”

Para el Papa Francisco, decir “sí” al Príncipe de la paz significa decir “no” a la guerra, a la que se refirió como “un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas”. Asimismo, reiteró que para decir “no” a la guerra es necesario decir “no” a las armas. 

El Pontífice lamentó que hoy en día prevalece “la hipocresía y el ocultamiento” y defendió que “la gente, que no quiere armas sino pan, que le cuesta seguir adelante y pide paz, ignora cuántos fondos públicos se destinan a los armamentos”.

 “Y, sin embargo, deberían saberlo. Que se hable sobre esto, que se escriba sobre esto, para que se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras”, instó el Papa Francisco.  

“Que se encuentre una solución a la cuestión palestina”

En este sentido, pidió que llegue la paz a todas las zonas en conflicto. En primer lugar, lo hizo por Israel y Palestina y aseguró “abrazar” a ambas. 

“En particular a las comunidades cristianas de Gaza, la parroquia de Gaza, y de toda Tierra Santa. Llevo en el corazón el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre y renuevo un llamamiento apremiante para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes”.

El Santo Padre suplicó “que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda”. 

“Que no se siga alimentando la violencia y el odio, —continuó el Pontífice—, sino que se encuentre una solución a la cuestión palestina, por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes, sostenido por una fuerte voluntad política y el apoyo de la comunidad internacional”.

El Papa Francisco también recordó a la población de la “martirizada Siria, como también a la de Yemen, que sigue sufriendo. Pienso en el querido pueblo libanés y ruego para que pueda recuperar pronto la estabilidad política y social”.

También citó a Ucrania y pidió que llegue la paz entre Armenia y Azerbaiyán, así como en las regiones del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, como también a Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. 

Por último, el Papa Francisco dirigió su mirada a la península coreana y pidió que se abran vías de diálogo y reconciliación que puedan crear las condiciones para una paz duradera. 

“El Hijo de Dios, que se hizo un Niño humilde, inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, para hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones”, señaló a continuación.

“La voz de los que no tienen voz”

El Papa Francisco puntualizó que, desde el pesebre, el Niño “nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos”. 

Además, recordó que en 2025 comienza el Jubileo y animó a que “este periodo de preparación sea ocasión para convertir el corazón; para decir no a la guerra y sí a la paz; un tiempo para responder con alegría a la invitación del Señor que nos llama”.

A modo de conclusión, el Santo Padre invitó a acoger y a abrir nuestro corazón a Jesús, “que es el Príncipe de la paz”. 

domingo, 17 de diciembre de 2023

¡FELIZ CUMPLEAÑOS PAPA FRANCISCO! 87 AÑOS - OREMOS


 ¡FELIZ CUMPLEAÑOS PAPA FRANCISCO!

87 AÑOS


!Feliz cumpleaños Papa Francisco! Hoy celebramos junto a miles de seguidores en todo el mundo, el cumpleaños número 87 del Papa Francisco. Que Dios le de la claridad mental, la vitalidad y la fortaleza física para que cumpla su ministerio entre el pueblo fiel de Cristo hasta que Dios lo llame a su lado. Muchas bendiciones, Santo Padre, siempre está en nuestras oraciones.

Biografía del Papa Francisco

Jorge Mario Bergoglio nació en el seno de una familia católica el 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, siendo el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Mario José Bergoglio y Regina María Sívori, inmigrantes italianos.

Durante su juventud sufrió una enfermedad a los pulmones, por lo que fue sometido a una operación quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón, lo que no le impidió desarrollar sus actividades con normalidad.

El 11 de marzo de 1958 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en el Seminario de Villa Devoto. Como novicio de la Compañía de Jesús terminó sus estudios en el Seminario Jesuita de Santiago de Chile.

Entre 1967 y 1970 cursó estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, casi a los 33 años de edad.

Continuó sus estudios de 1970 a 1971 en la Universidad de Alcalá Henares (España) y el 22 de abril de 1973 realizó su profesión de jesuita. De regreso a Argentina fue maestro de novicios en la Villa Barilari; profesor en la Facultad de Teología de San Miguel; consultor provincial de la Compañía de Jesús, cargo que ocupó hasta 1979; y rector del Colegio Máximo de la Facultad.

Fue nombrado Obispo Auxiliar de Buenos Aires por el Papa Juan Pablo II el 20 de mayo de 1992. Cuando la salud del entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Quarracino, empezó a debilitarse, Mons. Bergoglio fue designado Arzobispo Coadjutor el 3 de junio de 1997. Al fallecer el Cardenal Quarracino lo sucedió en el cargo de Arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998.

Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el Papa Juan Pablo II lo creó cardenal. Como purpurado formó parte de la Comisión para América Latina; la Congregación para el Clero; el Pontificio Consejo para la Familia; la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina por dos períodos consecutivos desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. Integró también el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

El Cardenal Bergoglio siempre tuvo un estilo de vida sencillo y austero. Vivía en un apartamento pequeño en vez de la residencia episcopal, renunció a su limosina y a su chofer, se movilizaba en transporte público y preparaba su comida.

Como purpurado participó en el cónclave que eligió a Benedicto XVI en abril de 2005. El 13 de marzo de 2013 el Cardenal Bergoglio fue elegido sucesor de Pedro, asumiendo el nombre de Francisco.

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