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lunes, 24 de enero de 2022

CONOCE LA HISTORIA DE ESTAS PERSONAS NEGRAS QUE LLEGARON A LOS ALTARES



Conoce la historia de estas personas negras que llegaron a los altares

Redacción ACI Prensa




Cada 24 de enero, el mundo celebra el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes, que fue adoptada por la UNESCO en 2019 y recuerda la importancia de la cultura negra para la humanidad.

En la Iglesia destacan algunas personas de procedencia afrodescendiente que, en su lucha por alcanzar la vocación a la santidad, llegaron a los altares. Te presentamos la historia de algunos santos y beatos que muestran que la santidad no tiene color de piel ni nacionalidad.


1. San Martín de Porres

San Martín de Porres nació en Lima (Perú) en 1579, fue hijo de un noble español de origen burgalés, Juan de Porres, y una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá. Desde niño, se preocupaba por el sufrimiento de la gente, especialmente por los enfermos y los pobres.

Aprendió el oficio de barbero y adquirió algunos conocimientos de medicina. A los quince años pidió ser admitido como “donado”, es decir, como terciario, en el convento de los Dominicos de la Ciudad de Lima.

Ya en el convento, trabajó como enfermero, donde atendía a cualquiera que se presentase a la enfermería, e intercedió ante Dios para que se realizaran numerosos milagros, especialmente curaciones.

San Martín de Porres murió en 1639, fue canonizado por San Juan XXIII en 1962 y ha sido siempre representado con la escoba en la mano, símbolo de su humilde servicio. Fue nombrado “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz” y su fiesta se celebra cada 3 de noviembre.


2. Santa Josefina Bakhita

Santa Josefina Bakhita nació en Sudán (África), de muy pequeña fue capturada en el bosque y vendida como esclava, donde pasó por la propiedad de cinco amos, siendo el cuarto con el que más sufrió de humillaciones y torturas.

Josefina ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, junto con Minnina, su amiga e hija de su nuevo amo, Augusto Michieli. Es ahí que conoce a Dios, quién siempre “había permanecido en su corazón” y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, “pero recién en ese momento sabía quién era”.

El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación. Desde ese momento tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada, y el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad, se convirtió en una de las hermanas de la orden.

Bakhita falleció en 1947 en Schio (Italia), San Juan Pablo II la beatificó en 1992 y declaró su día de culto el 8 de febrero. Finalmente, el mismo pontífice la canonizó en el año 2000.

“Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”, son las recordadas palabras de la santa que se convirtió en un ícono de la historia de África.


3. San Benito de Palermo

San Benito Manassari nació en San Fratello en Messina (Italia) en 1526, fue hijo de descendientes de esclavos africanos y por su color de piel es conocido como el Moro.

A los 21 años ingresó en una comunidad de ermitaños y vivió en el Monte Pellegrino en Palermo. Sin embargo, cuando el Papa Pío IV disolvió la comunidad pasó a ser parte de los Frailes Menores.

Por 24 años su hogar fue el convento de Santa Maria di Gesù, donde ejerció la labor de cocinero, superior y maestro de novicios, fue conocido por su humildad y por vivir lleno de fe en la divina providencia,

Murió en 1589, fue beatificado por el Papa Benedicto XIV en 1743 y el Papa Pío VII lo canonizó el 24 de mayo de 1807. Su festividad se celebra el 4 de abril y es copatrón de Palermo junto con Santa Rosalía.


4. San Carlos Lwanga y compañeros mártires de Uganda

Carlos Lwanga, José Mkasa, junto a 20 compañeros, fueron martirizados entre 1885 y 1887 en Uganda por haber formado parte de la sociedad de los Misioneros de África, conocida como los Padres Blancos, que se encargó de la evangelización de ese continente durante el siglo XIX.

El líder de la comunidad católica, que para entonces tenía unos 200 miembros, era un joven de 25 años llamado José Mkasa (Mukasa) que trabajaba como mayordomo de la corte del rey Muanga.

José fue quemado el 15 de noviembre de 1885 por confrontar una decisión del soberano. Antes de fallecer, el joven dijo a sus verdugos: “un cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir”.

En mayo del año siguiente, los cristianos, ahora a cargo de Carlos Lwanga fueron capturados y llevados ante el rey, que les preguntó si tenían la intención de seguir profesando su fe, a lo que respondieron “¡Hasta la muerte!”.

El 3 de junio de 1886 doce de ellos fueron quemados vivos y otros 10 cristianos fueron descuartizados. Los 22 mártires fueron beatificados el 6 de junio de 1920 por el Papa Benito XV. Posteriormente fueron canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964.


5. Beato Cyprian Michael Iwene Tansi

Cyprian Michael Iwene Tansi nació en 1903 en Igboezunu al sur de Nigeria. A pesar de la desaprobación de sus padres, ingresó al seminario de Igbarian en 1925 y se consagró sacerdote en 1956.

El P. Tansi fue una persona cercana al pueblo, estuvo principalmente atento a la pastoral de la familia, donde trabajó para asegurarse que las parejas llegaran bien preparadas al Matrimonio y promovió la castidad.

El sacerdote también luchó por el acceso a la educación de las mujeres jóvenes, animó a las personas a recibir el Sacramento de la Reconciliación y nutrir sus vidas por la Palabra de Dios y la Sagrada Comunión.

Fue enviado a la abadía cisterciense de Mount Saint Bernard (Inglaterra) para seguir la vocación monástica y así devolver la vida contemplativa a África. En 1964, cerca de regresar a Camerún para formar la nueva comunidad, falleció de un aneurisma aórtico.

Fue beatificado por San Juan Pablo II el 22 de marzo de 1998 y es el primer beato de Nigeria.


6. Beato Tshimangadzo Samuel Benedict Daswa

Tshimangadzo Samuel Daswa nació el 16 de junio de 1946 en la tribu Lemba en la diócesis de Tzaneen, fue bautizado el 21 de abril de 1963, a los 16 años de edad con el nombre de Benedict.

Daswa fue director de la escuela primaria del pueblo de Nweli, catequista, promotor de obras de caridad y reconocido por su vida de oración, su generosidad y bondad; rasgos que también demostró con su esposa, Shadi Eveline Monyai, una luterana que se convirtió al catolicismo, y sus ocho hijos.

El 2 de febrero de 1990, fue emboscado cuando viajaba en su automóvil, como represalia por negarse a pagar dinero al consejo de ancianos que pensaba acudir a un brujo por una serie de fuertes temporales en la aldea.

Daswa escapó, pero ante la amenaza de matar a la mujer que lo escondía, se entregó a sus asesinos diciendo: “Padre recibe mi espíritu”. Fue asesinado cruelmente, momento en que él oró de rodillas.

Daswa fue beatificado por el Papa Francisco el 13 de septiembre de 2015 y es el primer beato de Sudáfrica. 

miércoles, 28 de julio de 2021

JOVEN LEVANTA DOS MEDALLAS EN LAS OLIMPIADAS, EL ORO Y LA MEDALLA MILAGROSA


 

Joven levanta dos medallas en las olimpiadas, el oro y la medalla milagrosa

POR HARUMI SUZUKI | ACI Prensa


La levantadora de pesas Hidilyn Diaz pasó a la historia al ganar la primera medalla de oro en la historia de Filipinas. Ella recibió la presea dorada de las olimpiadas acompañada de la Medalla Milagrosa, que muestra su fuerte fe católica.

