sábado, 24 de marzo de 2018

EL QUE ES FIEL A MIS PALABRAS NO MORIRÁ PARA SIEMPRE


El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre
Sábado quinta semana de Cuaresma. Dios promete, pero Dios también pide. Y pide que por nuestra parte le seamos fieles en todo momento.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




La cercanía a la Semana Santa va haciendo que la Iglesia nos vaya presentando a Jesucristo en contraposición con sus enemigos. En el Evangelio de hoy se nos presenta la auténtica razón, la razón profunda que lleva a los enemigos de Cristo a buscar su muerte. Esta razón es que Cristo se presenta ante los judíos como el Enviado, el Hijo de Dios. Este conflicto permanente entre los dirigentes judíos y nuestro Señor, se convierte también para nosotros en una interrogación, para ver si somos o no capaces de corresponder a la llamada que Cristo hace a nuestra vida.

Cristo llega a nosotros, y llega exigiendo su verdad; queriendo mostrarnos la verdad y exigiéndonos que nos comportemos con Él como corresponde a la verdad. La verdad de Cristo es su dignidad, y nosotros tenemos que reflexionar si estamos aceptando o no esta dignidad de nuestro Señor. Tenemos que llegar a reflexionar si en nuestra vida estamos realizando, acogiendo, teniendo o no, esta verdad de nuestro Señor.

Cristo es el que nos muestra, por encima de todo, el camino de la verdad. Cristo es el que, por encima de todo, exige de los cristianos, de los que queremos seguirle, de los que hemos sido redimidos por su sangre, el camino de la verdad.

Nuestro comportamiento hacia Cristo tiene que respetar esa exigencia del Señor; no podemos tergiversar a Cristo. No podemos modificar a Cristo según nuestros criterios, según nuestros juicios. Tenemos necesariamente que aceptar a Cristo.

Pero, a la alternativa de aceptar a Cristo, se presenta otra alternativa -la que tomaron los judíos-: recoger piedras para arrojárselas. O aceptamos a Cristo, o ejecutamos a Cristo. O aceptamos a Cristo en nuestra vida tal y como Él es en la verdad, o estamos ejecutando a Cristo.

Esto podría ser para nosotros una especie de reticencia, de miedo de no abrirnos totalmente a nuestro Señor Jesucristo, porque sabemos que Él nos va a reclamar la verdad completa. Jesucristo no va a reclamar verdades a medias, ni entregas a medias, ni donaciones a medias, porque Jesucristo no nos va a reclamar amores a medias. Jesucristo nos va a reclamar el amor completo, que no es otra cosa sino el aceptar el camino concreto que el Señor ha trazado en nuestra vida. Cada uno tiene el suyo, pero cada uno no puede ser infiel al suyo.

Solamente el que es fiel a Cristo tiene en su posesión, tiene en su alma la garantía de la vida verdadera, porque tiene la garantía de la Verdad."El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".

Nosotros constantemente deberíamos entrar en nuestro interior para revisar qué aspectos de mentira, o qué aspectos de muerte estamos dejando entrar en nuestro corazón a través de nuestro egoísmo, de nuestras reticencias, de nuestro cálculo; a través de nuestra entrega a medias a la vocación a la cual el Señor nos ha llamado.
Porque solamente cuando somos capaces de reconocer esto, estamos en la Verdad.

Debemos comenzar a caminar en un camino que nos saque de la mentira y de la falsedad en la que podemos estar viviendo. Una falsedad que puede ser incluso, a veces, el ropaje que nos reviste constantemente y, por lo tanto, nos hemos convencido de que esa falsedad es la verdad. Porque sólo cuando permitimos que Cristo toque el corazón, que Cristo llegue a nuestra alma y nos diga por dónde tenemos que ir, es cuando todas nuestras reticencias de tipo psicológico, todos nuestros miedos de tipo sentimental, todas nuestras debilidades y cálculos desaparecen.

Cuando dejamos que la Verdad, que es Cristo, toque el corazón, todas las debilidades exteriores —debilidades en las personas, debilidades en las situaciones, debilidades en las instituciones—, y que nosotros tomamos como excusas para no entregar nuestro corazón a Dios, caen por tierra.

Nos podemos acomodar muchas cosas, muchas situaciones, muchas personas; pero a Cristo no nos lo podemos acomodar. Cristo se nos da auténtico, o simplemente no se nos da. "Se ocultó y salió de entre ellos". En el momento que los judíos se dieron cuenta de que no podían acomodarse a Cristo, que tenían que ser ellos los que tenían que acomodarse al Señor, toman la decisión de matarlo.

A veces en el alma puede suceder algo semejante: tomamos la decisión de eliminar a Cristo, porque no nos convence el modo con el que Él nos está guiando. Y la pregunta que nace en nuestra alma es la misma que le hacen los judíos: "¿Quién pretendes ser?". Y Cristo siempre responde: "Yo soy el Hijo de Dios".