La joven de 30 años participó en halterofilia en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, ganando el primer puesto en la categoría de -55 kg con récord Olímpico, al levantar un total de 224 kg (97 kg en arranque y 127 a dos tiempos).

Diaz recibió la medalla de oro llevando la Medalla Milagrosa en el cuello y luego de escuchar con emoción el himno nacional de Filipinas, levantó el dedo señalando al cielo, agradeciendo a Dios por este logro.

En una entrevista a Philstar luego de la premiación, la joven originaria de Zamboanga, agradeció a Dios y a todos los que oraron por ella.

“No puedo creer que mi nombre esté en el récord olímpico. Estoy realmente agradecida. Dios es grande. Dios es grande”, agregó.

El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas (CBCP) y Arzobispo de Davao, Mons. Romulo Geolina Valles, indicó en un comunicado que la Iglesia en el país felicita con “gran orgullo y alegría” a la joven por su “actuación histórica”.

“En nombre de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas, extiendo mi mayor gratitud a Hidilyn por traer honor a nuestro país con su determinado espíritu y pasión interminable” por el deporte, resaltó.

Mons. Valles señaló que su victoria fue capturada en fotos donde luce la “Medalla Milagrosa de Nuestra Señora en su pecho” y subrayó que admiran “su devoción a la Santísima Madre mientras llevaba en su victoria su gran fe en Dios”.

“Hidilyn es una verdadera levantadora de pesas que saca su fuerza de su amor por el país y su profunda fe católica”, agregó.

En una conferencia de prensa, Diaz indicó que la medalla milagrosa se la regaló un amigo, con el que rezó “la novena durante 9 días antes de mi competencia”.

“Es un signo de su fe y mi fe en Mamá María y Jesucristo”, añadió.

En 2018, la joven fue invitada a dar su testimonio durante la 5ta Conferencia Filipina sobre la Nueva Evangelización, donde compartió cómo su fe la ayudó a superar varios desafíos que atravesó durante su vida como atleta.

“Sentí un vacío, no entendía cuál era el propósito de mi vida y por qué practicaba levantamiento de pesas. Ese tiempo también fue mi viaje con Dios donde llegué a conocerlo personalmente. Aprendí a orar porque antes no sabía cómo hacerlo. Luego le confié todo a Dios porque entendí que hay un propósito por el que estoy aquí, por qué estoy en el levantamiento de pesas”, indicó.

jueves, 4 de febrero de 2021

ME HAN DIAGNOSTICADO CÁNCER - TESTIMONIO

 



Me han diagnosticado cáncer

Postrada en la cama he pensado mucho en ti. No te entiendo. Pero voy entendiendo que lo que vale realmente es la vida, y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.


Por: P. Felipe Santos 



Hola Jesús,

Señor, buenas noches. No sé si son buenas. Me han diagnosticado esta mañana un cáncer. Mi familia está hundida. No se lo quiere creer. Esta noche, sin poder conciliar el sueño, me dirijo a ti como el salmista: "Estoy agotada de gemir, de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas".

Me rebelo contra ti. ¿Por qué has permitido que me entre esta enfermedad tan temible? ¿No eres tú el Dios de la vida y del amor? ¿Cómo es posible que me toque a mí, tan joven y con el mundo abierto a la ilusión? ¿Por qué mis padres lloran tanto y no encuentran consuelo? Esta vez, Señor, me la has jugado bien.

Mi conciencia se ha oscurecido ante la sombra maldita de este mal que corroe mi salud poco a poco. Me cuesta mucho salir de esta situación. Me abruma la pena, el desconcierto. Ni siquiera mis padres aceptan las palabras del doctor.

¿Qué hacer?, me pregunto en estas duras horas de soledad. Tan sólo me han dado unos meses de vida. No me lo puedo creer. Y así me tienes, postrada en la cama. He pensado mucho en ti. Demasiado. No te entiendo. Pero al dirigirme a ti con las palabras de tu salmo, voy entendiendo y aceptando que lo que vale realmente es la vida. Y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.

Ahora más que nunca, Señor, entiendo tu muerte en la cruz. Desde ella contemplo mi cuerpo agotado y unido al tuyo en la cruz. Desde ella percibo en mi cuerpo débil que estoy llamada a estar contigo, tras mis pocos años pasados aquí con mis padres, mi familia y mis muchas amistades. Ahora, cuando la luz del sol ha abierto sus puertas a la naturaleza, me doy cuenta de que si no acepto esta realidad de mi futura muerte, todo será inútil. Y, sin embargo, sé que mis sufrimientos unidos a los tuyos, servirán para la purificación de otros seres humanos que, con el mismo mal, se debaten y se quedan obnubilados ante la desgracia que azota sus propias carnes.

Yo, no obstante, Señor, tras esta noche pasada en blanco, me siento, en este bello amanecer, más tranquila. Me he preguntado durante estas horas el camino que debía elegir. ¿Desesperarme? ¿Caer en depresión?... He leído despacio algunos salmos. El 7 me ha impactado de tal manera que he encontrado en él un consuelo y una paz que no esperaba. “Señor, mi refugio y mi escudo”.

En tus palabras he visto, no su significado externo, sino el interno. Ahora que me encuentro sumida en una dificultad real y grave, anhelo con toda mi alma que me des fuerzas para afrontarla. No quiero otra cosa que ponerme en tus manos. Mi idea sería que me curaras, pero en tus manos anhelo que sea tu voluntad la que se cumpla y no la mía. Ya sabes que me gustaría ver mis cosas a mi modo. Sin embargo, deseo aprender en este tiempo a verlas como tú las ves.

Pero ten en cuenta, Señor, que voy a luchar con todas mis fuerzas y la ayuda de la ciencia para que mi mal, si es tu voluntad, desaparezca de mi cuerpo joven, atenazado por el aguijón de la muerte futura próxima.

Quiero agradecerte los años que me has concedido de vida en este mundo. A ti, el primero, y después a todos cuantos han hecho de mí una persona creyente. Esta fe me lanza a ver en mi cáncer una manifestación del dolor que sufre el mundo. Un dolor que, unido al tuyo y al de la toda la humanidad, hará que mi alma y mi persona entera se purifiquen como el oro en el crisol.

No permitas, Señor, que mis seres queridos se entristezcan. Mi vida , como la de todos los seres humanos, es un lento morir a las realidades de este mundo físico para entrar en el celestial. Ahora me doy cuenta de que todo afán y todo cuanto hacemos en esta vida material debe tener como norte y fin el encuentro contigo, cuando tú lo digas, cuando llegue tu hora.

Quisiera que mi último suspiro fuera decirte “qué admirable es tu nombre en toda la tierra”.

Con esta fe, esperanza y amor, manténme alegre, incluso en el dolor y con mi “hermano el cáncer.”

Gracias, Señor por leer esta carta desde mi cruz del sufrimiento que me une a ti y a todos los sufrientes de esta humanidad.


Te quiere mucho, María del Mar, 20 años 

jueves, 8 de octubre de 2020

SACERDOTE QUE ATIENDE A ENFERMOS DE COVID: TODOS LOS DÍAS VIVO UN PEQUEÑO MILAGRO

 


Sacerdote que atiende a enfermos de COVID: “Todos los días vivo un pequeño milagro”

Redacción ACI Prensa

Crédito: Ayuda a la Iglesia Necesitada.



El P. Grzegorz Draus atiende a los enfermos de COVID-19 en un hospital en la ciudad de Lviv (Ucrania), para ello se viste cada día con un traje de protección para evitar el contagio del coronavirus que contiene 14 elementos diferentes.

Desde hace 9 años vive Lviv (Ucrania), uno de los centros culturales, científicos e industriales más importantes del país. Tan sólo en esta región hay más de 3 mil infectados, 700 internados y casi 100 fallecidos por el coronavirus. 

Por eso desde el inicio de la pandemia en Ucrania visita a los enfermos de COVID-19 en el hospital dos veces por semana. “Desafortunadamente, debido a otros trabajos parroquiales, me es imposible visitarlos con más frecuencia,” comenta a la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada.

En el hospital, siempre sobre el traje de protección, el P. Grzegorz se pone la estola que “simboliza, con toda su fuerza, la vocación del sacerdote: pastor que si es necesario lleva a sus ovejas sobre sus hombros y guía que conduce a las almas hacia la vida eterna”, apuntan desde esta fundación pontificia.

Según explica el sacerdote pasa más de 8 horas dentro de este “uniforme”, y cuando pasa de una unidad del hospital a otra debe cambiar parte del equipamiento y desinfectarse con un líquido especial.

Y es que en el hospital, todos los que trabajan con pacientes con COVID-19 están sometidos a grandes medidas de seguridad, también el P. Grzegorz ya que se pretende evitar lo que sucede en otros hospitales que sufren “muchos contagios también entre los médicos porque no tienen tantas medidas. Pero no se puede bajar la guardia, la enfermedad está en todas partes. Me hice la prueba dos veces y gracias a Dios: estoy sano”.

“Para mí, lo más difícil es trabajar a pesar de la humedad y el sudor porque se empaña todo y casi no se ve nada. No puedo imaginar cómo trabajan las enfermeras en tales condiciones, no es fácil. Sin embargo, tienen que hacer su trabajo, como poner inyecciones”, explica el sacerdote.

Por su parte, visita “cada habitación, les bendigo, hablo con los enfermos e intento dar buenas noticias. Les hablo del amor de Dios”.

“Los enfermos tienen una fe fuerte. Les digo que Jesucristo está muy unido a ellos en la cruz, sufrió los mismos síntomas que sufren los que padecen esa enfermedad como las dificultades para respirar” y también intenta animarles porque “lo más difícil son las consecuencias y los problemas que conlleva y afectan a los demás: hospitalización, aislamiento. Algunos pueden sentirse culpables”.

El Padre Grzegorz escucha las confesiones de los que quieren y distribuye la sagrada comunión. Sin embargo, por las regulaciones sanitarias no puede consumir el resto de las formas consagradas ni guardarlas o conservarlas en ningún sitio pero, según afirma, “todos los días vivo un pequeño milagro, la cantidad de personas que participan en la comunión es igual a la cantidad de hostias que traigo conmigo”.

Este sacerdote también asegura que siempre tuvo claro que seguir la llamada de Dios al sacerdocio iba a ser una actividad fascinante y recuerda las palabras de un amigo cuando le dijo que quería ser sacerdote “para sacrificarse para servir a los pobres”.  A lo que su amigo le contestó: “Dios no necesita tu sacrificio, sino tu amor”.

Asegura también que desea seguir el ejemplo de santa Teresa de Calcuta “que solo dormía 4 o 5 horas porque estaba llena de ardor en su actividad, ella amaba lo que hacía. Yo también quiero amar lo que hago de esa manera, hasta el final.”

Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) sostiene a sacerdotes ucranianos durante la pandemia de coronavirus a través de la campaña “Las víctimas invisibles de la pandemia” con la que envían equipos de protección necesarios como máscaras, guantes, antiséptico, etc. a 3.478 sacerdotes, 92 seminaristas y 1.000 miembros de comunidades religiosas para que puedan protegerse adecuadamente y evitar la diseminación de la infección.

viernes, 4 de septiembre de 2020

ENFERMERO QUE LUCHÓ CONTRA PANDEMIA CUMPLE PROMESA HECHA A LA VIRGEN DE LOURDES


Enfermero que luchó contra pandemia cumple promesa hecha a la Virgen de Lourdes
Redacción ACI Prensa
 Créditos: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)



Un enfermero que ayudó a los pacientes con COVID-19 a conectarse con sus familiares en medio de la soledad del hospital, logró cumplir la promesa que le hizo a la Virgen de Lourdes y agradecerle por su ayuda.

Luigi is a nurse who has used technology to help family members connect to hospitalized loved ones amid the pandemic. He promised Our Lady of Lourdes that he would visit the shrine when things calmed down. Luigi kept that promise, & @EWTNVatican's @AlanHoldren shares his story. pic.twitter.com/0FWMeKvtWX

— EWTN News Nightly (@EWTNNewsNightly) August 29, 2020
El enfermero italiano Luigi, de 39 años, ha trabajado por los últimos seis meses en un hospital en Roma, donde con un traje de bioseguridad que lo cubre de pies a cabeza daba ánimos a los pacientes y los ayudaba a hablar con sus seres queridos.

Durante el peor momento de la pandemia en Italia, Luigi hacía videollamadas para que los enfermos con coronavirus pudieran ver a sus familiares, en lo que tal vez sería la última oportunidad para decir adiós.


El enfermero indicó a EWTN News Nightly que ver a Cristo en las personas que atendía lo ayudó a seguir adelante y señaló que espera haber sido un buen samaritano para ellos.

La semana pasada, Luigi cumplió con la promesa que le hizo a la Virgen María de acercarse al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia cuando la situación creada por la pandemia se calmara.

El enfermero fue parte de la primera peregrinación organizada por la Diócesis de Roma desde que empezó la emergencia sanitaria por el COVID-19. 

Esta iniciativa fue dirigida por el Vicario de la Diócesis de Roma, Cardenal Angelo de Donatis, quien indicó a ACI Prensa que el objetivo de la peregrinación fue “confiar a la Inmaculada toda la situación que estamos viviendo” en el contexto de la pandemia de coronavirus.

El grupo de la Diócesis de Roma estaba formado por 184 personas. Entre ellos, 40 sacerdotes, los Obispos auxiliares Mons. Paolo Ricciardo y Mons. Guerino di Tora, el Obispo de Trapani Mons. Pietro Maria Fragnelli y el Arzobispo Mons. Piero Marini, presidente del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos Nacionales.

Los peregrinos emprendieron el viaje el 24 de agosto y vivieron cuatro días de oración bajo los protocolos de seguridad para evitar el contagio del virus.

Luigi señaló que su visita no fue para pedir nada, sino para agradecerle a la Virgen por su ayuda.

lunes, 6 de julio de 2020

SACERDOTE RELATA SU EXPERIENCIA SIRVIENDO A ENFERMOS POR COVID 19


Sacerdote relata su experiencia sirviendo a enfermos por COVID-19
Redacción ACI Prensa
 Crédito: ACN.




Un sacerdote polaco, admirador de Santa Teresa de Calcuta, relata su experiencia llevando salud corporal y espiritual a los pacientes con COVID-19 en un hospital de Ucrania.

El P. Grzegorz Draus es un sacerdote católico de Lublin (Polonia), que desde hace nueve años ejerce su ministerio en la ciudad de Lviv o Leópolis (Ucrania), y que hoy tiene la especial misión de cuidar el cuerpo y el alma de los pacientes con COVID-19 de un hospital local.