Sin embargo, Cristo podría regresarnos esa pregunta: ¿Y tú quién pretendes ser? ¿Quién pretendes ser, que no aceptas plenamente mi amor en tu corazón? ¿Quién pretendes ser, que calculas una y otra vez la entrega de tu corazón a tu vocación cristiana en tu familia, en la sociedad? ¿Por qué no terminar de entregarnos? ¿Por qué estar siempre con la piedra en la mano para que cuando el Señor no me convenza pueda tirársela?

Cristo, ante nuestro reclamo, siempre nos va a responder igual: con su entrega total, con su promesa total, con su fidelidad total.

Las ceremonias que la Iglesia nos va a ofrecer esta Semana Santa no pueden ser simplemente momentos de ir a Misa, momentos de rezar un poco más o momentos de dedicar un tiempo más grande a la oración. La Semana Santa es un encuentro con el misterio de un Cristo que se ofrece por nosotros para decirnos quien es. El encuentro, la presencia de Cristo que se me da totalmente en la cruz y que se muestra victorioso en la resurrección, tenemos que realizarla en nuestro interior. Tenemos que enfrentarnos cara a cara con Él.

Es muy serio y muy exigente el camino del Señor, pero no podemos ser reticentes ante este camino, no podemos ir con mediocridad en este camino. Siempre podremos escondernos, pero en nuestro corazón, si somos sinceros, si somos auténticos, siempre quedará la certeza de que ante Cristo, nos escondimos. Que no fuiste fiel ante la verdad de Cristo, que no fuiste fiel a tu compromiso de oración, que no fuiste fiel en tu compromiso de entrega en el apostolado, que no fuiste fiel, sobre todo, en ese corazón que se abre plenamente al Señor y que no deja nada sin darle a Él.

Cristo en la Eucaristía se nos vuelve a dar totalmente. Cada Eucaristía es el signo de la fidelidad de la promesa de Dios: "Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo". Dios no se olvida de sus promesas. Y cuando vemos a un Dios que se entrega de esta manera, no nos queda otro camino sino que buscarlo sin descanso.

Buscarlo sin descanso a través de la oración y, sobre todo, a través de la voluntad, que una vez que ha optado por Dios nuestro Señor, así se le mueva la tierra, no se altera, no varía; así no entienda qué es lo que está pasando ni sepa por dónde le está llevando el Señor, no cambia.

Dios promete, pero Dios también pide. Y pide que por nuestra parte le seamos fieles en todo momento, nos mantengamos fieles a la palabra dada pase lo que pase. Romper esto es romper la verdad y la fidelidad de nuestra entrega a Cristo.

Que la Eucaristía abra en nuestro corazón una opción decidida por nuestro Señor. Una opción decidida por vivir el camino que Él nos pone delante, con una gran fidelidad, con un gran amor, con una gran gratitud ante un Dios que por mí se hace hombre; ante un Dios que tolera el que yo muchas veces haya podido tener una piedra en la mano y me haya permitido, incluso, intentar arrojársela. Y sobre todo, una gratitud profunda porque permitió que mi vida, una vez más, lo vuelva a encontrar, lo vuelva a amar, consciente de que el Señor nunca olvida sus promesas.

INFORME REVELA LA REALIDAD DE LOS JÓVENES CATÓLICOS EN EUROPA


Informe revela la realidad de los jóvenes católicos en Europa
Redacción ACI Prensa
Foto: Lucía Ballester (ACI Prensa)




El estudio sociológico “Jóvenes adultos de Europa y la religión”, realizado de cara al Sínodo de octubre, reveló la situación de los jóvenes católicos en el Viejo Continente, quienes viven en una cultura donde la afiliación religiosa, la asistencia a la iglesia y la oración frecuente, se encuentran por lo general en niveles bajos.

El informe estuvo a cargo de Stephen Bullivant, profesor de teología y sociología de la religión en la Universidad de St. Mary en Twickenham (Reino Unido). Además es director del Centro de Religión y Sociedad Benedict XVI, que emitió el estudio junto con la Universidad Católica de París.

El objetivo principal del estudio es informar al Sínodo de los obispos, que en octubre celebrará una asamblea general sobre el tema "Los jóvenes, la fe y el discernimiento de la vocación".

El informe utiliza datos de la Encuesta Social Europea para considerar la afiliación religiosa y su práctica en personas de entre 16 y 29 años de 22 países. Considera la práctica religiosa y la afiliación entre los católicos y otros adultos jóvenes en toda Europa, examinando específicamente la religiosidad entre los adultos jóvenes en Francia y el Reino Unido.

Así, señaló que el “veintitrés por ciento de los adultos jóvenes franceses se identifican como católicos, en comparación con solo el diez por ciento en el Reino Unido".