A la fecha, la ciudad de Leópolis, uno de los centros culturales, científicos e industriales más importantes del país, registra más de tres mil fallecidos, 700 internados y casi 100 fallecidos por el nuevo coronavirus.

“Desafortunadamente debido a otros trabajos parroquiales, me es imposible visitarlos con más frecuencia”, dijo el P. Draus a la fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) y explicó que por la necesidad de realizar otras labores en la parroquia, visita el hospital solo dos días a la semana.

En cada visita, el P. Draus ingresa vestido con 14 elementos de protección como los médicos, enfermeras y personal sanitario, pero se distingue de ellos por la estola que porta en el cuello, que si bien antes pasaba inadvertida por lo habitual, hoy simboliza, con toda su fuerza, la vocación del sacerdote.


“Estoy ocho horas dentro de este ‘uniforme’ que se compone de 14 partes diferentes. Cuando voy de una unidad del hospital a otra, debo cambiar parte del equipamiento y desinfectarme con un líquido especial”, dijo el sacerdote a ACN.

Debido al alto riesgo de contagio, el sacerdote toma con responsabilidad su propio cuidado en cada visita y felizmente hasta la fecha no ha contraído el virus. “En otros hospitales, hay muchos contagios también entre los médicos porque no tienen tantas medidas. Pero no se puede bajar la guardia, la enfermedad está en todas partes. Me hice la prueba dos veces y gracias a Dios: estoy sano”.

El P. Draus también señaló su admiración por el trabajo de las enfermeras, pues ha podido experimentar la gran dificultad de realizar su servicio cuando utiliza el traje de protección del virus.

“Para mí, lo más difícil es trabajar a pesar de la humedad y el sudor porque se empaña todo y casi no se ve nada. No puedo imaginar cómo trabajan las enfermeras en tales condiciones, no es fácil. Sin embargo, tienen que hacer su trabajo, como por ejemplo, poner inyecciones”, dijo.

El sacerdote dijo que en cada servicio, visita a los enfermos en sus habitaciones, les da la bendición, conversa con ellos, les habla sobre el amor de Dios y trata de darles buenas noticias; pero también confiesa lo complicado que sería para él padecer la enfermedad.

“Yo no estoy enfermo de COVID, Dios sabe que sería demasiado difícil para mí. Los enfermos tienen una fe fuerte”, dijo. Además del sufrimiento físico, “lo más difícil son las consecuencias y los problemas que conlleva y afectan a los demás: hospitalización, aislamiento. Algunos pueden sentirse culpables”, añadió.

Algo que el P. Draus le recuerda a los pacientes que visita es que Cristo sufrió los mismos síntomas que ellos sufren: “Dificultades para respirar” y que “Jesucristo está muy unido a ellos en la cruz”. Además, para fortalecer su alma, los confiesa y les distribuye la sagrada Comunión.

Debido a las regulaciones sanitarias en el hospital, no es posible consumir las hostias consagradas que no se lleguen a brindar, ni tampoco es posible guardarlas o conservarlas en ningún sitio; sin embargo, el sacerdote no ha tenido que afrontar esta situación.


“Todos los días vivo un pequeño milagro, la cantidad de personas que participan en la comunión es igual a la cantidad de hostias que traigo conmigo”, dijo el P. Draus.

Para el P. Draus, llevar su ministerio de esta forma antes habría sido impensable, pero siempre tuvo claro que seguir su vocación sacerdotal sería una “actividad fascinante”.

El sacerdote contó que cuando era un joven adolescente le dijo a su amigo “que quería sacrificarse para servir a los pobres”, pero él le respondió que Dios no necesita su sacrificio, sino su amor. Ahora, en sus casi 25 años como sacerdote, no lamenta “ni un solo día” su ordenación y afirma que su único deseo es seguir el ejemplo de Santa Teresa de Calcuta.

La santa servía a los pobres y a los necesitados y “solo dormía 4 o 5 horas porque estaba llena de ardor en su actividad: ella amaba lo que hacía. Yo también quiero amar lo que hago de esa manera, hasta el final”, afirmó el sacerdote polaco.

ACN apoya la misión de sacerdotes que cuidan de los más necesitados de la pandemia. Por ello, enviará equipos de protección personal como máscaras, guantes, antisépticos y otros, a 3.478 sacerdotes, 92 seminaristas y mil miembros de comunidades religiosas para que puedan protegerse en su servicio y evitar la expansión del coronavirus.

jueves, 21 de mayo de 2020

SACERDOTE MEXICANO QUE SOBREVIVIÓ A COVID19: DIOS ACTÚA EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO


Sacerdote mexicano que sobrevivió a coronavirus: Dios actúa en medio del sufrimiento
Redacción ACI Prensa




El P. Antonio Pérez Hernández, sacerdote de la Arquidiócesis de Tlanepantla (México), compartió recientemente su experiencia de sobrevivir al COVID-19, y aseguró que “Dios actúa en medio de todo este dolor y sufrimiento”.

En un video publicado por la Arquidiócesis de Tlanepantla, el P. Pérez Hernández recordó que fue hospitalizado en un centro médico público y le tocó compartir habitación con otros enfermos, algunos de los cuales fallecieron.

“Cuando estuve en este lugar, llegó un momento en que yo sí sentí como que Dios me podría llamar a su presencia. Y es entonces cuando tú descubres el abandono, el abandono total de decirle al Señor: ‘Aquí estoy, si me quieres llamar estoy dispuesto, si me quieres dejar también estoy dispuesto. Solamente te pido que por favor me des la fortaleza para dar la absolución y atender a mis hermanos que están padeciendo la enfermedad igual que yo’”.

El sacerdote mexicano calificó su experiencia como “hermosa”, pues “sentí la presencia amorosa de Dios, sentí como Dios estaba dándome una libertad plena”.

Desde que llegó al hospital, se presentó como sacerdote y dio la absolución a los enfermos que lo requerían.


“Me tocó ver morir a cuatro personas”, recordó, pero destacó que tras darles la absolución pudo ver que “estaban confortados, estaban en paz”.

El P. Pérez Hernández aseguró que “todos necesitamos a Jesús”, incluso “como sacerdote lo necesité. Lo descubrí en Cristo enfermo”.

“Entendí el significado del lavatorio de los pies como servicio”, destacó.

Fruto de la constante oración, recordó, llegó un momento en que la habitación que compartía con otros enfermos de COVID-19 “se convirtió en un lugar de paz”, donde “se sentía la presencia de Dios”.

Sin embargo, el sacerdote es claro en lo que se puede ver en los hospitales que atienden a enfermos de coronavirus: “Ese es un campo de guerra, donde hay muchos caídos, donde hay gente que está sufriendo mucho”.

Pero en ese ambiente, indicó, hay “personas que se encontraron con Cristo en ese momento, y que me decían cuando me dieron de alta, porque fue de sorpresa el alta, ‘padre lo vamos a extrañar, usted nos dio esperanza, usted nos hizo sentir a Cristo en medio de todo esto’”.

“Yo les decía: ‘Pues Cristo se va a quedar con ustedes. Me voy yo, pero se queda Cristo. Dios no los está dejando solos”.


Para el sacerdote mexicano, a través de esta enfermedad “Dios está sanando a nuestros corazones, Dios nos está haciendo ver lo verdaderamente importante”.