"Notablemente, sin embargo, tanto en Francia como en Reino Unido, el catolicismo es la identidad cristiana dominante", continuó el informe. "Ambos países tienen una minoría significante –cerca de uno de cada diez entre los 16 y 29 años- de miembros de religiones no cristianas, y el islam es el mayor contribuyente. Sin embargo, en general, ‘ninguna religión’ es la identidad por defecto de los jóvenes adultos franceses y británicos por igual, que representan alrededor de dos tercios de cada uno".

Sin embargo, destaca la mayor presencia de católicos entre los jóvenes adultos de otros países: representan el 82% en Polinia, el 71% en Lituania, el 55% en Eslovenia y el 54% en Irlanda.

Asimismo, revela que el 47% de los jóvenes católicos polacos asisten a Misa cada semana. Esto se compara con el 27% en Portugal, el 24% en República Checa e Irlanda, el 17% en Gran Bretaña y el 7% en Francia. La asistencia a la Misa semanal varió del 2 al 6% entre los jóvenes católicos en Bélgica, Hungría, Austria, Lituania y Alemania.

En el Reino Unido, el 21% de los adultos jóvenes se identifican como cristianos, incluido el 7% que son anglicanos. En este país el 6% son musulmanes.

En Francia, el 26% de los adultos jóvenes se identifican como cristianos, incluido el 2% que se declaran protestantes. El 10% de los jóvenes adultos son musulmanes.

Los jóvenes sin afiliación religiosa constituyen una gran mayoría en la República Checa, con el 91% del total. En Estonia, la cifra es del 80% y en Suecia el 75%. En Francia su proporción es del 64%.

En Lituania, solo el 25% declara no tener afiliación religiosa, mientras que la cifra es del 17% en Polonia y solo del 1% en Israel.

Entre los no afiliados en Francia y el Reino Unido, el 80% informó haber crecido sin religión. Entre el 20% que creció con una religión, la mayoría tiene una base cristiana, siendo la mayoría excatólicos en Francia.


La asistencia religiosa

Según el informe, “en solo cuatro países, más de uno de cada diez jóvenes de entre 16 y 29 años afirma asistir a los servicios religiosos por lo menos una vez por semana: Polonia, Israel, Portugal e Irlanda".

En Francia, uno de cada cuatro jóvenes católicos dice que nunca asiste a los servicios religiosos, en comparación con uno de cada cinco en Reino Unido.

El 40% de los jóvenes católicos españoles no van a la iglesia, una proporción muy alta en comparación con otros países. En Bélgica, el 31% de los jóvenes católicos nunca asisten a la iglesia.

El informe registró un alto nivel de oración semanal entre los jóvenes católicos en los Países Bajos y el Reino Unido. Alrededor del 43% de ellos informaron que rezan al menos una vez a la semana. Cifras similares se dieron en Irlanda. Este porcentaje fue superado solo por los jóvenes católicos checos y polacos.

Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 24 MARZO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 5ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 24 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (37,21-28):

ESTO dice el Señor Dios:
«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sis padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

Palabra de Dios

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Salmo
Jr 31,10.11-12ab.13

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

V/. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla a las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R/.

V/. Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

V/. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.

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Lectura del santo evangelio según san Juan (11,45-57):

EN aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 24 de marzo de 2018
 Jaime Aceña Cuadrado, cmf


Queridos hermanos:

"Y aquel día decidieron darle muerte" (Evangelio). Caifás, Sumo sacerdote, preside el Sanedrín. Constatan que el pueblo sencillo sigue a Jesús por sus enseñanzas, por sus signos, por la coherencia de su vida, porque les ha quitado el miedo a Dios y a sus representantes. Y Caifás afirma:" conviene que uno muera por el pueblo, que no perezca la nación entera".  Esta acusación hostil se convierte en profecía porque la muerte de Jesús es salvadora para todos los pueblos, también para Israel. 

El mensaje de las lecturas es concordante: Subamos con Jesús a Jerusalem  a celebrar la Pascua; Él "va a reunir a los hijos de Dios dispersos"; En Jesús se va a cumplir la profecía de Ezequiel: "los haré un solo pueblo en su tierra; con ellos moraré, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (1ª lectura).

La próxima pasión de Jesús hoy es presentada con esperanza: "el que dispersó a Israel, lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño...convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas" (Jer. 31, 10-13; hoy como texto de salmo responsorial).

No quiero ser un espectador estos días; quiero tomarme el pulso para que la Pascua con Jesús me cambie la vida; quiero ser consciente de mis debilidades porque en ellas reside la fuerza de Jesucristo:

"¿Por qué un calvario, cuando preferimos la vida fácil?, ¿por qué subir a Jerusalem, si preferimos los felices valles?.
¿por qué Cristo en la cruz, si es mejor vida de luces y no de cruces? 
¿para qué alzar la mirada, cuando nos seduce la simple bondad de la tierra?;
¿por qué, Tú, oh Dios, te desprendes de lo que más quieres, si somos insensibles?.
Muchas preguntas, Señor, para una única respuesta: por el gran Amor con que Tú nos amas?". (Javier Leoz). 

"Señor, esta vez te vas a entregar libremente porque quieres dar la vida por nosotros, como el Padre espera de Ti. No sirven los entusiasmos gaseosos porque no tienes dónde reclinar la cabeza; si quiero subir al calvario contigo y beber el cáliz para resucitar, hazme comprender que nada es más importante que hacer contigo el camino de la Cruz porque Tú lo conviertes en camino de la Luz. Que este año no ponga excusas, que "mi seguridad" no sea "mi comodidad", sino que viva seguro porque confío en Ti para emprender contigo el camino de la Cruz, camino de la vida real, camino de la Luz. Amén".

Fraternalmente:     Jaime Aceña Cuadrado cmf.    (jacenacu@yahoo.e

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 24 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
24 de marzo




Jesús perdonó a la mujer pecadora, pero le exigió que no volviera más a su pecado; el que no está dispuesto a apartarse del pecado, no recibe el perdón.

No lo olvides: has de alejarte del pecado y de las ocasiones de pecar; el que voluntariamente se pone en ocasión próxima de pecado, es porque no está profundamente arrepentido de su pecado y en consecuencia no está en disposición de recibir el perdón del mismo.

Cuando recibas el sacramento de la reconciliación, asegúrate de que tu arrepentimiento y tu propósito de la enmienda sean sinceras.



P. Alfonso Milagro

FELIZ FIN DE SEMANA





viernes, 23 de marzo de 2018

VIERNES DE DOLORES - VIRGEN MARÍA DOLOROSA


Viernes de Dolores
Esa María que vivió todo eso....fue una Madre dolorosa.


Así le decimos al viernes preámbulo de toda una Semana de Pasión y Dolor, en el que se enaltece y venera a una Madre enlutada


Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net 




Viernes de Dolores, así le decimos al viernes preámbulo de toda una Semana de Pasión y Dolor, en el que se enaltece y venera a una Madre enlutada, con una espada atravesándole el corazón, con lágrimas en sus ojos y con sus manos de dedos entrelazados en señal de la angustia que brota de su alma.

Ella es una madre dolorosa. Esta mujer llena de dolor está representando a todas las madres del mundo que han pasado por la prueba de amargura sin límite de ver morir a un hijo.

María la que llevó en su seno al Salvador del género humano, la que lo meció en sus brazos de madre amorosa, la que lo buscó llena de angustia junto con su esposo José, cuando no lo encontraban en la caravana que los regresaba a casa.... y más tarde lo hallaron en el Templo con los doctores de la Ley cumpliendo la voluntad del Padre celestial, la que lo tuvo durante treinta años en el calor del hogar, hogar de amor y trabajo.

María, la que lo vio partir un día y fue cuando su corazón supo que, "había llegado la hora"... La que supo de su vida de predicación, de peregrino recorriendo caminos, aldeas y ciudades...

María, la que supo de una corona de espinas que rompió la suave piel de la cabeza del hijo querido, de una espalda abierta por profundas heridas de salvajes latigazos,  de unos dulces ojos nublados por el dolor, la que lo vio cargando con un madero.... y caer.

María, la que vio como atravesaban  con clavos sus manos y pies amadísimos y como era levantado en alto para quedar entre dos ladrones.....

María, la que vio al hijo queridísimo, al hijo bueno, al hijo santo,  al Dios hecho hombre convertido en una figura rota y doliente, lleno de polvo, con el rostro sucio y triste, con el cabello, que ella tantas veces acarició, ahora pegado en su cara, endurecido y aplastado por la sangre reseca....Esa María que vivió todo eso....fue una Madre dolorosa.

No bajaron los ángeles para enjugar sus lágrimas. No hubo ningún paliativo celestial ni milagroso que aminorara el dolor de la Madre de Dios. Ella soportó la muerte del hijo de pie, con el corazón roto pero de pie, volviendo a decir "si" a la voluntad del Altísimo.

Y allí, por mandato de su hijo agonizante, se convirtió en nuestra madre.

Madre de misericordia. Madre de la Esperanza.

En este mundo tan difícil y desorientado, Cristo nos la dejó, nos la dio para que sea nuestro faro y consuelo de nuestras penas, porque nadie como Ella lleva mejor el nombre de Madre Dolorosa.
Madre dolorosa... ruega por nosotros.

SE DIGNO DE CONFIANZA


Se digno de confianza
Autor: L.Ronald Hubbard




A menos que uno pueda tener confianza en la integridad de aquellos que le rodean, uno mismo corre un riesgo. Cuando aquellos con los que uno cuenta le decepcionan, su propia vida puede volverse desordenada e incluso su propia supervivencia puede ser puesta en peligro.

La confianza mutua es el pilar fundamental más firme de las relaciones humanas. Sin ésta, toda la estructura se viene abajo.