“Los que estábamos ahí no teníamos contacto con familia. Los que murieron, murieron sin tener un contacto con la familia”, recordó, por lo que subrayó la importancia de “valorar la presencia de la familia, valorar a los amigos, valorar la vida”.

“Llega un momento en que solamente tienes tu bata, no tienes nada”, dijo, pero en ese momento “vives ese abandono de decirle al Señor: ‘Señor, te tengo a ti. ¿Qué más quiero si te tengo a ti?’”.

El P. Pérez Hernández agradeció también las oraciones que sacerdotes y fieles realizaron por su recuperación, y les pidió “que sigan orando por todos los enfermos de COVID, por los que se han quedado sin empleo”.

También animó a rezar “por los médicos, enfermeras, y demás trabajadores de la salud que en verdad están luchando mucho contra esta enfermedad. Y que con los pocos recursos que tienen, y a veces con carencias, hacen maravillas con tal de vencer todo esto”.

domingo, 10 de mayo de 2020

JOVEN CATÓLICA PINTA A LA VIRGEN MARÍA EN ACERA PARA DAR ESPERANZA EN CUARENTENA


Joven católica pinta a la Virgen María en acera para dar esperanza en cuarentena
Redacción ACI Prensa
María Loh y su pintura de la Virgen María Crédito: Diócesis de Fargo, Dakota del Norte, Estados Unidos




Una adolescente católica artista dibujó y pintó una imagen de la Virgen de Lourdes en la acera de entrada a la casa de sus padres durante la cuarentena, para dar fe y esperanza a sus vecinos ante la emergencia sanitaria por el coronavirus COVID-19.

El 4 de mayo la Diócesis de Fargo, ubicada en Dakota del Norte (Estados Unidos), publicó en Facebook una fotografía donde se aprecia un dibujo de la Virgen de Lourdes hecho con tizas en la acera y a su creadora de 17 años, María Loh.

En declaraciones a CNA del 7 de mayo, la joven artista católica dijo que disfrutó mucho la experiencia de poder compartir su fe y arte con los vecinos de Fargo, el lugar donde creció.

“Tener la posibilidad de interactuar con personas cuando pasaban fue muy conmovedor, porque mucha gente nunca había visto el arte de la acera en la localidad. Por ello, poder compartir este tipo de experiencia fue muy, muy bueno”, dijo Loh a CNA.


Loh también contó que recientemente se ha inspirado en el arte de la tiza y la pintura al pastel, pues tienen colores hermosos y vibrantes. La joven también contó que ha dibujado en las aceras otras pocas veces, en las que dibujó dos imágenes de la Virgen de los Lirios y de La Piedad, de William Adolphe-Bouguereau.

Su más reciente dibujo hecho con tiza es la de la Virgen de Lourdes de Héctor Garrido, una imagen que vio en un imán del refrigerador de sus abuelos desde niña. Loh confesó que la imagen siempre ha sido una inspiración y que se decidió a reproducirla después de que el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes de Francia cerró temporalmente debido a la pandemia del COVID-19.

“Escuché que el santuario había sido cerrado temporalmente al público, y recuerdo… pensar que era muy triste porque especialmente en este momento, realmente estamos buscando curarnos en más de una manera: física, mental y espiritualmente”, señaló Loh.

“Verdaderamente sentí como si la gente no fuera capaz de experimentar eso. Así que sentí que dibujar a Nuestra Señora de Lourdes sería una buena forma de recordarle a la gente que la Virgen de Lourdes está con nosotros, incluso si no podemos ir a su santuario”, añadió.

La joven artista señaló que creció en una familia católica y es la mayor de cinco hermanos. Además, que ha estado involucrada en proyectos de arte y dibujo durante toda su vida y que ha sido inspirada en su fe y el arte religioso en las iglesias.

“Veo nuestra fe tan preciosa… especialmente en la forma de la Eucaristía, el cuerpo y la sangre reales de Cristo. Creo que somos muy bendecidos de tener esto en nuestra fe. Esto ha impactado mucho en mi vida mientras crecía”, dijo Loh.

Loh reveló que mientras trabajaba en la pieza, la mayoría de los transeúntes no sabían quién era la dama de la imagen y dijo que tiene esperanza en que esta ayudará a recordar a la gente sobre María y la belleza de la Iglesia, que para ella es una poderosa atracción para la fe.

“Una cosa que espero que evoque este tipo de arte e imagen es el deseo de saber quién es María y cuán rica es nuestra fe… Todo el bello arte que se puede ver en las iglesias católicas, especialmente en Roma, tiene una belleza casi trascendental que atrae a la gente a la fe y los acerca a conocer cosas que nunca antes habían soñado”, señaló.

Indicó que cuando termine su tercer año de secundaria, verá la posibilidad de estudiar en la Escuela de Arte después de graduarse, y aunque todavía no está segura sobre su futuro, dijo que no abandonará el arte pronto.

“Definitivamente puedo ver [la escuela de arte] como una posibilidad. Tendré que pasar un tiempo, especialmente con Dios, tratando de descubrir qué quiere que haga; pero no creo que el arte se aleje de mi vida pronto”, concluyó.

Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.

viernes, 8 de mayo de 2020

COVID-19: TESTIMONIO DE ENFERMERA QUE ATIENDE A PACIENTES, NO SOLO ES CIENCIA, TAMBIÉN ES COMPASIÓN


Enfermera que atiende a pacientes con COVID-19: No es solo ciencia, también es compasión
Redacción ACI Prensa




Maria Arvonio, una enfermera católica y miembro del directorio de la National Association of Catholic Nurses USA, afirmó en la Casa Blanca que atender a enfermos de coronavirus “no es solo cuestión de nuestra ciencia, sino de nuestra compasión”, en un evento realizado el 6 de mayo y que contó con la presencia del presidente Donald Trump.

En el evento, Arvonio recordó cómo fue atender al primer enfermo de coronavirus en la Unidad de Cuidados Intensivos en el Virtua Willingboro Medical Center en New Jersey, donde trabaja supervisando el turno de noche. “La paciente estaba muy asustada, hubieran visto su cara”, dijo, considerando que el área donde está el centro de salud “es una zona complicada”.

La enfermera dijo que con todo el equipo que utilizan para protegerse del contagio “parece que nos estamos yendo a la luna”, y comentó que tocó la mano de esta paciente y le dijo que todo iba a “estar bien”.

“Ella no terminó en el ventilador, la pudimos sacar de ahí. Sé que es una cuestión de oración. Sé que es la compasión de la enfermera. No es solo cuestión de ciencia sino de nuestra compasión”, dijo.


Arvonio habló directamente con el presidente Trump en la Casa Blanca en la celebración del Día Nacional de las Enfermeras. También estuvo presente el vicepresidente Mike Pence, el secretario de salud, Alex Azar, entre otros.

“Esto es realmente el peor ataque que hemos tenido. Es peor que Pearl Harbor. Esto es peor que lo del World Trade Center. Nunca hemos tenido un ataque así”, dijo Trump en el evento.

El presidente declaró el Día Nacional de las Enfermeras, considerando que “reflejan el carácter de América y muestran la incansable capacidad del espíritu humano. Estas cuidadores destacados demuestran su experiencia profesional, su dedicación desinteresada, su gran compasión y fuerza”.

Maria Arvonio también dijo en el evento que “en estos años en los que he cuidado pacientes con enfermedades contagiosas”, nunca había visto una como el coronavirus que es la más “preocupante” de todas.