El ser digno de confianza es un bien altamente estimado. Cuando lo tiene, uno es considerado valioso. Cuando lo ha perdido, a uno se le puede considerar inservible.

Uno debería lograr que otros a su alrededor lo demuestren y lo merezcan. Como consecuencia se volverán mucho más valiosos para ellos mismos o para otros.

Cumple con tu palabra una vez dada. Como uno acepta un compromiso o hace una promesa o un juramento, uno debe hacer que se vuelva realidad. Si uno dice que va a hacer algo , debe hacerlo. Si uno dice que no va a hacerlo , no lo debe hacer.

El respeto de uno hacia otro está basado , en una pequeña medida, en si la persona mantiene o no su palabra. Hasta los padres , por ejemplo, se sorprenderían de la medida en que desmerecen ante la opinión de sus hijos, cuando una promesa no se cumple.

A la gente que cumple con su palabra se le tiene confianza y se le admira. A la gente que no lo hace, se le considera irresponsable y hay hasta quienes les llame basura. Aquellos que rompen su palabra frecuentemente, nunca obtienen otra oportunidad.

Una persona que no cumple con su palabra puede encontrarse pronto enredada y atrapada en toda clase de «garantías» y «restricciones», y hasta puede encontrarse a sí misma aislada de las relaciones normales con otros. No hay auto-exilio más completo de los compañeros de uno que el dejar de cumplir las promesas una vez hechas.

Uno nunca debería permitir que otro dé su palabra a la ligera. Y uno debería insistir en que, cuando se hace una promesa, ésta se debe cumplir. La vida de uno mismo puede volverse muy desordenada al tratar de asociarse con gente que no cumple con sus promesas. No es cosa del azar.

El camino a la felicidad es mucho más fácil de recorrer con gente en la que uno puede confiar.

VALERSE DE LOS ERRORES DEL PASADO

Valerse de los errores del pasado


Siempre que uno pasa por un problema fuerte, ya sea amoroso o laboral, quisiera que luego de pasada la tormenta este recuerdo desapareciera de nuestra memoria como por arte de magia; creemos que así podríamos evitar todo el sufrimiento que esto nos acarrea.

Asimismo, los arrepentimientos por haber tomado una mala decisión también nos hacen desear retroceder en el tiempo para hacer bien las cosas, y en otras ocasiones deseamos olvidar todas las oportunidades que desperdiciamos para no sufrir con el recuerdo.

A menudo, el no haber concretado nuestros sueños o alcanzado nuestras metas nos hace sentirnos tristes y deprimidos, por la falta de éxito o porque nunca tuvimos el trabajo que soñamos. Sin embargo, olvidarlo todo no es la solución al problema, pues podemos sacar provecho de todas estas experiencias.

Lamentarnos todo el tiempo por lo que perdimos o dejamos de hacer en su momento, lo único que nos va a traer son remordimientos y atraso; en cambio, si tenemos presente los errores pasados con una mirada optimista, nos ayudarán a no cometerlos nuevamente.
Si aprendemos a aceptar las situaciones como tales, es más probable que aprendamos a ser felices y logremos una familia feliz. Lo único que hay que tener en cuenta es que si nos quedamos esclavos de nuestros recuerdos y frustraciones, nos vamos a estancar.

Según algunos expertos, el tratar de olvidar algo, no hace desear más lo que no queremos recordar; por ello es muy importante que cuanto antes superemos el asunto.

Ojo que el hecho de aceptar nuestra situación tal como es no implica actuar de forma conformista, pues mientras más conozcamos nuestros defectos y errores pasados, más sabremos cómo enfrentar los nuevos retos y decisiones que se nos presenten.

Por último, agradece a Dios por lo que has logrado hasta el momento si ya no estás en posibilidad de cambiar tu futuro; en cambio, aprovecha para ayudar a tus seres queridos a lograr sus objetivos en la vida y a llevar una mejor relación de pareja.

TENDER LA MANO


Tender la mano
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net


Muchos hombres y mujeres sabrán tender la mano a sus semejantes, a los más necesitados de misericordia, de consuelo, de pan y de justicia.




Muchos hombres y mujeres necesitan ayuda. En sus cuerpos, porque están enfermos o sufren hambre. En sus corazones, porque necesitan el bálsamo de la misericordia.

Cristo vino al mundo precisamente para anunciar un mensaje de salvación y de consuelo. Dio de comer a las multitudes, curó a enfermos, consoló a los tristes, resucitó muertos, perdonó pecados.

Luego, encomendó una tarea inmensa a quienes escogió para servir y dar la vida por sus hermanos: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc 16,15-16).

La tarea es inmensa, las necesidades incontables, los trabajadores pocos. Además, entre quienes reciben la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, algunos ceden al pesimismo, al desaliento, a la tibieza, a la desesperanza. Otros se apartan de la misión: no llevan el Evangelio, sino que ofrecen ideas más o menos interesantes, pero diferentes del mensaje de Cristo.