“Sin embargo, yo y las hermosas enfermeras con las que tengo la bendición de trabajar, siguen trabajando con la misma dedicación y amor por sus pacientes sin importar este virus mortal”, agregó.

Sophia Thomas, presidenta de la American Association of Nurse Practitioners se refirió por su parte a la falta de equipamiento de protección del personal de salud en el país. Thomas dijo que ha estado usando la misma mascarilla N95 durante varias semanas.

En Estados Unidos hay casi 1.3 millones de casos de coronavirus y más de 76 mil fallecidos.

martes, 28 de abril de 2020

ESTE SEMINARISTA ERA MÉDICO Y HA VUELTO AL HOSPITAL PARA AYUDAR A AFECTADOS POR COVID 19


Este seminarista era médico y ha vuelto al hospital para ayudar a afectados por COVID
Redacción ACI Prensa




Abraham Martínez Moratón es seminarista y médico. Cursa el primer curso en el Seminario San Fulgencio, en la diócesis de Cartagena, Murcia (España), pero cuando se decretó el Estado de alerta en España pidió permiso al rector del seminario para ponerse a disposición del Servicio Murciano de Salud y volver al hospital para luchar contra el COVID. 

Según precisan desde la Diócesis de Cartagena al decretarse el estado de alarma el pasado 15 de marzo, los seminaristas fueron enviados a sus casas durante un tiempo.

Sin embargo, él pidió permiso al Rector para ponerse a disposición del servicio Murciano de Salud y por eso se puso en contacto con el Hospital Reina Sofía para ponerse a disposición de sus antiguos jefes y comenzó a trabajar el 16 de marzo en el centro de Salud de Monteagudo.

Según explicó Abraham fue una “bendición ir todos los días a trabajar y, por la carretera de Alicante, divisar el Cristo de Monteagudo. Fue un ‘regalazo’ conocer a todo el personal, hicimos un trabajo en equipo muy bueno”.

En la localidad de Monteagudo estuvo unas semanas y posteriormente fue trasladado al Centro de Salud del barrio del Carmen de Murcia.

Allí se encontró con algunos de sus antiguos compañeros que quedaron sorprendidos al verle de nuevo. “Al verme me dijeron: Esto es un espejismo, ¿tú no estabas en el seminario?”, asegura.

Durante estas semanas Abraham ha compaginado sus estudios de Teología, con la actualización de los conocimientos de medicina y todo lo relativo al Covid-19.

Asegura que esta vuelta al campo sanitario le ha permitido tener más presente “la santificación día a día, ver en los pacientes el rostro de Cristo y rezar más por ellos”.

Y también ha reforzado su vocación porque, según afirmó: “Quiero ser discípulo de Jesús, él que es el médico de los cuerpos y las almas”.

De hecho, afirma que su vocación siempre ha sido la de ayudar a los demás, y por eso siempre quiso ser médico. Se formó en la Universidad de Murcia e hizo la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. 

“Yo le decía a Dios: Si ya te estoy ayudando a través de la medicina ¿para qué más cosas? Pero también es cierto que siempre le he dicho, y le sigo diciendo, que lo que él quiera para mí. Me dio muchas pistas y me decía alto y claro, con señales luminosas, que mi camino era el seminario. Así, me fui inundando y enamorando tanto de él que tuve que decirle: Vale, Señor, me has robado el corazón, no me siento digno de este camino, pero si es lo que quieres…”, aseguró.

martes, 11 de febrero de 2020

EL MILAGRO DE LOURDES QUE CONVIRTIÓ A UN PREMIO NOBEL


El milagro de Lourdes que convirtió a un Premio Nobel
ALEXIS CARREL




Él aceptó ir a Lourdes pensando que comprobaría personalmente la falsedad de los supuestos milagros – pero terminó presenciando uno de ellos


Desde la primera aparición de la santísima Virgen María a la niña francesa Bernadette Soubirous, el agua de la gruta de Lourdes ha sido fuente de curaciones milagrosas, tanto para quien ha visitado la gruta como para quien ha usado el agua en lugares distantes.
Desde la época de Bernadette, se han contado más de 7.000 curaciones milagrosas al Departamento Médico de Lourdes por peregrinos que han visitado el santuario. Este número no ha incluido los casos ocurridos fuera de Lourdes.


Había tantas curaciones supuestamente asociadas al agua y a la gruta de Lourdes que la Iglesia católica decidió crear el Departamento Médico de Lourdes, constituido y dirigido por médicos y científicos.

El objetivo del “Bureau”, como también es llamado, es evaluar los supuestos casos milagrosos y verificar, entre otros criterios, si la curación en cuestión fue casi instantánea, si la salud restablecida se mantuvo durante todo o el resto de la vida y si la curación es científicamente inexplicable.

El Bureau está constituido por 20 médicos y científicos. Sus informes están abiertos a cualquier médico o científico que quiera hacer su propia investigación particular o contestar cualquier caso específico reconocido como “milagroso”.



Uno de los casos más significativos registrados en Lourdes fue la curación de Marie Bailly, testimoniada por un médico entonces agnóstico, el Dr. Alexis Carrel. Él mismo terminó convirtiéndose a la fe católica después de estudiar la inexplicable curación que había presenciado.


El milagro de Marie Bailly
En 1902, un amigo médico del Dr. Carrel lo invitó para ayudar a cuidar de pacientes enfermos que eran transportados por tren de Lyon hasta Lourdes.

Carrel, en aquella época, no creía en los milagros, pero estuvo de acuerdo en ayudar por amistad y por el interés en descubrir las causas naturales que permitían curaciones tan rápidas como las que sucedían en Lourdes.

En el tren, encontró a una mujer llamada Marie Bailly, que padecía peritonitis tuberculosa aguda. Su abdomen estaba considerablemente distendido, con grandes masas duras.

Marie estaba solo parcialmente consciente. Carrel creía que ella moriría muy rápidamente después de llegar a Lourdes, o incluso antes. Otros médicos presentes en el tren estaban de acuerdo con ese diagnóstico.

El tren llegó a Lourdes, Marie fue llevada hasta la gruta, donde tres jarras de agua fueron derramadas sobre su abdomen distendido.

Tras el primer derramamiento, ella sintió un dolor penetrante, que disminuyó después del segundo. Después del tercer derramamiento de agua, ella experimentó lo que describió como una sensación agradable.

Su estómago empezó a aplanarse y su pulso volvió a la normalidad.

Carrel estaba de pie detrás de Marie, junto con otros médicos, tomando notas mientras el agua era derramada sobre su abdomen. Él escribió:

“El abdomen, enormemente distendido y muy duro, empezó a aplanarse. En 30 minutos [la protuberancia] había desaparecido completamente. No se observó ninguna descarga del cuerpo”.

Marie, poco después, se sentó en la cama, cenó (sin vomitar) y, al día siguiente, salió de la cama sola y se vistió. Se subió al tren, se sentó en una de las bancas duras y llegó a Lyon revitalizada.
Carrel siguió interesado en sus condiciones psicológicas y físicas y pidió que ella fuera monitoreada por un psiquiatra y un médico durante cuatro meses.

Después de ese tiempo, Marie se unió a las Hermanas de la Caridad para trabajar con los enfermos y los pobres en una vida bastante ardua. Falleció en 1937, a los 58 años.



La conversión de Carrel
Cuando Carrel fue testigo de ese evento increíblemente rápido y médicamente inexplicable, creyó haber visto lo que las personas llamaban milagro, pero era difícil, para él, apartarse del antiguo agnosticismo escéptico.