El panorama puede parecer desolador. El mundo es demasiado grande, los problemas innumerables, el hambre de Dios agobia a una multitud inmensa de personas.

Sin embargo, Dios no puede dejar a su pueblo. Hoy, como ayer y como mañana, infunde su Espíritu, da fuerzas a los débiles, susurra que ama a cada uno de sus hijos, sostiene a sus enviados para que no sucumban ante la fuerza agobiante del mal.

Desde la experiencia de Dios, muchos hombres y mujeres sabrán tender la mano a sus semejantes, a los más necesitados de misericordia, de consuelo, de pan y de justicia. El milagro de Pentecostés se repetirá, nuevamente, en miles de corazones.

El perdón, entonces, triunfará sobre el pecado. La Eucaristía se convertirá en el alimento de los débiles. La Iglesia, desde su sencillez y su unión profunda con el Maestro, acogerá en sus brazos a millones de almas abiertas a la gracia que viene del Calvario, a la Sangre que nos lava y nos salva.

LA FE TIENE QUE CONVERTIRSE EN MI VIDA PARA MÍ


La fe tiene que convertirse en vida para mí
Viernes quinta semana de Cuaresma. ¿Hasta qué punto dejamos que nuestra alma sea abrazada plenamente por Cristo? 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Jr 29, 10-13
Jn 10, 31-42

Ante el testimonio que Jesucristo le ofrece, ante el testimonio por el cual Él dice de sí mismo: “Soy Hijo de Dios”, ante el testimonio que le marca como Redentor y Salvador, el cristiano debe tener fe. La fe se convierte para nosotros en una actitud de vida ante las diversas situaciones de nuestra existencia; pero sobre todo, la fe se convierte para nosotros en una luz interior que empieza a regir y a orientar todos nuestros comportamientos.

La fundamental actitud de la fe se presenta particularmente importante cuando se acercan la Semana Santa, los días en los cuales la Iglesia, en una forma más solemne, recuerda la pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor. Tres elementos, tres eventos que no son simplemente «un ser consciente de cuánto ha hecho el Señor por mí», sino que son, por encima de todo, una llamada muy seria a nuestra actitud interior para ver si nuestra fe está puesta en Él, que ha muerto y resucitado por nosotros.

Solamente así nosotros vamos a estar, auténtica- mente, celebrando la Semana Santa; solamente así nosotros vamos a estar encontrándonos con un Cristo que nos redime, con un Cristo que nos libera. Si por el contrario, nuestra vida es una vida que no termina de aceptar a Cristo, es una vida que no termina en aceptar el modo concreto con el cual Jesucristo ha querido llegar a nosotros, la pregunta es: ¿Qué estoy viviendo como cristiano?

Jesús se me presenta con esa gran señal, que es su pasión y su resurrección, como el principal gesto de su entrega y donación a mí. Jesús se me presenta con esa señal para que yo diga: “creo en ti”. Quién sabe si nosotros tenemos esto profundamente arraigado, o si nosotros lo que hemos permitido es que en nuestra existencia se vayan poco a poco arraigando situaciones en las que no estamos dejando entrar la redención de Jesucristo. Que hayamos permitido situaciones en nuestra relación personal con Dios, situaciones en la relación personal con la familia o con la sociedad, que nos van llevando hacia una visión reducida, minusvalorada de nuestra fe cristiana, y entonces, nos puede parecer exagerado lo que Cristo nos ofrece, porque la imagen que nosotros tenemos de Cristo es muy reducida.

Solamente la fe profunda, la fe interior, la fe que se abraza y se deja abrazar por Jesucristo, la fe que por el mismo Cristo permite reorientar nuestros comportamientos, es la fe que llega a todos los rincones de nuestra vida y es la que hace que la redención, que es lo que estamos celebrando en la Pascua, se haga efectiva en nuestra existencia.

Sin embargo, a veces podemos constatar situaciones en nuestras vidas —como les pasaba a los judíos— en las cuales Jesucristo puede parecernos demasiado exigente. ¿Por qué hay que ser tan radical?, ¿por qué hay que ser tan perfeccionista?

Los judíos le dicen a Jesús: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios". Esta es una actitud que recorta a Cristo, y cuántas veces se presenta en nuestras vidas.

La fe tiene que convertirse en vida en mí. Creo que todos nosotros sí creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, Luz de Luz, pero la pregunta es: ¿lo vivimos? ¿Es mi fe capaz de tomar a Cristo en toda su dimensión? ¿O mi fe recorta a Cristo y se convierte en una especie de reductor de nuestro Señor, porque así la he acostumbrado, porque así la he vivido, porque así la he llevado? ¿O a la mejor es porque así me han educado y me da miedo abrirme a ese Cristo auténtico, pleno, al Cristo que se me ofrece como verdadero redentor de todas mis debilidades, de todas mis miserias?