Además de eso, él no quería ser testigo, como médico, de un evento milagroso: Carrel sabía que, si el caso se volvía público, su carrera en la facultad de medicina de Lyon se arruinaría.

Pero la curación de Marie Bailly se mostraba tan evidentemente milagrosa, por haber sido tan rápida, tan completa y tan inexplicable, que terminaría volviéndose pública de cualquier forma en los medios de Francia y de todo el mundo.

Los periodistas llegaron a publicar que Carrel no consideraba que la curación hubiera sido un milagro, lo que lo forzó a escribir una respuesta pública.

En su manifestación, el doctor afirmó que un lado, compuesto por creyentes, había llegado demasiado rápido a la conclusión de que había sido un milagro, pero también declaró que el otro lado, compuesto por la comunidad médica, se había rehusado injustificadamente a reconocer hechos que parecían, de hecho (valga la redundancia), milagrosos.

Como Carrel temía, su defensa de la posibilidad de la curación milagrosa de Bailly causó el fin de su carrera en la Facultad de Medicina de Lyon.

Irónicamente, sin embargo, el efecto fue muy positivo para su futuro: se transfirió a la Universidad de Chicago y, después, a la Universidad Rockefeller. Gracias a su trabajo en anatomosis vascular, Carrel recibió nada menos que el Premio Nobel de Medicina de 1912.

Él, incluso, regresó muchas veces a Lourdes y, en una de las ocasiones, fue testigo de un segundo milagro: la curación instantánea de un niño ciego de 18 meses.

A pesar de esos dos milagros que vio con sus propios ojos, Carrel se resistió hasta el 1942 antes de finalmente conseguir afirmar conclusivamente la realidad de los milagros.

En ese año, anunció públicamente que creía en Dios, en la inmortalidad del alma y en las enseñanzas de la Iglesia católica.

Científicos y fe
Más cercano a nuestra época, otro médico premiado con el Nobel de Medicina afirmó:

“Muchos científicos cometen el error de rechazar lo que no entienden. No me gusta esa actitud. Con frecuencia cito la frase del astrofísico Carl Sagan: ‘La ausencia de prueba no es prueba de ausencia’ (…) En cuanto a los milagros de Lourdes que yo estudié, creo que realmente se trata de algo inexplicable (…) No logro entender esos milagros, pero reconozco que existen curaciones que no están previstas en el estado actual de la ciencia”.

Se trata del Dr. Luc Montagnier que, entre otras relevantes contribuciones a la ciencia, se volvió famoso por el descubrimiento del virus VIH.

Según él, es recomendable que los incrédulos, en lugar de promulgar sus propios dogmas de “intelectualidad superior” frente a aquello que no entienden, busquen conocer el asunto con más rigor científico y menos conclusiones precipitadas (y anticientíficas).

De hecho, son miles los informes de “curaciones inexplicables” que suceden todos los años en el santuario mariano de Lourdes, pero son poquísimas las curaciones consideradas efectivamente milagrosas por la Iglesia que, tal vez para sorpresa de muchos, adopta criterios rigurosos en su minuciosa evaluación científica de cada caso.

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Fuente: Aleteia 

miércoles, 5 de febrero de 2020

CUANDO EL PAPA FRANCISCO LLAMÓ A UNJOVEN FOTÓGRAFO DEL VATICANO


“Soy Francisco”: Cuando el Papa llamó a un joven fotógrafo del Vaticano
Redacción ACI Prensa
El Papa Francisco abraza al fotógrafo Daniel Ibáñez. Crédito: Vatican Media





Daniel Ibáñez es un joven fotógrafo que trabaja en la oficina de Roma del Grupo ACI y EWTN. A finales de 2018 tuvo la bendición de recibir una llamada del Papa Francisco, quien lo invitó luego a Misa en la Casa Santa Marta. En esta nota nos cuenta la historia y comparte un proyecto que promueve con las fotos que ha tomado del Santo Padre.

Una mañana de diciembre de 2018, Ibáñez recibió una llamada de un número privado y creyó que podía ser para algún tipo de venta de servicio. Grande fue su sorpresa cuando respondió y oyó una voz que le decía: “Soy Francisco. Recibí tu carta”.

“Me quedé helado porque estaba hablando con el Papa. Y me dijo: ‘Me gustaría que vengas a Misa en la Casa Santa Marta el 20 de diciembre, que será la última Misa (antes de Navidad) que celebraré públicamente en el Vaticano’”, contó el fotógrafo a CNA, agencia en inglés del Grupo ACI.

Ibáñez, de 27 años de edad y el más joven de los fotógrafos permanentes acreditados en la Oficina de Prensa del Vaticano, envió una carta al Papa en octubre de 2018 contándole su experiencia como católico de Palencia (España) que vive y trabaja para una organización católica en Italia. En la misiva también le expresaba su deseo de encontrarse con el Pontífice para poder verlo en otras circunstancias distintas al trabajo de tomar fotos durante viajes y eventos papales.

Durante la llamada telefónica de unos cinco minutos de duración, el Papa le pidió a Ibáñez que lo perdonara por no haber respondido antes y le dio las instrucciones para poder estar en Misa en Santa Marta.

“Me dijo cuatro veces lo que tenía que hacer, como un abuelo, porque no lo estaba entendiendo. Mi cerebro de verdad se congeló… ¡Estaba hablando en mi celular con el Papa!”, relató.   

El 20 de diciembre, el día de la Misa en Santa Marta, se sentó muy atrás, pero los sacerdotes presentes lo hicieron pasar al frente, “el mejor asiento en la perspectiva de un fotógrafo”, dijo.

De la homilía recuerda que el Papa Francisco dijo que “Dios entra en la historia y lo hace en su estilo original: como una sorpresa. Es el Dios de las sorpresas que nos sorprende”.

Luego de la Misa, Daniel Ibáñez pudo conversar personalmente con el Papa. Le dijo que era fotógrafo del Grupo ACI y EWTN, le dio dos fotos que le había tomado, cartas de sus amigos y familiares; incluyendo una de una mujer que la hablaba de un anciano sacerdote retirado en España. Tiempo después el Santo Padre llamó durante casi una hora al presbítero.

El joven fotógrafo también le habló al Papa de una amiga suya, una madre diagnosticada con cáncer terminal. Francisco puso su mano sobre la foto de la mujer y estuvo en silencio unos segundos. Luego dijo: “Siento que es una mujer de mucha empatía, alguien que escucha”.

Después, antes de que el Papa Francisco se retirase, Ibáñez le preguntó si podía darle un abrazo y se abrazaron.

Daniel Ibáñez llegó a Roma para estudiar hace algunos años, pensando en quedarse solo seis meses. Ya han pasado seis años y recuerda un dicho de San Josemaría Escrivá que dice “soñad y os quedaréis cortos”.

“El trabajo es hermoso, incluso si es algo pequeño, pero soy católico y debo decir que soy católico y por encima de todo es un honor hacer este trabajo”, comentó.

“Es cierto que la parte negativa es que (Francisco) es una persona que nunca se cansa. Entonces, si te toca seguirlo, ves que la agenda del Papa es muy complicada, muy compleja también. Eso quiere decir trabajar domingos y feriados”, explicó Ibáñez a CNA.

Finalmente Daniel Ibáñez comentó su último proyecto: un calendario de 2020 con sus fotos, que EWTN obsequia. En cada mes se puede apreciar una fotografía suya en el Vaticano, Roma y otros lugares importantes para los católicos como Tierra Santa o el Santuario de Fátima en Portugal.

El fotógrafo explicó que el calendario ayudará a los fieles a conocer un poco más el Vaticano y la Iglesia, sin necesidad de salir de casa. “Es una forma de hacer presentes estos lugares en los hogares de las familias”.

Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA

martes, 23 de octubre de 2018

EN TU GETSEMANÍ, JESÚS ESTÁ CONTIGO - TESTIMONIO SOBRE LA SOLEDAD


En tu Getsemaní, Jesús está contigo
Un profundo y conmovedor testimonio sobre el dolor de la soledad


Por: Marigina Bruno | Fuente: Catholic-link.com 




Hace un par de años viví uno de los tiempos más difíciles de mi vida. Por varios motivos (situaciones de dolor y por mi personalidad nerviosa) desarrollé un ligero trastorno de ansiedad. Digo «ligero» porque sé de casos mucho peores que el mío, donde la persona sufre muchísimo al punto de no poder realizar ni las actividades más básicas.

No entraré en mucho detalle, pero empezó con palpitaciones del corazón y tensión muscular hasta llegar a ataques de ansiedad periódicos. Pasé casi todos los días durante aproximadamente seis meses convencida de que algo estaba mal con mi corazón y que en cualquier momento me iba a morir, a pesar de que los exámenes médicos decían lo contrario.

Los que padecen de un desorden de ansiedad saben a lo que me refiero. Me volví obsesiva y me convencí a mí misma que el sufrimiento nunca se iba a acabar, que estaba condenada a vivir así. Me costaba trabajar, casi no salía, las cosas que antes amaba hacer se habían vuelto toda una tarea. Me tomaba la presión al menos una vez al día y googleaba obsesivamente los síntomas de un infarto para cerciorarme que lo que estaba sintiendo era ansiedad y no un ataque al corazón.

¿Me estaba volviendo loca?
¿Quién me iba a querer así? ¿Cómo iba a vivir con esto? ¿Iba a perder mi trabajo? ¿Cómo iba a salir adelante? Me hacía estas preguntas constantemente, abriendo una herida en mi corazón que cada vez se hacía más grande.

Gracias a Dios y a terapia psicológica, hoy estoy mejor. La ansiedad ya no me paraliza, he aprendido a entenderla, controlarla y a vivir con ella. Esto es algo que muchos saben, no es algo que oculto y sé que le pasa a muchísimas personas.

Hoy veo atrás y me doy cuenta que, durante ese tiempo, mi experiencia era de miedo y frustración, de constante tensión ante algo que, aparentemente, no podía controlar. Pero, más allá de esto, tenía la sensación de una profunda soledad.

En lo más hondo de mi ser me sentía incomprendida, como si nadie en este mundo pudiese entender lo que estaba atravesando. Y no porque estuviese sola, pues mis padres estaban siempre allí, mis amigas me escuchaban y me alentaban, sabía que Dios me acompañaba, pero aún así tenía una especia de vacío en mi interior.


Una soledad que quema
Esto me ha pasado muchas veces, particularmente en aquellos momentos de gran sufrimiento. Y es que existe un lugar en nuestro corazón que nadie ve y que nadie puede alcanzar. Allí donde la soledad se vuelve tan profunda que te hace sentir desahuciado, abandonado, una soledad que duele y quema y ante la cual parece no haber consuelo alguno.

Venía meditando en esto desde hace algunos días, cuando me topé con una carta llamada Dancing in Gethsemane: A letter about hope (Bailando en Getsemaní: Una carta sobre la esperanza) por Anthony D’ Ambrosio. En ella, él relata su experiencia con respecto a los abusos y escándalos de la Iglesia Católica.

Todo el texto me fascinó y comparto la mayor parte de su sentir. No voy a ahondar sobre el tema de los abusos, porque eso merece todo un artículo aparte. Más bien, quiero centrarme en lo esencial del texto, particularmente en un fragmento que verdaderamente me tocó el corazón, al punto de echarme a llorar frente a mi computadora mientras lo leía.

Anthony cuenta la experiencia de sentirse enojado y perdido ante las noticias de los escándalos y recordaba una época de particular sequía espiritual, donde acababa de terminar con su novia debido a que la ansiedad que padecía había consumido toda su vida. Esto lo había llevado incluso a dudar de la existencia de Dios y a sentirse desconsolado ante tan gran dolor:

«Era primavera y el nuevo follaje aún era de color verde lima. Durante la cena familiar, sumergimos perejil en un plato hondo con agua, que simboliza las lágrimas de los israelitas durante la esclavitud. Comimos cordero con mermelada de menta y fuimos a la parroquia de rito maronita a la que asistíamos cuando era niño. Al final de la misa, los encargados crearon un “jardín” en la iglesia que simbolizaba el Monte de los Olivos y hubo adoración eucarística y confesiones hasta las 2 de la mañana.

No tenía cómo volver a casa, entonces me senté en la iglesia con mis audífonos puestos mientras escuchaba a Sigur Ros (una banda musical islandesa), y me imaginé a Jesús en el jardín, sufriendo hasta que sus poros sangraron por la ansiedad.

Veía como su ministerio llegaba a su fin, cómo sus amistades se terminaban, el rechazo, el fracaso e incluso la distancia entre Él y Dios. Escuché las palabras que dijo en ese momento: “Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y luego, escuché el silencio ensordecedor. No había siquiera el consuelo de un “No”. Solo se escuchaban los ronquidos de sus amigos, quienes no fueron capaces de velar con Él, y, finalmente, el saludo de su traidor.

Mientras pensaba en estas cosas sentí -por primera vez desde que enfermé- que alguien al fin me entendía. Él conocía el rechazo que yo experimentaba, el silencio de Dios, la destrucción de sus aspiraciones. En este momento, le dije al Señor en oración: “No sé si estaré enfermo para siempre, o si alguna vez tendré una vida luego de eso, pero acepto el cáliz del sufrimiento como tú lo hiciste y elijo vivir el resto de mi vida sin maldecirlo”.

Empecé a llorar, porque, aunque no sabía si Jesús realmente era Dios, en ese momento no importaba. Solo sabía que no estaba solo; alguien me comprendía, en mi agonía y soledad más profundas. Cuando todos a mi alrededor estaban “dormidos” ante lo que me estaba pasando, alguien me veía y me entendía».

Y es que en nuestro Getsemaní, el Señor está allí, junto a nosotros. Él entiende el dolor más profundo, la soledad más grande, esa que nadie puede tocar. Él esta allí en lo más hondo de tu humanidad, en tu herida abierta, pues Él la ha sentido en carne propia. En ese lugar que nadie parece alcanzar, allí está Él, buscando darte el consuelo que tanto anhelas.

Sea cual sea tu sufrimiento hoy y por más oscuro que parezca, recuerda mirar a Jesús. Recuerda que Él ha prometido quedarse contigo hasta el fin del mundo. Atesora esta hermosa verdad con amor, esperanza y gratitud y, en esos momentos de mayor dolor, no olvides que en tu propio huerto, Jesús te ofrece su dulce compañía.

Termino con una oración que, para mí, es una de las más hermosas que he escuchado. Es un Himno de la Liturgia de las Horas que te puede servir en los momentos de soledad:


Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.
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