Cuando tocamos nuestra alma y la vemos débil, la vemos con caídas, la vemos miserable ¿hasta qué punto dejamos que la abrace plenamente Jesucristo nuestro Señor? Cuando palpamos nuestras debilidades ¿hasta qué punto dejamos que las abrace Cristo nuestro Redentor? ¿Podemos nosotros decir con confianza la frase del profetas Jeremías: “El Señor guerrero, poderoso está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso, y su ignominia será eterna e inolvidable”?

¿Que somos débiles...?, lo somos. ¿Que tenemos enemigos exteriores...?, los tenemos. ¿Que tenemos enemigos interiores...?, es indudable.

Ese enemigo es fundamentalmente el demonio, pero también somos nosotros mismos, lo que siempre hemos llamado la carne, que no es otra cosa más que nuestra debilidad ante los problemas, ante las dificultades, y que se convierte en un grandísimo enemigo del alma.

Dios dice a través de la Escritura: “quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable”. ¿Cuando mi fe toca mi propia debilidad tiende a sentirse más hundida, más debilitada, con menos ganas? ¿O mi fe, cuando toca la propia debilidad, abraza a Jesucristo nuestro Señor? ¿Es así mi fe en Cristo? ¿Es así mi fe en Dios? Nos puede suceder a veces que, en el camino de nuestro crecimiento espiritual, Dios pone, una detrás de otra, una serie de caídas, a veces graves, a veces menos graves; una serie de debilidades, a veces superables, a veces no tanto, para que nos abracemos con más fe a Dios nuestro Señor, para que le podamos decir a Jesucristo que no le recortamos nada de su influjo en nosotros, para que le podamos decir a Jesucristo que lo aceptamos tal como es, porque solamente así vamos a ser capaces de superar, de eliminar y de llevar adelante nuestras debilidades.

Que la Pascua sea un auténtico encuentro con nuestro Señor. Que no sea simplemente unos ritos que celebramos por tradición, unas misas a las que vamos, unos actos litúrgicos que presenciamos. Que realmente la Pascua sea un encuentro con el Señor resucitado, glorioso, que a través de la Pasión, nos da la liberación, nos da la fe, nos da la entrega, nos da la totalidad y, sobre todo, nos da la salvación de nuestras debilidades.

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 23 MARZO 2018


Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana de Cuaresma
Hoy, viernes, 23 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):

OÍA la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7

R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

V/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

V/. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

V/. Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

V/. En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.

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Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):

EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy viernes, 23 de marzo de 2018
Jaime Aceña Cuadrado, cmf


Queridos hermanos: 

Los judíos ya quieren apedrear a Jesús porque se hace Dios (Evangelio). Le preguntan si es el Mesías; Jesús responde indirectamente, remitiendo al testimonio de sus obras; sólo pueden conocerle los que están abiertos a la fe. Para los judíos blasfema porque se hace Dios. 

No quieren ver la Luz de sus obras; permanecen en la ceguera de su rechazo y de su inmovilismo; su falta de fe les impide ver en las obras de Jesús lo que es más valioso para Dios: la misericordia, el perdón, la liberación de los oprimidos, el amor al prójimo como alma del culto en el Templo.

Jesús se refugia en la orilla del Jordán donde el Bautista bautizó a muchos y donde Jesús inició su vida pública. "Muchos creyeron en Él allí".

La situación del Profeta Jeremías, perseguido, nos introduce en la persecución a Jesús y en su pasión. La fuerza espiritual de los dos tiene la misma fuente: "el Señor está conmigo como fuerte soldado...porque a Ti encomendé mi causa" (1ª lectura).

El Papa Francisco nos alerta del empeño del Maligno;  no quiere que seamos discípulos de Jesús, ni que nos abramos a su Palabra. Su tentación "tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en la trampa. Primera, la tentación comienza levemente, pero crece, siempre crece; después contagia a otro. Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica" ( homilía. 11-4-2014). 

La fuerza para vencer nos viene del Señor, como  a Jeremías y a Jesús: "En el peligro invoqué al Señor y me escuchó...yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi libertador" (Salmo 17).

León Felipe escribe en su poema "Segador esforzado":

"Y ahora pregunto aquí:¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta?; ¿he aprendido a decir Belleza, Luz, Amor y Dios para que me tapen la boca cuando muera con una paletada de tierra?.   No, he venido y estoy aquí, me iré y volveré mil veces en el Viento para crear mi gloria con mi llanto.

Eh Muerte...escucha, yo soy el último que hablo... Y otro día dirán en los libros sagrados: el primer hombre fue de barro, el segundo de masa cruda y el tercero de Pan y Luz . Será un sábado cuando se cumplan las grandes Escrituras...Entre tanto, a trabajar con humildad y sin bravatas, Segador Esforzado":

Escuchando a Jesús en sus manifestaciones a los judíos prevalecen tres condiciones para conocerle, amarle y seguirle: no tener morada estable, no preocuparse por lo que ya está muerto y no mirar atrás. Él lo hace posible.

Fraternalmente:

Jaime Aceña Cuadrado cmf    
(jacenacu@yahoo.es).

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 23 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
23 marzo




La misericordia de Jesús se manifiesta en el perdón amplio y generoso que otorga a la mujer adúltera; del mismo modo lo quiere manifestar perdonándonos a nosotros, que también hemos pecado. No hay pecado que Dios no perdone, siempre que se acuda a Él con un corazón contrito y humillado; nosotros pues, conseguiremos el perdón de nuestros pecados, si nos arrepentimos de ellos y los confesamos con humildad y confianza.



P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS





jueves, 22 de marzo de 2018

IMÁGENES Y ORACIONES DE DOMINGO DE RAMOS















CONFIAR EN DIOS ES PONERNOS EN SUS MANOS


Confiar en Dios es ponernos en sus manos
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
La conversión del corazón, requiere que estemos dispuestos a soltarnos en Él.


 


Confiar en Dios es ponernos en sus manos

Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.

Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: "Yo estoy listo Señor, confío en Ti"

Desde mi punto de vista, el alma puede a veces perderse en un campo bastante complejo y enredarse en complicaciones interiores: de sentimientos y luchas interiores; o de circunstancias fuera de nosotros, que nos oprimen, que las sentimos particularmente difíciles en determinados momentos de nuestra vida. Son en estas situaciones en las que cada uno de nosotros, para convertir auténticamente el corazón a Dios, no tiene que hacer otra cosa más que confiar.

Qué curioso es que nosotros, a veces, en este camino de conversión del corazón, pensemos que es todo una obra de vivencia personal, de arrepentimiento personal, de virtudes personales.

Estamos en Cuaresma, vamos a Ejercicios y hacemos penitencia, pero ¿cuál es tu actitud interior? ¿Es la actitud de quien espera? ¿La actitud de quien verdaderamente confía en Dios nuestro Señor todos sus cuidados, todo su crecimiento, todo su desarrollo interior? ¿O nuestra actitud interior es más bien una actitud de ser yo el dueño de mi crecimiento espiritual?

Mientras yo no sea capaz de soltarme a Dios nuestro Señor, mi alma va a crecer, se va a desarrollar, pero siempre hasta un límite, en el cual de nuevo Dios se cruce en mi camino y me diga: "¡Qué bueno que has llegado aquí!, ahora tienes que confiar plenamente en mí". Entonces, mi alma puede sentir miedo y puede echarse para atrás; puede caminar por otra ruta y volver a llegar por otro camino, y de nuevo va a acabar encontrándose con Dios nuestro Señor que le dice: "Ahora suéltate a Mí"; una y otra vez, una y otra vez.

Éste es el camino de Dios sobre todas y cada una de nuestras almas. Y mientras nosotros no seamos capaces de dar ese brinco, mientras nosotros no sintamos que toda la conversión espiritual que hemos tenido no es en el fondo sino la preparación para ese soltarnos en Dios nuestro Señor, no estaremos realmente llegando a nada. El esfuerzo exterior sólo tiene fruto y éxito cuando el alma se ha soltado totalmente en Dios nuestro Señor, se ha dejado totalmente en Él. Sin embargo, todos somos conscientes de lo duro y difícil que es.

¿Qué tan lejos está nuestra alma en esta conversión del corazón? ¿Está detenida en ese límite que no nos hemos atrevido a pasar? Aquí está la esencia del crecimiento del alma, de la vuelta a Dios nuestro  Señor. Solamente así Dios puede llegar al alma: cuando el alma quiere llegar al Señor, cuando el alma se suelta auténticamente en Él.

Nuestro Señor nos enseña el camino a seguir. La Eucaristía es el don más absoluto de que Dios existe. De alguna forma, con su don, el Señor me enseña mi don a Él. La Eucaristía es el don más profundo de Dios en mi existencia. ¿De qué otra forma más profunda, más grande, más completa, puede dárseme Dios nuestro Señor?

Hagamos que la Eucaristía en nuestras almas dé fruto. Ese fruto de soltarnos a Él, de no permitir que cavilaciones, pensamientos, sentimientos, ilusiones, fantasías, circunstancias, estén siendo obstáculos para ponernos totalmente en Dios nuestro Señor. Porque si nosotros, siendo malos, podemos dar cosas buenas, ¿cómo el Padre que está en los Cielos, no les va a dar cosas buenas a los que se sueltan en Él, a los que esperan de Él?

Pidámosle a Jesucristo hacer de esta conversión del corazón, un soltar, un entregarnos plenamente en nuestro interior y en nuestras obras a Dios. Sigamos el ejemplo que Cristo nos da en la Eucaristía y transformemos nuestro corazón en un lugar en el cual Dios nuestro Señor se encuentra auténticamente como en su casa, se encuentra verdaderamente amado y se encuentra con el don total de cada uno de nosotros.
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